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El regreso de los cines. ¿Por qué la función no puede aún continuar?

A pesar de contar con un 40% de aforo aprobado, las salas cinematográficas en el Perú aún siguen con las butacas vacías. Y la negativa de sus operadores a operar mientras no se autorice que ofrezcan comida hacen que esta sea una de las pocas industrias que aún no logra empezar su viaje hacia la reactivación.

Después de tantos meses de encierro, finalmente sentimos que el tiempo vuelve a amoldarse a nuestra vida. Volvemos a las calles, a los restaurantes, a las playas, a los viajes, e incluso a los gimnasios, pero olvidamos brevemente que la repercusión de la pandemia no ha pasado en todos lados por igual. Para el cine Alcázar, por ejemplo, sigue siendo marzo del 2020, un espacio vacío y con afiches de estreno que anuncia cintas como ‘Parásitos’, ‘Sonic: La película’ o ‘No me digas solterona 2’. Si bien algunos filmes tuvieron la suerte de ver la luz antes de la pandemia, existen otros tantos que han quedado atrapados en las cápsulas temporales que son ahora las salas de cine en el Perú. Museos nostálgicos de lo que fue alguna vez la experiencia de compartir una película con desconocidos y que hoy arriesgan su extinción total. Luego de más de 15 meses de una devastadora paralización, la Asociación Nacional de Salas de Cine (ANASACI), junto a gremios de productores y cineastas peruanos, reclama el regreso de las pantallas grandes pero con protocolos coherentes con la naturaleza del negocio.

No es cine sin canchita

Si bien muchos auténticos cinéfilos pueden asegurar que la experiencia de ver una película no está condicionada en absoluto con el factor ‘canchita’, para las grandes cadenas de cine sí. Entender el porqué implica también saber cómo la industria genera utilidades. Sobre ello, Mónica Ubillus, presidenta de ANASACI, explica que el precio del boleto se reparte casi íntegramente entre las productoras, distribuidoras y un gran porcentaje en impuestos. “Al final del día, las salas de exhibición se quedan con alrededor de S/. 3,90 por cada entrada vendida, con lo cual no sobrevive un negocio como el nuestro. Nosotros tenemos un amplio personal y un local que debemos mantener. La rentabilidad del cine nunca estuvo en la venta de entradas”, comenta para Nexos.

De esta manera, el gremio aclara que el rol que cumplen las confiterías dentro de sus establecimientos ha sido y seguirá siendo fundamental para sostener el negocio, por lo que resulta completamente inviable volver a abrir con un protocolo que prohíbe el consumo de alimentos en las salas. “El plan elaborado por el Ministerio de Salud (Minsa) refleja la falta de voluntad de las autoridades peruanas para trabajar por la reactivación de los cines. Llevamos diez meses teniendo conversaciones con ellos, y en este periodo han cambiado el equipo de trabajo cuatro veces, llevando nuestras coordinaciones a cero en cada oportunidad”, agregó Ubillús.

Por otro lado, la representante de ANASACI, advirtió que los requerimientos presentados por el Minsa pueden resultar engañosos, ya que establecen un aforo del 40%, pero solicitan también una distancia mínima de dos metros entre espectadores. “Si vemos la distribución de butacas en muchas salas pequeñas, nos damos cuenta que la capacidad real no es del 40% sino menor. Esto vuelve la situación aún más dramática, ya que posiblemente las distribuidoras no estén interesadas en estrenar con salas tan vacías”, señaló.

Sustento científico

Parte del reclamo, al que se ha unido la Asociación de Empresas Cinematográficas del Perú, es que las decisiones tomadas por las autoridades de salud en nuestro país no están siendo sustentadas con estudios científicos ni son coherentes con los resultados obtenidos en otros países de la región como Bolivia, Colombia o Argentina. Sobre ello, Diana López Chiu, gerenta de márketing de Cinemark y vocera del gremio de cines, recientemente declaró al diario El Comercio que ya se han realizado estudios para medir las probabilidades de contagio en una función de dos horas en una sala regular y con una ventilación regular.

“Este estudio fue realizado junto a la empresa consultora Nakamura para medir la calidad de aire en una sala de cine al 40% de aforo con personas consumiendo canchita. Este midió las partículas de CO2 por millón (ppm), que según estándares internacionales, una sala de cine debería tener hasta 800 ppm para ser considerado un ambiente óptimo. Hicimos este estudio en Lima, simulando una función de cine de 2 horas, El resultado durante las 2 horas de proyección fue que este indicador no subió a más de 670 ppm (cuando las personas se acomodaban en sus asientos) y durante la proyección estuvo entre 600 y 640 ppm”, señaló López.

