Víctimas y villanos: el problema de simplificar los hechos

En un mundo digital saturado de información y polarización, el conflicto entre Israel y Hamás no solo se libra en el campo de batalla, sino también en las redes sociales. En medio de esta expansión, existe la preocupante tendencia a adoptar posturas apresuradas.

Por: Nicol Chauca y Nicole Vilca

La cruenta confrontación entre Israel y Hamás es una guerra que ha estado en ebullición durante muchos años. Junto a esto, se colan otros conflictos que trascienden lo físico, donde los protagonistas de esta guerra son los usuarios en redes sociales. Las herramientas y tácticas de esta batalla están centradas en la manipulación de imágenes y discursos que a menudo son simplificados. Ante todo esto, surge la duda ¿cuál es la necesidad de tomar bandos? 

La raíz de este conflicto tiene una base profunda vinculada a aspectos históricos, culturales, religiosos, económicos y políticos. Las cuales resultan esenciales para comprender la problemática y no caer en la simplificación de los hechos, que son una desventaja para entender al mundo, al reducir situaciones complejas a lo “bueno” y “malo”, según nos comenta José García Contto, investigador y semiótico.

Villanos y víctimas

Actualmente, la sociedad tiende a tomar partido precipitadamente en crisis complejas como la que involucra a Israel-Hamás. Esta tendencia tiene que ver con la forma en la que el ser humano entiende su entorno en base a narrativas, explica García. 

Según comunica el entrevistado, contar historias es una necesidad humana, pero esto implica abordar la realidad de manera más sencilla y fácil para manejar el relato. ¿El resultado? Para García, hoy en día, las posturas se han vuelto notablemente extremas.

Una mirada reduccionista de los hechos genera un esquema de blanco y negro, dejando de lado los grises existentes. Esto, en la actualidad, va más allá de solamente expresar respaldo a uno de los bandos en conflicto, puesto que, por medio de redes sociales, se busca deshumanizar a las personas

Como señala José García Contto, “durante periodos de guerra, se busca movilizar las imágenes para generar un impacto emocional, y así se perciba al contrincante como inhumano.” 

Por su parte, el analista internacional, Fabián Vallas, este tipo de conflictos trae consigo una batalla de imágenes en la que tanto Palestina como Israel se disputan la opinión pública. Este enfrentamiento se agudizó con la expansión de las redes sociales.

Siguiendo a García, la presión social es la razón predominante por la que tomamos una posición acerca de una problemática de manera acelerada. Bajo su punto de vista, este fenómeno adquiere aún mayor intensidad en el entorno de las redes sociales, donde las personas se ven presionadas a tomar partido sin cuestionarse y reflexionar previamente las razones y el propósito detrás de su elección. 

Esta característica intrínseca del ser humano se acentúa en el mundo digital, especialmente en las redes sociales, cuyo formato obliga a los usuarios a explorar la temática expuesta de manera superficial. Cabe destacar que cada plataforma de redes sociales está adoptando formatos más breves de contenido con el fin de mantener la atención del usuario durante períodos más prolongados, dado que la mayoría de los internautas no permanecen el tiempo necesario para consumir una publicación en su totalidad. 

Tan solo un usuario promedio de Tik Tok dedica entre 3 y 8 segundos a la visualización de un video antes de desplazarse hacia el siguiente. Esto ocasiona, según García, que la mayoría de los cibernautas se queden solo con la primera impresión de lo que consume, debido a que “la mayor parte de usuarios (ya sean lectores, internautas, oyentes y radio oyentes) casi nunca se queda a escuchar, leer o a ver todo lo que se desarrolla y explica, sino que se queda con el titular y los primeros 20 segundos de contenido”. 

La simplificación de los hechos para crear una narrativa de lo que está ocurriendo reduce a los actores involucrados a dos únicos bandos: el villano y la víctima. Esto genera, como continúa García, que el entorno de las redes sociales esté polarizado, porque no se admite que se profundice en el tema, “el número de caracteres y formato es limitado”. Y no muchos se interesan por entender la historia de forma lógica porque “las emociones son principalmente de tipo emotivo”, añade Vallas. 

El rol de las emociones

Un conflicto como el actual se ve plagado de imágenes que desencadenan respuestas emocionales profundas, generando sentimientos de solidaridad, compasión y efectos psicológicos notorios. La multimedia, según los especialistas, intenta deshumanizar al rival, porque ya no solo presenta un discurso a favor de algún bando, sino que plantea la idea de que “el otro” es inhumano.  En este contexto, se origina otro elemento crucial que incita a la toma de partido: las percepciones.

La teoría de la Gestalt, teoría que se enfoca en la explicación de cómo los seres humanos perciben su alrededor, reconoce dos leyes fundamentales: la ley de continuidad y la ley de la buena forma o de familiaridad. Estas dos se resumen en que todo aquello que se encuentre incompleto, se rellenará con la información que se tenga en nuestra memoria; es decir, se completará con lo más familiar. De acuerdo a García, frente a eventos que percibimos de manera parcial o reducida o del cual únicamente se conoce el titular, cada individuo completa con la forma que tenía previamente almacenada en base a la experiencia o el aprendizaje obtenido por la recepción del contenido de otros medios de comunicación. 

La percepción no es mala, ni mucho menos una sorpresa porque es inherente al ser humano. Sin embargo, el problema aparece cuando no se consume la información brindada por los medios de manera crítica, porque cómo afirma García: “nadie quiere complicarse la vida buscando más información y tratando de validar lo que recibe”.

Esta preocupación es aún más relevante debido a que los medios de comunicación, en calidad de empresas, no mantienen una posición neutral en cuanto a la información que presentan, y, en lugar de ello, a menudo ofrecen una perspectiva sesgada. Como continúa explicando este experto, “si la mayoría no discierne la información recepcionada ¿cómo se espera que se tenga la capacidad de mantener la neutralidad frente a algo que los medios presentan de manera polar?”.

Por tanto, los discursos se hallan intrínsecamente polarizados, dado que la percepción de un conflicto depende en gran medida de qué fuentes de información se consumen y de si se realiza el ejercicio crítico de evaluarla. Como lo argumenta García, resulta desafiante mantener una postura imparcial en un entorno caracterizado por la polarización, ya que cuestionar uno de los lados desencadena un círculo vicioso en el que el entorno cercano tiende a etiquetarte como simpatizante del “bando rival”. 

El problema de la simplificación de los hechos es que el juego de plantear tan solo a un villano y una víctima enceguece el panorama. Esto ocasiona que se ignore una verdad fundamental: siempre los más afectados son los miembros de la sociedad civil que viven en cada uno de los “bandos” dentro de un conflicto. Al centrarse en una narrativa binaria, no se toma en cuenta el sufrimiento, las opiniones y las perspectivas de quienes no están directamente involucrados en el enfrentamiento, perpetuando un enfoque estrecho y deshumanizado de la realidad de los conflictos.

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