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La vida después de la vacuna: ¿Podemos ya recuperar nuestra normalidad?

Con más de 10 millones de dosis aplicadas, muchos ya experimentan un sobrevalorado sentimiento de seguridad frente al COVID-19. Nexos conversó con dos especialistas sobre cómo debería ser nuestro comportamiento más allá de haber sido supuestamente inmunizados.

El mundo sin mascarillas o distanciamiento se ha convertido, para el Perú, en una suerte de ‘tierra prometida’, con la vacuna como el salvavidas máximo que conducirá nuestro barco a la deriva al puerto en el que finalmente podremos reencontrarnos y recuperar los placeres de la vieja normalidad. De esta manera, el buen ritmo que mantiene el proceso de inmunización se vuelve un elemento esperanzador, pero también en excusa para que varios bajen la guardia en un momento crítico de suspenso mundial, en el que muchos países empiezan a ver los primeros efectos de la variante Delta de la COVID-19. En este contexto, es importante preguntarse sobre la actitud que deberían asumir los peruanos vacunados que hoy han regresado a las calles con cuidados relajados y que incluso empiezan a hacer nuevamente vida social.

Para César Ugarte, epidemiólogo e investigador de la Universidad Cayetano Heredia, nos encontramos en un momento aún complicado en el que personas vacunadas conviven con las que aún no han accedido a alguna dosis. Una mezcla que no debería significar peligro alguno, si no existiera una falsa sensación de seguridad por parte del sector ya vacunado. “El tema es que ellos ya están protegidos y tienen mínimas posibilidades de hacer una enfermedad grave. Pero si los tenemos paseando por el país sin mascarilla y en lugares de poca ventilación, se convierten en fuentes de contagio para el resto que no está inmunizado”, explica.

Por su parte, Manuel Loayza, médico epidemiólogo de la Escuela de Posgrado de la Universidad Norbert Wiener, enfatizó que si algo deja como enseñanza esta pandemia es que solo la podremos dar por superada cuando todos estemos inmunizados. “La única forma de cerrar la cadena de contagio es con una vacunación rápida que no deje mucho margen temporal a esta convivencia entre vacunados y no vacunados. Sin embargo, los peruanos deben entender que el día después de haber sido inmunizados no marca el fin de la pandemia”, añade.

¿Qué tan cerca estamos?

En un país acostumbrado a recibir una crisis tras otra, destacan las pocas gestiones que sí marchan bien. Para el Perú, este es el caso del programa de vacunación contra el COVID-19, el cual ya se encuentra inmunizando a la población etaria entre los 40 – 49 años. Con esto, no es del todo ilógico pensar que ya podríamos estar cerca del final de este periodo terrorífico de encierro, aislamiento y pérdida. Sin embargo, existen una serie de factores que nos proponen reconsiderar el contexto en el que nos encontramos y los peligros de traer a nuestro territorio el modelo de ‘normalidad’ que actualmente se vive en algunos países de Europa o Estados Unidos.

Sobre ello, César Ugarte explica que, a pesar de que nuestro país mantiene una buena velocidad de vacunación, uno de los principales elementos que preocupan a la comunidad científica es que este no ha ocurrido de forma homogénea a nivel nacional. “Así como tenemos casos de éxito en Lima y Tacna (donde ya están inoculando a los mayores de 30 años), también tenemos regiones donde no se ha superado la brecha de los 60. Esto significa que tenemos una importante cantidad de adultos expuestos en regiones y la posibilidad de saturar nuevamente hospitales al interior del país”, indica.

Siguiendo esta línea, Manuel Loayza destaca la necesidad de invocar a la prudencia, paciencia y empatía. “Seguir cuidándonos después de ser vacunados no es un concepto fácil de asimilar para la población, sobre todo cuando se experimenta un hartazgo de la pandemia y cuando tenemos a un sector que ha viajado a vacunarse anticipadamente en el extranjero, regresando con una perspectiva de la emergencia sanitaria que no se ajusta a la realidad peruana”, señala. 