Siguiendo esta línea, la presidenta de ANASACI hizo hincapié en que los sistemas de ventilación garantizan una renovación de aire permanente dentro de la sala, inyectando aire fresco durante la función, por lo que no entienden por qué el consumo de alimentos sería una conducta de riesgo. “Si esto fuese así, afirma, ningún cine en el mundo estaría al día de hoy funcionando con consumo de alimentos”, finalizó Ubillús.

Problema de todos

Durante el último año, hemos visto cómo algunas de las grandes producciones hollywoodenses se rindieron eventualmente ante las plataformas de streaming al ver que la situación no se iba a regularizar pronto con la taquilla. Esto es algo que puede ser factible en países como Estados Unidos, sin embargo, no es una ecuación con solución para el Perú. Así lo explicó Sandro Ventura, cineasta peruano y Gerente General de la productora Big Bang Films, quien actualmente tiene tres películas en la cola de espera para el gran regreso de las salas de cine en el país.

“El que diga que el streaming o el autocine son soluciones para el cine peruano está mintiendo. Nuestro país no tiene la penetración de internet suficiente, por lo que plataformas como Netflix o Amazon Prime no tienen muchos suscriptores peruanos (público al cual apuntan normalmente las cintas nacionales). Además, no somos una industria internacionalmente demandada como lo puede ser la argentina, por ello, las plataformas no están dispuestas a ofrecer mucho por el producto final. Sobre el autocine, es simplemente otra experiencia y nunca reemplazará el poder estar en un lugar oscuro abstraído totalmente en la historia”, sostuvo Ventura en entrevista con Nexos.

De esta manera, concluyó que las productoras peruanas necesitan de la taquilla para que su negocio sea también rentable, por lo que la problemática se extiende a ellos y las distribuidoras. “Toda la cadena de valor de la industria cinematográfica debe comprarse el pleito de los cines y apoyarlos en esta lucha. Sin salas de exhibición, no hay cine peruano. Aquí nos jugamos el esfuerzo de 10 años que costó reconciliarnos con la audiencia nacional y toda esta suerte de prosperidad que había logrado tener la industria en los últimos años”, comenta el productor.

En ese sentido, Ventura coincide con ANASACI al mencionar el profundo desconocimiento del Minsa sobre el sector cinematográfico y el efecto ‘dominó’ que tienen las decisiones que toman con respecto al funcionamiento de las salas. “Somos una de las últimas industrias que están paralizadas casi en un 100% y no tienen momento de empezar a recuperarse. Este es un sector muy especial que trae alegrías a las personas, algo que tanta falta nos hace últimamente. Creo que ya pasó tiempo suficiente como para continuar postergandonos de las fases de reactivación”, apunta Sandro.

Sobre la posibilidad del regreso a las salas, el productor considera que esta se dará de manera casi inmediata, una vez que el Minsa elimine la prohibición de las confiterías. De esta manera, asegura que existe una cola de estrenos importantes que van a resultar atractivos para el espectador. También afirma que, desde Big Bang Films, observarán atentamente cómo se produce este retorno y de acuerdo a la acogida, retomarán los proyectos que quedaron congelados en el tiempo desde abril del 2020.

Incertidumbre generalizada

No es ningún secreto que la pandemia cambió totalmente las reglas de juego para muchas actividades artísticas y culturales, sin embargo, tanto Sandro Ventura como Mónica Ubillús encuentran que la peor paralización de todas la trajo la etapa electoral y la actual crisis constante en la que vivimos. “La llegada del COVID-19 fue un golpe, por supuesto. Pero a penas hubo flexibilidades, las empresas volvían a llamar, había ganas de sacar adelante proyectos nuevos. Desde la primera vuelta de elecciones hasta el día de hoy ha sido un silencio total. Nadie está tomando decisiones de mediano-largo plazo hasta que se tenga un horizonte claro con respecto al ámbito político”, asegura el gerente de Big Bang Films.

Por su parte, Mónica Ubillús manifiesta su preocupación ante la posibilidad de que la coyuntura actual sepulte al sector en el olvido y las autoridades no comprendan el carácter urgente de sus pedidos. “A veces tenemos la impresión de que la gestión actual prefiere dejar al sector cines para el siguiente gobierno, cuando necesitamos soluciones prontas. Ya hemos esperado demasiado”, finaliza.

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