No hay duda alguna de la influencia que tienen algunos personajes dentro de las redes sociales pero, ¿qué sucede cuando una situación delicada de violencia contra la mujer es minimizada y difundida a modo de burla?
Por: Paula Alpún y Stephano Jiménez
Un boxeador y un influencer se sientan a conversar para un podcast. Entre risas, una confesión alarma a quienes los escuchan: una presunta violación sexual de una menor de 15 años, contada a modo de anécdota, intenta pasar desapercibida. No lo logra.
Jonathan Maicelo, deportista peruano, y el tiktoker conocido como Makanaky son dos de los tres protagonistas de esta lamentable historia. En alguna parte del país, la víctima de este caso de violencia relatado sin remordimiento revive la historia. Las redes sociales se han convertido en espacios para todo, inclusive para las agresiones contra las mujeres. Con un índice de 10 mil casos reportados solo en enero, según cifras del Ministerio de la Mujer, la preocupante situación ha pasado de la realidad física a lo virtual.
Ante ello, conversamos con Mabel Aguilar, experta en periodismo digital y docente de la Universidad de Lima, y con María Pía Correa, psicóloga clínica y especialista en temas de violencia, para analizar cuánta cabida tiene la violencia contra la mujer en el ciberespacio, así como la responsabilidad y el tino a la hora de hacer publicaciones relacionadas.
Sin filtro
En las redes sociales cada uno busca generar interacción con sus audiencias. Desde seguidores que son amigos o personas del entorno, hasta el perfil de un creador de contenido persigue este objetivo en el universo de lo virtual. Sin embargo, estos espacios aún no presentan un abordaje específico sobre la obligación de ser cuidadoso con temas tan alarmantes ligados a las agresiones y sus víctimas. “Esto viene de una normalización de la cultura de violencia que da espacio a estos pseudo influenciadores para relatar dichas situaciones como anécdotas”, nos comenta Mabel.
Se vuelve el reflejo de una triste realidad que nos sacude desde hace décadas, mucho antes del boom de los medios digitales. Como nómada, emigró. “Es una demostración de lo que pasa dentro de nuestra sociedad y lo más preocupante es que no se cuestiona las acciones de la persona que agrede”, explica la psicóloga. Si bien ahora las denuncias se dan con mayor frecuencia y comienzan a usarse las redes sociales para alzar la voz, nos encontramos en un proceso aún lento y regido por el miedo.
Como declaró el mal llamado influencer Makanaky hace poco, lo que buscaba con aquella declaración era fama, sin importar la degradación de un ser humano. Esto es lo que nos señala Mabel, pues “estos supuestos influencers calzan perfectamente en este baño de popularidad que se dan en las redes y se les celebra. Querer likes genera que no tengamos un respeto hacia las víctimas”. Al ser comunidades de libre acceso, se convierten en lugares en los que la información se difunde sin un factor trascendental: el filtro periodístico. Sin embargo, el trabajo de los creadores de contenido debería regirse bajo una responsabilidad de las posibles repercusiones que ocasionen sus publicaciones. Como la especialista en periodismo digital menciona, “no se puede buscar mediatizar a la persona como si fuese un producto”.
La decisión es nuestra
El papel de la audiencia es indispensable en un ambiente que ha estandarizado ciertos estereotipos. Al fin y al cabo, somos nosotros, el público, quien le da el poder al contenido de viralizarse o no. Compartir videos, stories o posts que aluden a modo de mofa a este tipo de situaciones solamente triplica el dolor de la víctima.“Si se está visualizando violencia en sí, se produce una revictimización porque lo sufre alguien que lo ha sentido o ha sido testigo”, anota María Pía. Ella nos indica, además, que es necesario aquel cuestionamiento de nuestros valores o creencias ante este tipo de publicaciones. Ese sentido crítico es el que Mabel Aguilar también resalta. La cancelación por parte de la audiencia es una herramienta necesaria de combate.
Ambas concluyen con que este problema se encausa a nivel social y cultural. Eliminar esta normalización de la violencia en una sociedad tan particular como la nuestra no sucederá de la noche a la mañana. El primer paso ya se dio: reconocer y actuar ante actos de agresión que se den o sean divulgados en medios tan concurridos como lo son las redes sociales.
