Cuando se pierde la palabra

Cuando se pierde la palabra

Las últimas encuestas demuestran que en el Perú los medios de comunicación han perdido la confianza de la opinión pública, ¿qué razones hay y cuáles son las consecuencias?

Por Rafael Ortega Alva

Los medios de comunicación, aquellos encargados de acercarse a la gente para brindar la información que la opinión pública necesita, lentamente han ido perdiendo la confianza que hacía algunos años atrás los caracterizaba. En el Perú, esa separación entre la ciudadanía y su prensa tiene raíces que son importantes de señalar, pero, sobre todo, graves consecuencias que ya se empiezan a ver en la sociedad.

Los datos estadísticos dejan ver que este deterioro se manifiesta en todas sus presentaciones: prensa escrita, televisión o radio. Ya en 2021, el Barómetro de las Américas indicaba que el 71% de los encuestados tenía poca confianza. En 2023, según INEI, la desconfianza pasó a un número aproximado al 80%. Y el pasado mes de junio, IPSOS publicó que el 83% de los peruanos —el índice más grande en el mundo— consideraba que los grandes medios de comunicación están más interesados en ganar dinero que en la verdad.

Los números son solo una muestra de una creciente ola que, a día de hoy, no se sabe cuándo habrá de parar. ¿Cómo llegamos a este punto?

Miedo al cambio

No es sorpresa para nadie que las redes sociales se han vuelto uno de los espacios que mayor alcance han tenido. En Latinoamérica, según Digital News Report 2025 del Instituto Reuters, la fuente de información más consumida son Facebook, WhatsApp, YouTube y TikTok (este último con un crecimiento acelerado en Perú, con 33%). Estos datos responden a uno de los cambios más importantes para la producción informativa que, en nuestro país, todavía parecen estar acomodándose.

“No haber reconocido este nuevo escenario ha hecho que muchas personas ya no se sientan representadas por lo que veían o por lo que eran sus plataformas usuales”, indicó Eduardo Lavado, periodista y docente de la Universidad de Lima. En su opinión, la información difundida por redes sociales responde a una necesidad actual por recibir únicamente el contenido que a uno le gusta. Esto implica la falta de un cuestionamiento de la veracidad, como si se tratara de un refugio de mayor comodidad. 

Por su parte, el periodista internacional, Carlos Novoa, señaló que “Internet acabó con el monopolio de los medios de comunicación (…) La situación en la que nos encontramos ahora es dramática, pero responde a esta época de cambios” y tal como mencionó Digital News Report, el especialista también destacó que, si bien esta desconfianza es grande en el país, se trata de un problema mundial en el que la prensa todavía no parece haber encontrado algún espacio en el entorno digital. “Al dejar de ser los únicos vehículos informativos, pierden la influencia que tenían”, añadió. 

Si bien los espacios tecnológicos se han dado espacio para ser el medio más usado, su confianza sigue en tela de juicio. Como reporta el Latinobarómetro 2024, el porcentaje de personas que miran todavía con malos ojos las redes sociales cuenta con un casi 60%. Sin embargo, si bien este número es parecido a los niveles de desconfianza que existe sobre otros medios, lo cierto es que, mientras en la prensa escrita, televisión y radio el número va en descenso, el otro caso cada día tiene más adeptos.

Sin debate

Una de las investigaciones que llevaron a Alberto Fujimori a la cárcel fueron los diarios chicha. Durante los 90, esos medios fueron una de las principales armas políticas que sirvieron como mecanismo de desinformación y odio. El amarillismo, el uso desmedido de lo afectivo por encima del hecho noticioso, se convirtió en objeto que posteriormente llegaría a calar en los demás medios. La consecuencia: una imagen negativa de la población y un excelente espacio a algunos que tenían la excusa perfecta para atacarlos. 

“Los diarios chicha fueron tomados como una referencia, pero incluso los diarios más serios se han llenado de espectáculo cotidiano y morboso”, declaró Lavado. Por su parte, Novoa consideró que ese contenido dramático y colorido no es más que el retrato exacto de la sociedad peruana. Los periodistas coincidieron en algo importante: lo que hay detrás es una banalización de los contenidos que han priorizado lo mediático antes que importante. 

Sin embargo, uno de los puntos que ha traído la desconfianza de los medios también ha sido el incremento de personajes políticos que han desarrollado discursos para desprestigiar el contenido informativo. “Ha habido también una campaña de demolición muy fuerte (…) La mejor manera es matar al mensajero porque siempre corren el riesgo de que este los critique”, mencionó Lavado. Una de las acusaciones más comunes ahora gira en torno al uso de los recursos del Estado para su publicidad, o el dinero que puede llegar de ONGs para algunos medios más precarios. 

“Prensa basura”, “caviar” o “mermelada” son solo algunos ejemplos de las categorías que más se repiten alrededor de la prensa. Ya en 2023, el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) alertaba que la población que vive en provincia consideraba que la prensa de la capital —donde se concentran los medios más reconocidos— actuaban bajo intereses particulares. En ese contexto de alta polarización, la Asociación Nacional de Periodistas (ANP) reportó en 2025 más de 100 ataques a periodistas y medios, incluyendo hostigamientos, amenazas y agresiones físicas, lo que refleja un clima adverso para el ejercicio libre del periodismo.

Perú sin medios

Esta separación no se da sin consecuencias de por medio. El país, al día de hoy, se encuentra en una de las crisis políticas más severas de los últimos años. Con una presidenta que apenas supera el 3% de aprobación, índices de aproximadamente 90% de insatisfacción con la democracia y un número cada vez más grande de apoyo a los radicalismos, el escenario se empieza a agravar y la prensa no se queda atrás.

“La separación de los medios con la población genera que los personajes que acceden al poder sean, en todo caso, faranduleros”, mencionó Novoa. Asimismo, reiteró que esta es la consecuencia de un sistema que ya empieza a tambalear. Además, uno que necesita de nuevas acciones para volver a encontrar rumbo.

Por su parte, Lavado comentó que otro de los principales problemas alrededor de esta caída de la imagen de los medios está en que hoy más que nunca la desinformación tendrá vía libre para imponerse. “Vivimos una especie de Sodoma y Gomorra en el que aparecen streamers o actores políticos sin ninguna preparación diciendo cosas que ni siquiera tienen sustento”, explicó.

Según un estudio estadounidense de Express Legal Funding, en un escenario donde el 34% de las personas tiene mayor confianza en ChatGPT que en una persona. Es así que las barreras de lo real se vuelven cada más complejas. En Perú, la alfabetización mediática aún enfrenta retos importantes y este entorno representa un desafío adicional para la prensa y la sociedad en general. Es decir, deben adaptarse para combatir la desinformación y reconstruir puentes con una ciudadanía cada vez más escéptica y fragmentada.

Si bien es cierto que los medios de comunicación en el país ya han empezado a adentrarse en el mundo digital, su desconfianza sigue siendo alta y esta separación genera consecuencias peligrosas. Como mencionó Novoa, el valor diferente de los periodistas en un contexto de desinformación será, precisamente, volver a los principios de la prensa: la información. Sin embargo, el reto sigue siendo complicado. De momento, hasta que se haga lo contrario, habría que entender el panorama como lo hace Lavado donde “si no hay ilustración, solamente queda oscuridad. Y ese es el escenario en el que estamos”.

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