Teresa Izquierdo: sabor y tradición que nunca se apagan

Teresa Izquierdo no solo fue una cocinera excepcional, sino una guardiana de la culinaria tradicional criolla.Su sazón conquistó miles de paladares y a más de 90 años de su nacimiento, su historia sigue inspirando a quienes ven en la cocina un acto de amor y resistencia.

Por Marjorie Chauca 

“Cuando comencé a cocinar, comencé con leña, con carbón. Nunca me quejé, todo el tiempo luché, luché. Yo tengo que llegar, tengo que llegar. Trázate metas y lo puedes lograr, todo lo puedes en esta vida”

Con estas palabras, Teresa Izquierdo, la reconocida Madre de la Cocina Peruana, resumía no solo su pasión por la gastronomía, sino también el espíritu con el que enfrentó la vida. En cada plato, en cada receta, había mucho más que sabor: había historia, esfuerzo, amor y una voluntad inquebrantable. Teresa nació en una Lima distinta, donde la comida criolla se transmitía de generación en generación y era aprendida en los hogares más que en las escuelas. Su madre, doña Liduvina, fue su primera maestra y le enseñó que cocinar no solo consistía en mezclar ingredientes, sino también en un acto de amor y perseverancia.

A los ocho años, Teresa preparó su primer plato —lentejas y sopa— en la casa donde su madre trabajaba como cocinera. Esto marcaría el inicio de un camino lleno de dedicación y sacrificio. Aunque su educación secundaria quedó truncada, la formación de vida que recibió de su madre fue la que realmente la impulsó. Durante su juventud trabajó como ama de llaves, hasta que en 1964, se mudó con su madre a Lince. Con el dinero justo y muchas ganas de salir adelante, comenzaron a vender menús a un público fijo. Poco a poco, su sazón empezó a ganarse el reconocimiento de vecinos y conocidos. Pero aquellos trabajos, aunque constantes, no eran suficientes para sostenerse del todo.

Un golpe de suerte y una olla llena de sueños

Un día, una oportunidad inesperada cambió su rumbo: gracias al señor Ramos, de una de las familias para las que trabajaba su madre, Teresa y doña Liduvina pudieron empezar a vender comida en el Círculo Gallístico. Desde entonces, Teresa no paró. Su fama creció gracias a sus banquetes y al boca a boca. Uno de sus primeros clientes importantes fue la Asociación Nacional de Criadores y Propietarios de Caballos Peruanos de Paso, ubicada en el Ministerio de Agricultura. Allí conoció a personajes como Augusto Cervantes, el señor Galindo y Genaro Delgado Parker, quienes confiaron en su cocina tanto para eventos familiares como para celebraciones en Panamericana Televisión.

Sin embargo, la vida también puso a prueba su fortaleza: la pérdida de su madre fue un golpe devastador, pero Teresa no se dejó vencer. En un tiempo donde ser cocinera no era sinónimo de reconocimiento, ella rompió moldes. Como mujer afroperuana en un mundo dominado por hombres, defendió con firmeza la cocina criolla tradicional y rescató técnicas y sabores que estaban siendo olvidados. Con talento, orgullo e historia, abrió un camino para las futuras generaciones de cocineras peruanas.

El rincón donde la tradición sigue viva

En 1978, Teresa fundó El Rincón Que No Conoces, que comenzó como una dulcería en honor a su madre; no obstante, debido a la demanda de sus comensales por algo más salado, comenzó a hacer frejolada los viernes (tradición que se mantendría hasta el día de hoy). Cada vez llegaban más personas atraídas por su sazón, recomendadas por el boca a boca, y el local pronto se hizo pequeño.

Consciente de ello, Teresa decidió ofrecer un menú semanal, reducir la cantidad de postres y adquirir los locales contiguos para ampliar el espacio. Así, lo que comenzó como un pequeño huarique fue transformándose en un auténtico templo de la cocina criolla tradicional al que llegaron a asistir personalidades como Chabuca Granda y Luis Alberto Sánchez.

Con el tiempo, el esfuerzo y talento de Teresa fueron reconocidos con importantes distinciones: en 2006, fue nombrada Maestra del Arte Culinario; en 2008, recibió el Ají de Plata de APEGA, y en 2011, el Estado peruano la condecoró con la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos en el grado de Gran Oficial. Sin embargo, ese mismo año, tras una dura batalla contra una obstrucción intestinal, Teresa partió.

Hoy, su hija, Elena Santos Izquierdo, sigue manteniendo vivo su legado al mando del Rincón Que No Conoces. Pronto, el restaurante cumplirá 50 años desde su apertura y, aunque el local ha pasado por remodelaciones, el espíritu de Teresa Izquierdo no se apaga. “Me embarqué en hacer un lugar de culto a mi mamá. Aquí puedes sentir su presencia, ese espíritu que ella dejó. Es un homenaje a su vida porque ella merecía un lugar bonito. No pudo verlo en vida, pero estoy segura de que lo ve desde donde esté. Y es testigo de que no me quedé detenida en lo que ella me dejó, sino que lo hice crecer, evolucionar y poner también parte de mi trabajo en ello”, afirma Elena.

Sin embargo, el camino no ha sido fácil. Desde que asumió la conducción del restaurante, ha enfrentado muchas críticas y comparaciones. “Siempre escucho comentarios: que  estamos sobrevalorados, que ya no es como antes, que cuando estaba mi mamá era el sitio de la comida criolla”, sostiene. Pero cuando una madre se va, nada vuelve a ser igual, pues lo que sí es un hecho es que este restaurante ha logrado mantenerse casi 50 años.

Más allá del rincón

El legado de Teresa Izquierdo va más allá de su local. Una muestra de que se sigue revalorizando la comida criolla es Isolina, una taberna peruana que, a manos de José del Castillo, ha logrado rescatar los sabores auténticos  de la cocina limeña. Ello ha convertido a Isolina en merecedora del título de mejor restaurante de Cocina Criolla en los premios Summum. “Haber sido parte de esta generación que, junto con Teresa, impulsó el desarrollo de la cocina, para mí no es solo un orgullo, sino también una gran responsabilidad. Nuestro trabajo es hacer que imágenes como la de Teresa no se desvanezcan y permanezcan en la memoria colectiva, porque el legado que ha dejado para nuestra gastronomía es invaluable”, afirma Del Castillo.

El reto de preservar la herencia culinaria de Teresa Izquierdo no recae solo en los cocineros de su generación, sino también en los novedosos talentos que han asumido la responsabilidad de rescatar recetas tradicionales, reivindicar los guisos y mantener viva la esencia de la cocina criolla.  “Para hacer vanguardia es fundamental conocer la tradición y hay muchos cocineros jóvenes que están apostando por la cocina tradicional criolla. Quiere decir que no solamente el legado de Teresa está vivo sino que el trabajo que venimos haciendo se está divulgando, respetando y promoviendo”, recalca el dueño de Isolina.A más de noventa años del nacimiento de la recordada Mamá de la Cocina Peruana, su legado sigue erigiéndose con fuerza y sabor. No solo en cada plato preparado con amor, dedicación y tradición, sino también en el espíritu de quienes, con cuchara en mano y corazón abierto, mantienen viva la esencia de la cocina criolla tradicional. En cada rincón donde la comida es un acto de cariño, está presente Teresa Izquierdo. Porque su legado no solo se saborea: también se recuerda, se aprende y se transmite.

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