Una plaga inmortal

Una plaga inmortal
[Ilustración: Igor García / Adobe Firefly]

Del cine de nicho a un fenómeno cultural global, el género zombi ha evolucionado y resistido el paso del tiempo. La figura del no muerto se ha adaptado a nuevos formatos y plataformas de entretenimiento. ¿Por qué siguen caminando entre nosotros?

Por Igor García y Rodrigo Masías

Lentos, torpes, hambrientos y sin alma. No están vivos ni muertos, pero entretienen, y eso es lo que importa. Hoy, los zombies protagonizan éxitos de taquilla, series galardonadas y videojuegos millonarios. Lo que empezó como un símbolo marginal netamente de terror, con el paso del tiempo se ha transformado en una franquicia transversal con relatos que mezclan drama, acción e incluso con pinceladas de comedia y romance.

Vivimos rodeados de historias sobre el fin del mundo, pero pocas son tan persistentes como las que protagonizan los zombies. Historias que funcionan como espejos de lo que más tememos: la pérdida del control, el colapso de la civilización y el quiebre del orden social. En un mundo saturado de narrativas distópicas, ¿cómo estos aún logran destacarse y mantenerse de pie?

De la tumba a la cima

El origen exacto del zombie es difícil de rastrear, pero en el ámbito cinematográfico, en 1932 se estrenó El Zombi Blanco, una película de terror independiente considerada una de las primeras en retratar a los no muertos en la pantalla grande. Aunque modesta, marcó el inicio del camino del muerto viviente en el cine. Sin embargo, en ese entonces no se parecía a lo que conocemos hoy. “En los años cuarenta, los zombies eran representados desde la perspectiva del vudú: la idea de revivir personas y controlarlas mediante brujería”, explica Rodrigo Bedoya, docente y crítico de cine. Una visión que dista mucho de la actual, donde su origen suele estar ligado a causas científicas, pandemias o mutaciones fuera de control.

No obstante, es imposible hablar de los inicios de los zombies sin mencionar La noche de muertos vivientes (1968) de George Romero, el filme más influyente en la historia del género, al presentarlos tal como son actualmente. “A partir de esa película, los muertos son vistos como seres deformes, con actitudes robóticas, peligrosas y amenazantes que quieren devorarte. Una imagen que se ha mantenido hasta la actualidad”, asegura el experto. 

En el presente siglo, la fórmula del zombie alcanzó un nuevo pico de popularidad. Respecto al cine, Guerra Mundial Z (2013) recaudó más de 540 millones de dólares frente a un presupuesto de 190 millones, convirtiéndose en la película de zombies más taquillera de la historia. En televisión, The Walking Dead se estrenó en 2010 con 5.35 millones de espectadores, el debut más grande en la historia de AMC y uno de los más impactantes en la televisión por cable, consolidando una época dorada para los muertos vivientes.

Zombiemanía

Es innegable el éxito del género zombie, pero surge una interrogante clave: ¿por qué fascina tanto al espectador? Más allá del gusto por el terror, muchos coinciden en que la tensión, la adrenalina y la emoción que generan estas historias provocan una respuesta excitante en el público. El muerto viviente, como figura amenazante, ha sido uno de los grandes detonantes de esa experiencia sensorial. Sin embargo, su impacto va mucho más allá del miedo inmediato.

“¿Qué hay detrás del zombie? ¿A quién representa? Es un ser vacío, un ente liminal. Entonces se le carga un significante. En la medida en que cambiamos como sociedad, este ser también cambia y representa siempre el temor hacia el otro o hacia lo otro. Pero hay algo que no ha cambiado desde el origen de la humanidad: el temor a la muerte y a lo que ocurre después de ella”, sostiene Johanna Montaubán, docente y comunicadora con interés en el análisis del género.