De esta manera, ambos epidemiólogos apuntaron la importancia de concebir la enfermedad como un problema colectivo y cuyas consecuencias afectan tanto a vacunados como no vacunados. “Después de todo, el riesgo más grande es que los indicadores sanitarios vuelvan a empeorar, tengamos nuevamente hospitales saturados, que el Gobierno implemente nuevas restricciones y todos volvemos a lo mismo. Aquí todos pagamos los excesos del resto, así que lo más sensato es seguir guardando los cuidados y ver cómo llegamos a fin de año con el cronograma”, agrega Ugarte.

Contestando la pregunta, los expertos consideran que se han logrado importantes avances, pero no estaremos cerca a nuestra entrañable ‘normalidad’ hasta que en el Perú se hayan vacunado al 80% o 90% de la población. Por ahora la recomendación es no dejar los otros mecanismos de protección como la mascarilla, el distanciamiento y los múltiples protocolos.

El factor Delta

Por otro lado, es importante recordar que este relajo de medidas y cuidados se produce cuando el mundo empieza a registrar los efectos de la aparición de la temida variante Delta del COVID-19. Una mutación natural del virus que tuvo origen en la India y que resulta en un 64% más contagiosa que la cepa inicial de la enfermedad, generando la posibilidad de mayores hospitalizaciones (según lo indicado por estudios recientes).

“La Delta multiplica considerablemente la cantidad de casos de contagio que se puedan presentar y es precisamente una de las razones por las que la vacunación es una carrera contra el reloj. No solo tienes que lograr vacunar a más del 80% de la población, sino hacerlo en el menor tiempo posible, de lo contrario, nada nos asegura que no veremos una tercera ola en los próximos meses”, advierte Ugarte.

Siguiendo esta línea, el especialista precisó que ya se han visto casos de contagio de la variante Delta que fueron rastreados a personas vacunadas, por lo que es especialmente importante que este sector de la población continúe acatando las normas que rigen para todos. “Actualmente tenemos 9 casos confirmados de la variante, esta ya circula por más de 70 países en el mundo”, subraya.

Por otro lado, Loayza rescata que las vacunas con mayor eficacia han demostrado brindar protección contra esta variante y descarta la posibilidad de que surjan nuevas con características que incrementen índices de mortalidad o que inhabiliten todas las vacunas generadas hasta el momento. “Si bien este virus ha sorprendido a la comunidad científica por diversas razones, es poco probable que una mutación pueda reunir todas las características necesarias para ser perfecta e imparable”, indicó.

Igualmente, es importante tener en cuenta que las vacunas Sinopharm (aún por confirmar), Pfizer y AstraZeneca son solo un 33% efectivas contra la variante Delta luego de una sola dosis. Para estar protegidos en más de un 60% son necesarias las dos dosis. “Para ello, el Estado está dando las facilidades necesarias para ayudar a aquellas personas que por diversas razones no pudieron vacunarse en su turno o cuentan con solo una dosis”, aclara Loayza.

No somos los primeros

Finalmente, Ugarte remarca que en las próximas semanas debemos estar atentos a los indicadores mundiales y observar qué países registran rebrotes importantes a pesar de contar con un proceso de vacunación avanzado. “No somos el único país que ha relajado medidas. En Inglaterra ya están empezando a ver los resultados de los excesos que deja una Eurocopa con estadios llenos. Estados Unidos prácticamente se ha convertido en un paraíso de ‘normalidad’, y hoy en Michigan ya  empezó a pasar factura el tema (siendo un estado que cuenta con más cantidad de vacunados que todo el Perú)”, advierte. En ese sentido, invitó a los peruanos a no abandonar las costumbres adquiridas, con el objetivo de salir realmente de la situación cuando sea seguro hacerlo.

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