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Luis Jaime Cisneros: “Los peruanos no han votado por un modelo marxista leninista, sino que han votado básicamente por la nada”

Estando a puertas de la juramentación oficial del presidente electo Pedro Castillo, el periodista internacional Luis Jaime Cisneros comenta para Nexos lo que esta toma de mando representa para la región, así como las acciones inmediatas que deberá encaminar el próximo gobierno.

La semana patria más atípica de nuestra historia reciente acaba de comenzar. Es la celebración de los 200 años de vida republicana en medio de una crisis sanitaria mundial y con el nombramiento de un nuevo presidente que pocos se esperaban y muchos desaprueban. Todo, encima, tras un periodo de inestabilidad política fulminante que tuvo hasta cuatro presidentes en una sola semana. La situación es innegablemente compleja. Fue recién el pasado lunes 19 de junio que se nombró, de manera oficial, a Pedro Castillo como gobernante electo del Perú del Bicentenario. A horas de la ceremonia del 28 de julio, Luis Jaime Cisneros, periodista peruano de la Agence France Presse, conversó con Nexos sobre los detalles y peculiaridades de este complicado contexto, profundizando en lo que el nuevo periodo electoral representa para la región latinoamericana.

El escenario de la elección de Pedro Castillo está caracterizado por una serie de ‘primeras veces’ en muchos sentidos, ¿cómo describirías el panorama general?

Creo que la elección de Castillo está marcada por fuertes símbolos en la historia peruana, empezando por algunos hechos que parecen coincidencia o hechos anecdóticos. Es la primera vez en la historia que un maestro rural accede a la presidencia por voto directo, o más precisamente, un campesino peruano. Visto desde fuera, es muy simbólico que no tenga ninguna implicación directa ni conexión con las élites empresariales, económicas o culturales del país. También me parece una coincidencia alegórica que el lugar de origen de Castillo sea Cajamarca. Es la tumba del imperio incaico en 1533 y es también la cuna del catolicismo en el Perú, en la medida en que Atahualpa murió ejecutado por los españoles por blasfemia, por escupir la biblia y arrojarla al piso. Son detalles significativos y me sorprende que no se hayan exportado mucho, sobre todo por las fechas, por los 200 años. También es complejo entender desde fuera cómo es que, en un contexto en el que el comunismo está de caída, el Perú elige un candidato de un partido marxista leninista.

¿Eso qué significa?

Es que en rigor esto no es así. Los peruanos no han votado por una ideología: el grueso de peruanos – o, mejor dicho, el 50 más 1 – ha votado por un candidato que simboliza de alguna manera la rebeldía, la indignación tras un año de pandemia que ha disparado las desigualdades en el país. La pandemia ha desnudado lo que parecían ser las virtudes del modelo en el Perú. Entonces yo lo que veo es que han encontrado en este maestro rural bastante fuera del esquema, o lo que se llama un outsider de la política, un candidato ideal. Esta elección también guarda bastantes similitudes con la de Alberto Fujimori en el 90, pues también él fue en su momento un outsider que se impuso a la totalidad de la clase política, partió como un desconocido en la elección y terminó ganando. Perú Libre se lanzó a las elecciones legislativas en enero del 2020 con Cerrón y no sacó ni un candidato. Recién en octubre llaman a Castillo, y el resto ya es historia.

¿A qué quieres llegar con eso?

Los peruanos no han votado por un modelo marxista leninista, sino que han votado básicamente por la nada. Cuando uno está indignado vota por lo nuevo, lo primero que ve y con lo que se siente más identificado.

Hablando de presidentes que llegaron al poder sin ser parte del establishment peruano, ¿el caso de Velasco puede ser parecido a este?

No, porque recordemos que Velasco llegó con un golpe militar. Lo que sí es interesante subrayar, y es algo que Pedro Castillo ha mencionado en varias entrevistas de medios regionales, es que él es un hijo de la Reforma Agraria. Velasco puede ser, en el imaginario popular peruano, el antecedente más cercano de lo que ha sido un gobierno de izquierda. Por más que la mayoría de sus ideas no caminaron, fue ese golpe el partidor de aguas contra la oligarquía peruana, y sobre todo contra la derecha peruana, a partir de reformas sociales que marcaron un antes y un después. ¿Y por qué lo menciona Castillo? Porque él decía que sus padres, campesinos, se beneficiaron con tierras a partir de la reforma agraria. Con lo que cultivaban le pudieron pagar su educación. Ese es un símil o un referente que creo va a acompañar el discurso en los 5 años que vienen, o los que esté en el poder. Va a ser un gobierno frágil, y no porque él lo sea, sino porque las instituciones peruanas son frágiles desde hace casi 2 décadas, desde el fujimorismo, que las golpeó y demolió con el fin de instaurar una autocracia.

Con un congreso frágil y dividido, ¿cuáles deberían ser las primeras acciones a tomar del presidente Pedro Castillo una vez empiece su mandato?

Ahí no hay vuelta que darle. El tema de la salud por la pandemia va a tener que ser el número uno, número dos y número tres. Eso y la crisis económica van a ocupar los primeros lugares de la agenda por lo menos la mitad de su mandato. También va a ser interesante ver como Castillo combate el tema de la corrupción. Tenemos cuatro ex mandatarios envueltos en escándalos, y el juicio a Keiko este año. Por su lado, tiene toda la mochila cargada con las acusaciones a Cerrón.

