El imperio de los sentidos: ¿cómo entiendo el placer sexual?

Ilustración: Facundo Ramirez
Ilustración: Facundo Ramirez

Cada persona es un universo. Cada cuerpo esconde deseos, miedos y gustos distintos que los hacen únicos. Conocer qué nos satisface y qué no debería ser sencillo de identificar; sin embargo, el autoconocimiento es un saber que no termina por ser plenamente fácil de practicar.

Por Gabriela Coloma

Los seres humanos somos entes sensibles. Experimentamos las emociones, los sentimientos y la creatividad de una forma intensa. Detrás de cada acto se encuentra el deseo de la satisfacción al realizarlo. Mientras crecemos, nuestros gustos y anhelos cambian. Con ellos, nuestras formas de conseguir el disfrute también. En ese momento, el descubrimiento de dichos deseos se transforma en el placer que sentimos al conocer nuestro cuerpo. Empezamos a tocar, sentir o experimentar que, en ciertas partes de él, puedo complacerme con sensaciones jamás antes vividas. 

“El placer viene orientado por muchos elementos, cuando hablamos de placer hay primero que vincularlo con otros placeres de la vida, que están relacionados con los gustos. Para tenerlos es muy importante conocer el cuerpo, identificar que le gusta”, afirma Eyrelin Gómez, orientadora, educadora y terapeuta en sexología. 

Sin embargo, es en la época del autoconocimiento donde muchos jóvenes se encuentran frenados ante los estigmas, los mitos y prejuicios, pues la sociedad los limita a seguir sintiendo y explorando aquello que les pertenece: su cuerpo. Pasando así por la obligación de adaptarse a comportamientos que terminan por evitar aquel deseado placer. 

Descubriéndolo todo

Los niños y niñas inician conociendo su cuerpo como un medio de interacción con los demás. Con esa información, ellos aprenden y experimentan diversas sensaciones. Estableciendo similitudes y diferencias, a la edad temprana identificamos qué es lo que está dentro y fuera de nosotros. Conforme crecemos, la curiosidad aumenta y nos volvemos más conscientes de qué parte del cuerpo hace qué cosa. Si tiene hambre, sed, necesidad de ir al baño, entre otras necesidades fisiológicas. 

Según declaró la psicóloga Maira Falla, del Instituto para el Desarrollo Infantil (ARIE) para el diario El Comercio, “la relación de un niño con su cuerpo variará de acuerdo con su edad y le proporcionará distintos aprendizajes en cada etapa”. En este sentido, mientras desarrolla su curiosidad, inicia la necesidad de indagar sobre él. Durante la preadolescencia, hombres y mujeres deberían experimentar las formas en que su cuerpo se ha desarrollado y conocerlo. Sin embargo, la realidad es diferente. Según advierte Gómez, las diferencias de género pueden ser un factor determinante al momento de descubrir nuestros genitales. “La masturbación en los hombres, a diferencia de las mujeres, es vista de forma positiva. Sin embargo, se cree que el solo eyacular es placer, pero no necesariamente es así”, explica 

Al limitar a un género a explorarse, se crean percepciones erradas de lo que debería ser el placer y cómo tendríamos que entender la sexualidad. En este sentido, el lenguaje termina siendo un factor importante al momento de construir el disfrute sexual.  Por ejemplo, tal como afirma Raquel Rottman, psicóloga y escritora, en su libro “Corazón con leche”, “casi todas las veces que oímos hablar de vagina en los medios, en su mayoría se está reemplazando el término correcto: vulva”. Si bien la primera forma parte de dicho órgano, es justamente eso, parte de un todo. Por lo que solo decir vagina elimina los otros componentes de la anatomía femenina: el clítoris, los labios y la uretra. 

“Las personas que tenemos vulva tenemos un órgano cuya única función es el placer sexual: el clítoris. A diferencia de quienes tienen pene y que a través de él miccionan, eyaculan y sienten placer sexual”, sostiene Gómez. Por lo que llamar a la vagina por su nombre real, le da significado y le brinda presencia. 

No obstante, en lo femenino no solo se esconde la desinformación. Aunque es más común que los hombres conozcan su cuerpo, es cierto que los mitos y estigmas no se escapan de su imaginario. “Muchos piensan que el tamaño del pene es lo más importante, pero no es cierto. Anatómicamente, la vagina mide 8cm aproximadamente. Como es elástica, en la fase de excitación se extiende un poco más, pero no quiere decir que el tamaño del pene es sinónimo de placer. Y la penetración no es la única forma de llegar al orgasmo”, sentencia Evelyn. 

Entre el miedo y el placer 

“Hay que entender que existen diversas prácticas sexuales que van desde besos apasionados, sexo oral, masajes eróticos, quizás escuchar música, tocamientos… Hay juguetes para estimular, lubricantes saborizados, aceites para masajear, y a medida que vayan explorando e informándose se van a ir descubriendo qué es lo que te gusta o no, que estás dispuesto o no hacer. Todo parte del consentimiento”, señala Gómez. 

