Mientras la capital se prepara para las celebraciones navideñas, el primer año de mandato de Rafael Lópeza Aliaga como alcalde trae consigo desafíos significativos generados por expectativas insatisfechas y promesas inconclusas. Dos analistas políticos ofrecen perspectivas sobre este periodo y anticipan los próximos meses de su gobierno.
Por: Paula Alpún y Nicol Chauca
El 2023 está próximo a acabar, y con este, la Municipalidad Metropolitana de Lima concluye su primer año bajo la dirección de Rafael López Aliaga. Un periodo teñido de controversias.
Este período político ha sido un torbellino de declaraciones y propuestas que juegan entre la fanfarronería y la polémica. Aunque su discurso inicial encontró eco en las calles, el transcurso de los meses ha desbaratado esas palabras, generando un creciente descontento por sus ejecuciones.
La foto de un momento
Rafael López Aliaga ingresa al poder municipal en enero gozando de una aprobación del 44% y una desaprobación del 39%, según IPSOS. En tan solo doce meses, este panorama ha experimentado una transformación notable. Una nueva encuesta realizada por Datum en diciembre de este año revela que el descontento hacia el alcalde bordea el 65%. La efervescente popularidad que lo llevó al triunfo electoral parece haberse disipado en el transcurso de su mandato.
El ascenso a la alcaldía de Lima fue precedido por una controversial campaña electoral. Según Mathías Mackelmann, docente de la Universidad de Lima y experto en comunicación política, López Aliaga construyó una figura pública que no podía pasar desapercibida. Su personalidad polémica y el enfoque populista que lo caracterizó no se ve reflejado en su manera de gobernar dado que “ha mantenido un perfil bajo”, añade el especialista.
Los momentos y propuestas controvertidas que definieron su campaña, según el politólogo Jorge Aragón, “han generado un impacto durante la campaña, pero en la práctica, no resultan efectivas”. Una perspectiva compartida por Mackelmann, quien subraya la complejidad de cumplir promesas una vez se está al frente de la administración.
La expectativas, inicialmente elevadas de sus electores y de la ciudadanía, se encontraban a la espera de acciones y transformaciones inmediatas. Pero, hoy en día el representante de Renovación Popular se encuentra en una encrucijada dado que debe cumplir con sus compromisos. En palabras de Mackelmann, “el alcalde se debe constantemente a sus ciudadanos. Si bien se otorga una legitimidad inicial, esta representa sólo la foto de un momento”, por lo que el apoyo o satisfacción puede cambiar.
Las palabras se las llevó el viento
En su primer día como gestor de Lima, el también apodado ‘Porky’ anunció su compromiso de priorizar la seguridad y los servicios básicos, aspirando a convertir la capital en una “potencia mundial” para el periodo 2023-2026. No obstante, a medida que se termina el primer año de su gestión, las promesas fundamentales permanecen sin concretarse.
Entre las propuestas incumplidas se encuentra la compra de 10,000 motos para fortalecer la seguridad en la ciudad. A pesar de haber afirmado que esto se realizaría en los primeros 100 días, López Aliaga confirmó recientemente que la primera entrega se hará recién en 2024, limitándose a 400 unidades. Durante un evento el 30 de octubre, mencionó la distribución de 4,000 motos para los primeros dos años y la posibilidad de un segundo lote en el futuro.
Con respecto a la ayuda social, el alcalde aseguró que los primeros 80 millones de soles que salieron de su mandato fueron para entregar productos de primera necesidad a las ollas comunes. Sin embargo, recientes críticas de dichos beneficiarios de Huaycán, Villa María del Triunfo y San Juan de Lurigancho señalan que la MML proporciona menos alimentos básicos en comparación con los que entregaba el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis).
En cuanto a la eterna lucha por la reducción de las tarifas de peajes, la situación aún carece de una solución clara. El representante de Renovación Popular, en un principio expresó su determinación de no realizar ningún pago para rescindir el contrato y se comprometió a coordinar con el MEF para afrontar los costos asociados.
Sin embargo, en un giro inesperado, en lugar de anunciar una disminución en los precios, planteó la posibilidad de un aumento a S/ 16.70. Esta propuesta, no obstante, fue desmentida por Rutas de Lima, argumentando que la información se refería a una comunicación anterior. La incertidumbre persiste: ¿se incrementarán o disminuirán las tarifas? ¿Cuál es el estado actual del contrato?
En relación con la entrega de la ampliación del Metropolitano, originalmente programada para finales del año pasado, cabe resaltar que, aunque su ejecución se inició antes del inicio de la gestión del actual alcalde, lamentablemente, su conclusión fue incompleta.
Después de enfrentar diversas subsanaciones se proyectaba que entraría en funcionamiento al 100% durante el presente año. No obstante, según un informe del observatorio Lima Cómo Vamos que nos fue proporcionado, si bien se considera finalizada, se optó por una implementación por etapas, comenzando con la activación de solo cuatro de las 18 nuevas estaciones ubicadas a lo largo de la avenida Universitaria.