En pocas palabras, los zombies son un espejo de nuestros miedos más profundos. Sirven como metáforas de la enfermedad, del colapso social, de la incertidumbre o del conflicto. Esa capacidad de funcionar como alegoría contemporánea —sumada al atractivo universal del terror— es lo que explica por qué el género sigue conectando con el público.

Asimismo, este ha evolucionado con el paso del tiempo, combinándose con otras categorías que, en sus inicios, habrían parecido impensables. Tras sus primeras décadas marcadas por el horror, los zombies comenzaron a invadir también la comedia, con películas como Shaun of the Dead (2004) o Zombieland (2009), que mezclaron risas con apocalipsis. También llegaron a las historietas, con éxitos como Marvel Zombies o The Walking Dead (2003), cómic que más adelante se convertiría en un fenómeno global gracias a su adaptación televisiva en AMC.

Otro medio donde los muertos vivientes han tenido un impacto masivo es el de los videojuegos. Títulos ya considerados clásicos modernos y superventas, como Left 4 Dead, Call of Duty: Black Ops (2011) o The Last of Us (2013), han explorado el universo zombie desde distintos enfoques narrativos y artísticos, pero con un elemento en común: el instinto de supervivencia ante un mundo devastado.

A esta expansión se suma una de las características más potentes del zombie como figura: su versatilidad. Al no tener un origen fijo ni una mitología cerrada, puede adaptarse a distintos contextos y realidades culturales. “Es un monstruo absolutamente contemporáneo, postmoderno, no tiene un origen claro, no sabemos de dónde viene, y eso lo hace versátil. Esa es la clave: puede adecuarse a cualquier tipo de contexto”, afirma Montaubán.

Por otra parte, el género también se fue suavizando, al punto de que los zombies comenzaron a ser caricaturizados. Su presencia se extendió a obras dirigidas a públicos más amplios, incluso infantiles. Como señala Rodrigo Bedoya, hoy no es raro que un niño se cruce con estos seres en sus dibujos animados o videojuegos. Un ejemplo claro es Plantas vs Zombies, un juego que marcó la infancia de muchos y los introdujo al mundo de los muertos vivientes desde una estética lúdica y amigable.

Nuevas mutaciones

Con remakes y adaptaciones recientes, como la exitosa serie The Last of Us —basada en el popular videojuego del mismo nombre—, la generación de contenido zombie no se detiene. Sin embargo, algunos ya advierten una posible congestión del negocio. “La saturación la define el mercado. Entonces, probablemente cuando se dejen de hacer películas de zombies será porque el mercado se saturó, pero mientras se sigan produciendo, significa que el público todavía quiere consumirlas”, señala Bedoya.

Aunque la mayoría de producciones del género provienen de Estados Unidos, en los últimos años se ha producido un fenómeno interesante en el continente asiático. Según Bedoya, películas como Tren a Busan y otros títulos surcoreanos ganaron notoriedad no solo por la globalización, sino porque supieron adaptar la figura del zombi a los miedos propios de esa sociedad. Así, el monstruo sin alma volvió a transformarse, conservando su esencia, pero reflejando nuevas preocupaciones culturales y logrando reconocimiento internacional.

Perú también se ha sumado a esta ola. En 2017, se estrenó ¡Aj Zombies!, una comedia local que mostró que el interés por el género no solo se limita al consumo, sino también a la creación. De esta forma, el zombie reafirma su atractivo global: no importa el idioma ni el país, sigue siendo una criatura fértil para contar historias.

En un mundo que cambia constantemente, el muerto viviente se mantiene como un monstruo sorprendentemente adaptable. Ha dejado de ser solo una amenaza del cine de terror. Ahora se convirtió en una herramienta narrativa que refleja las tensiones sociales, los temores colectivos y la necesidad humana de encontrar sentido en el caos. Ya sea en la acción, comedia o drama, el género ha demostrado que aún tiene mucho por decir. Mientras sigamos enfrentando las incertidumbres como humanidad, los muertos nunca descansarán del todo.

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