¿Qué puede suceder con Vladimir Cerrón?

Yo creo que Castillo no se puede deshacer de Cerrón. Finalmente, él es el jefe del partido oficialista. Si los procesos y las investigaciones de la fiscalía por los casos de corrupción en Junín siguen su curso, Cerrón debería optar por tener un perfil más bajo o ceder su cargo a alguien que no opaque la figura presidencial. Pero dudo que eso vaya a ocurrir. Lo que vamos a tener son hasta tres corrientes de izquierda: los cercanos a Cerrón, los cercanos a Castillo y los más progresistas.

Probablemente se tenga que llegar a muchos consensos y alianzas con diferentes ramas políticas…

Lo que debería hacer es buscar fórmulas de consenso en la medida en que no tiene mayoría en el Congreso. Sino le puede pasar lo mismo que a Kuczynski. Tiene que apartarse de los duros y radicales de izquierda y buscar acuerdos con el centro izquierda. Sin embargo, esto no puede significar renunciar a sus principales banderas, como la Constituyente. El tema es que esta puede ser un arma de doble filo también. Primero porque si va a ser convocada por referéndum, puede que no gane, o que cuando se produzcan las elecciones para la Constitución sean minoría. Entonces este podría ser hasta un elemento distractivo en plena pandemia.

¿Hay posibilidad de que se busque la vacancia?

Es un escenario siempre posible en el Perú, pero yo no lo veo en el corto plazo. Me parece que, por las primeras declaraciones que he escuchado de congresistas de Renovación Popular y de César Acuña, hay una actitud de ‘vamos a ver cómo se presenta el menú de Castillo’.

¿Cuál es tu percepción de la oposición? Así como se habla de la izquierda radical, también se ha visto muchas actitudes de una derecha radical.

Yo diría que en el caso de la derecha se enfrenta a la misma disyuntiva que tenía la izquierda hace años: la división. Fue con tres candidatos: De Soto, López Aliaga y Fujimori. Y es entre ellos mismos que se han clavado los cuchillos. En la segunda vuelta intentaron hacer una fuerza común para no perder, pero no funcionó. Lo que se viene ahora es una etapa muy complicada para el fujimorismo en el congreso, pues van a tener que pelear por recuperar su espacio político propio, que es una derecha populista. Ahora está la extrema derecha que representa López Aliaga y que por primera vez tiene espacio en el congreso con un nicho duro. El fujimorismo es históricamente una amalgama autoritaria con economía neoliberal. Fácilmente puede ser absorbida por López Aliaga, ahí Keiko pierde un espacio valiosísimo.

¿Puede existir un fujimorismo sin Keiko Fujimori?

No, absolutamente no. Ya se demostró, entre el año 2001 y el 2006, que el fujimorismo estuvo huérfano de alguna figura familiar y las votaciones que obtuvieron fueron ínfimas. Igual, ya son 15 años del fujimorismo con Keiko y ha quedado claro que con ella no es. Que los peruanos no quieren. Ellos sí se juegan la supervivencia. No les conviene estar siempre en la misma foto con López Aliaga, la figura más incendiaria que va surgiendo en la política peruana del siglo XXI. El juicio que se viene este año es uno que le puede permitir a Keiko  acabar en la cárcel o acabar inocente y encumbrada. En política no hay cadáveres hasta que un político está muerto.

Hay muchos discursos que convergen en Pedro Castillo. Izquierda en lo económico, pero conservador en cuanto a lo social. ¿Dónde quedan los derechos individuales de las minorías?

Hay una peculiaridad de Castillo. Es un tipo de izquierda y un tipo conservador en lo social. Está en contra del aborto, del matrimonio homosexual y la eutanasia. Curiosamente ahí Castillo se conecta con otra mayoría popular en el Perú: los religiosos. Eso refuerza esta percepción inicial de que el voto de Castillo no es un voto ideológico, sino que es un voto de gente indignada. Hay que agregar que la izquierda tradicional nunca se ha caracterizado por estar a favor de los derechos de las minorías sexuales ni mucho menos. Históricamente, los partidos comunistas del siglo XX han estado en contra de eso, han perseguido homosexuales. Lo hemos tenido claro en el Perú, con Sendero Luminoso y el MRTA. Pero el gobierno va a tener que idear algunas políticas para acercarse a estas minorías, pues tampoco me parece que sea la intención de Castillo dejarlas varadas.

Finalmente, a nivel regional, ¿cómo se ve este trance de la derecha a la izquierda?

De alguna manera hay una corriente en la región en la que las izquierdas de todo calibre están regresando al poder. Y el Perú ha engrosado esas corrientes, como también pasó notoriamente en Argentina y en México. Quizás la apreciación más importante que existe a nivel internacional es que el Perú es uno de los pocos países que va a pasar de criticar al régimen chavista de Venezuela a tener una condición, si no neutral, de aliados. Como Bolivia, que también pasó de la derecha a la izquierda. También puede que se vuelva un aliado de Cuba. Vamos a ver qué pasa con las elecciones presidenciales de Chile en octubre, donde la izquierda es favorita para ganar, y también en Brasil, con Lula. Esos son detalles que no deben pasar desapercibidos. Los primeros gestos diplomáticos dirán si el Perú va a conformar una suerte de eje bolivariano en cuanto a política exterior con Bolivia y Venezuela.

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