Bajo este contexto, ambos analistas resaltan la falta de concreción en las promesas y señalan que, aunque algunas iniciativas pueden ser realizables, requieren tiempo y un enfoque más detenido. Por ello, coinciden en que son medidas positivas, pero que pueden resultar poco sustanciales, generando escepticismo en la ciudadanía y afectando la percepción de López Aliaga como político.
Con la cabeza en otra parte
Las intervenciones mediáticas del burgomaestre han sido consistentemente controvertidas, destacándose por los frecuentes cambios de opinión. Esto se evidencia claramente cuando el gobierno sugirió la implementación de un “Plan Bukele” para abordar la inseguridad ciudadana.
Inicialmente, López Aliaga declaró en una entrevista para Canal N que “es un tema completamente distinto, pues el Perú tiene su propia dinámica”. No obstante, en días posteriores, modificó su postura al afirmar que el “Plan Bukele” podría ser adaptado, al menos en lo que respecta a Lima Metropolitana, llegando incluso a proporcionar ejemplos concretos de cómo este plan podría ajustarse a la realidad local.
Aragón destaca que el constante vaivén de posturas no solo pone en entredicho su credibilidad, sino que también se erige como un factor decisivo en su desaprobación. A la vez que repercute directamente en la estabilidad de la administración y suscita dudas en la opinión pública, planteando incertidumbres respecto a la orientación futura de la gestión.
Bajo su punto de vista, “la capital no puede permitirse operar en piloto automático, ya que su funcionamiento actual presenta deficiencias significativas. Necesitamos un gestor capaz de manejar eficientemente los asuntos”. De ahí que la falta de claridad en la comunicación provoque una sensación generalizada de carencia de un plan de gobierno definido, sugiriendo que las acciones se toman de manera improvisada.
Aragón plantea la posibilidad de que López Aliaga utilice la falta de recursos como argumento para justificar sus polémicas decisiones. Sin embargo, la percepción general del electorado va más allá, insinuando que podría ser interpretado como un líder que no ha logrado gestionar de manera efectiva y que se encuentra envuelto en contradicciones.
Mackelmann aporta otra perspectiva al sustentar que estas no serían simplemente excusas. Sostiene que, a pesar de la buena voluntad y el entusiasmo por el cambio, una vez en el poder te enfrentas a obstáculos significativos que limitan la capacidad para implementar sus ideas. Este diagnóstico se atribuye al débil sistema político existente en el país. “Rafael, caracterizado como un outsider que aspiraba a la presidencia, adapta sobre la marcha su plan nacional al contexto municipal, evidenciando la falta de una estrategia específica para Lima”.
En consecuencia, Aragón considera que la raíz de estos desafíos radica en la falta de enfoque en la capital. A su juicio, la alcaldía parece ser un “premio consuelo” que busca utilizar como trampolín hacia la presidencia en un futuro cercano. Este enfoque hacia futuras ligas mayores podría estar desviando la atención y el compromiso con los asuntos inmediatos y cruciales que enfrenta.
Lima potencia mundial
¿Cuál es el camino para convertirnos en una ciudad de primer mundo o al menos mejorar nuestra situación, ya de por sí complicada? Con un elevado índice de delincuencia y numerosas familias sumidas en la pobreza, la sensación generalizada entre los ciudadanos es la de abandono. Entonces, ¿cuáles deberían ser las acciones prioritarias del alcalde?
Según Aragón, la clave radica en que López Aliaga se centre exclusivamente en su gestión, abandone la búsqueda de pretextos, desarrolle propuestas concretas y deje atrás su actitud sectaria. Pues considera que “tiene muy poca capacidad de convocatoria en una ciudad que necesita consensos sobre cuestiones básicas”.
Por otra parte, Mackelmann resalta que cuestiones como la inseguridad, el transporte e incluso la inflación recaen bajo la responsabilidad de la presidencia. Sin embargo, la ciudadanía tiende a asociarlos incorrectamente con la Municipalidad de Lima. “La gente no suele diferenciar, por lo que se requiere un esfuerzo conjunto para resolver los problemas desde la raíz”.
El experto agrega que es imperativo mejorar la comunicación con la ciudadanía. Esto implica explicar de manera más detallada las acciones emprendidas, adoptar un tono más conciliador y utilizar tanto las redes sociales como la televisión como herramientas para llegar a la población. “Al final es necesario que resalte los aspectos positivos, pues si no los tienes, aunque la gente te adore, no te va a aprobar”. Sin embargo, ambos expertos coinciden en un sombrío pronóstico: no vislumbran un cambio en la actitud del alcalde ni creen que sea posible. Aragón sostiene que él no tiene intenciones de cambiar su forma de llevar las cosas y tampoco cree que pueda. Entonces, pronostica que nos estamos acercando una vez más a una gestión municipal que nos va a poner como una ciudad que retrocede.