No obstante, para hablar de placer sexual y sus diversas formas, es imperativo hablar de prevención. En este sentido, la salud sexual y reproductiva implica conocer en qué consiste el sexo y cómo una persona se puede proteger de enfermedades de transmisión sexual o qué métodos anticonceptivos son los más adecuados para ti. No obstante, en el Perú, eso se cumple con deficiencias. 

Según el Ministerio de Educación (Minedu), la educación sexual integral (ESI) consiste en un conjunto de enseñanzas y aprendizajes que promueve valores, conocimientos y actitudes para la toma de decisiones con relación al cuidado del cuerpo, las relaciones interpersonales y el ejercicio de la sexualidad. Dicho método de enseñanza es importante al momento de prevenir embarazos no deseados y la violencia de género. Tal como afirma el Instituto Nacional de Estadística, entre el 2017 y 2021, en Loreto el embarazo de adolescentes entre 15 y 19 años disminuyó de 30.6% a 18.3%, esto gracias a la implementación de la ESI.

No obstante, según Eirelyn Gómez, a pesar de que la política excite, aún enfrentamos la  desinformación al momento que un adolescente inicia su vida sexual.  “Muchos jóvenes utilizan el condón solo como un método anticonceptivo para prevenir embarazos, pero no se dan cuenta que también es importante para protegernos de las ITS. A través del sexo oral u anal también se pueden dar contagio…Cuando empezamos la vida sexual estamos muy expuestos, porque cuando lo tenemos con una persona también lo estamos haciendo con su vida sexual”, acota la terapeuta. 

Asimismo, Evelyn Gómez también advierte que los medicamentos para prevenir embarazos no son tomados con la responsabilidad que ameritan. “ El mito es que si tomas la pastilla del día siguiente quedarás infértil. Eso no es cierto. Lo que podría pasar es que cambia tu ciclo menstrual, pero puede perder eficacia si se toma con frecuencia y ahí sí podrías quedar embarazada más adelante”. En este sentido, si no se habla de prevención en el país, mucho menos se tomará en cuenta el placer sexual. Por lo que el sexo se reduce a una meta en cojunto: evitar el embarazo. 

Asimismo, muchos jóvenes se guían de “modelos educativos plagados de desinformación sobre como es el sexo en realidad. “Hay muchas formas de llegar al orgasmo y es muy importante explorar qué te gusta. Por eso, todo lo que nos dice el porno, la mayoría son mentira. Es una ficción.  Es como un duro de matar llevado al sexo. En la pornografía hay juegos de cámaras, cortes, tomas. En la vida real es totalmente distinto. 

¿Es normal no disfrutar del sexo?

Algunos factores que alteran nuestro deseo o excitación van de la mano con factores como  el miedo a un embarazo, el estrés, la confianza, ansiedad entre otros. El deseo se refiere a lo que nuestro cuerpo quiere, mientras que la excitación es una respuesta fisiológica. Esta última responde a estímulos sexuales que pueden hacerte o que tú mismo puedes explorar. 

Muchas veces, esa excitación puede terminar con un orgasmo. El momento en el que sientes que tu cuerpo ha liberado las hormonas necesarias para sentirte bien. Sin embargo, existen otros componentes que frenan el placer sexual y que muchas veces impiden el deseado orgasmo. Algunas de ellas son las disfunciones sexuales. Algunas de las más comunes son la endorgasmia, el vaginismo, el bajo control de reflujo eyaculatorio, los problemas de erección, entre otros. Aunque se piensa que estos problemas suceden en la vida adulta, muchas veces dichas disfunciones inician al momento de comenzar la vida sexual. 

“El vaginismo, por ejemplo, es la contracción involuntaria de los músculos que rodean la vagina que imposibilitan la penetración incluso la instrucción de un dedo, un tampón o la revisión médica desde un punto de vista ginecológico. Esto ocurre generalmente por temas psicológicos y hay personas que llegan a la edad adulta con esta disfunción, pero no la tratan por vergüenza. Incluso hay mujeres que han pasado años teniendo relaciones sexuales y nunca han tenido un orgasmo. O chicos que tienen problemas de erecciones y buscan automedicarse por no buscar ayuda profesional”, explica la orientadora sexual. 

Otro error común es pensar que no tener orgasmos está bien. Aunque no es el fin en sí mismo de un encuentro sexual, no tenemos que pensar que no son necesarios. “He conocido mujeres por encima de 30 años que no disfrutan de la sexualidad o mejor dicho no disfrutan del placer pensando que pueden quedar embarazadas”, sostiene Gómez. 

La vergüenza o el miedo al placer frena muchas veces nuestra forma de pensar y entender nuestro cuerpo. Por lo que siempre será necesario buscar ayuda profesional si presentas algún problema en tu vida sexual. Lo más importante es conocer qué te gusta. Disfruta, grita, sentir, gime, pero siempre desde el consentimiento. Porque un beso es solo el inicio de un mundo por explotar.

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