Euforia al máximo: ¿El género define nuestras pasiones?

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Obsesión, afición y euforia, son algunos de los elementos que caracterizan a los fanáticos. Sin embargo, mientras las mujeres son llamadas “locas” e intensas, los hombres simplemente son considerados apasionados y fieles. ¿A qué se debe esta diferenciación? 

Por Noelia Manrique y Luciana La Torre

El grito ensordecedor de la multitud retumba en un estadio lleno de emociones, pero la pasión cambia según la escena. Si es el gol soñado, la hinchada ruge con euforia y aprobación. Si es un ídolo pop, las voces se quiebran y los ojos se llenan de lágrimas, pero esta vez el fervor recibe condescendencia en lugar de aplausos.

Una misma intensidad de emociones con distintos juicios de valor. Entre el simbolismo de una camiseta de fútbol manchada de barro y un póster de la banda favorita, hay un hilo en común: el lenguaje del amor desbordado. ¿Por qué uno tiene un pedestal y el otro recibe fuertes críticas?

Una fan enamorada

Ser apasionada de algo, ya sea una banda, una serie o un ídolo pop, a menudo conlleva etiquetas reductivas como “loca” u “obsesiva.” Este estigma, dirigido principalmente hacia mujeres jóvenes, descalifica sus intereses al catalogarlos como superficiales o infantiles. La minimización de estos gustos perpetúa la idea de que los intereses femeninos no tienen el mismo peso cultural que los masculinos.

“A la parte femenina se le tiende mucho a infantilizar, se les trata como niñas inmaduras y locas que simplemente están adorando a su actor, actriz o artista favorito. Sin embargo, le damos auténtica importancia a la parte masculina”, explica Álvaro Trujillo, psicólogo y analista de fenómenos sociales, sobre la distinción entre las emociones de cada género.

El cine y la televisión han reforzado este estereotipo una y otra vez. En Almost Famous (2000), el término “groupie” se usa despectivamente para referirse a las mujeres que siguen a las bandas de rock, a pesar de que estas tienen un conocimiento profundo del género. Series como The Big Bang Theory ridiculizan a personajes femeninos que adoran franquicias como Star Wars o Harry Potter, destacando su entusiasmo como algo menos auténtico que el de los protagonistas masculinos.

Piero Rojas, fan de Morat hace 9 años y staff de su fan club oficial en Perú, comenta que “cuando las personas juzgan es porque no han tenido la oportunidad de de verse expuestas a nuevas experiencia de, por ejemplo, relacionar un artista o canción con sentimientos”. 

Por su parte, las redes sociales solían reforzar esta narrativa. Un claro caso se dio durante el auge de One Direction, cuando las fangirls fueron constantemente caricaturizadas como “irracionales” en comparación con admiradores de deportes o rock, como si su entusiasmo fuese menos válido. “El fanatismo es la versión estridente de una necesidad que nos es común a todos. A los ojos del ajeno, su comportamiento genera sorpresa e incomprensión. Sin embargo, con el fútbol, sobre todo en Sudamérica, sucede todo lo contrario porque se encuentra naturalizado”, evalúa Martín Motylicki, psicólogo e investigador. 

Esta doble vara no solo refleja los juicios peyorativos hacia los intereses femeninos, sino también una resistencia cultural a valorar las emociones de las mujeres en toda su intensidad y complejidad.

¿Realmente el fanatismo tiene género? 

Mientras se normaliza que los hombres lloren de alegría porque su amado equipo de fútbol se alzó con la victoria o, caso contrario, griten de frustración si es que resultan perdedores, se critica duramente a aquellos que deciden expresarse de manera similar cuando algo sucede alrededor del artista o boyband que adoran.

En la sociedad se ha desarrollado esta especie de cultura masculina y femenina producto de los roles tradicionales impuestos. Como resultado, de acuerdo a Motylicki, se originan segmentaciones identitarias de acuerdo a los géneros. “Existe una potencial diferencia en torno al objeto de interés, donde los hombres supuestamente estarían más inclinados hacia objetos y abstracciones, y las mujeres a individuos”, señala el experto.

En esa misma línea, cuando existen ambos tipos de personas dentro del mismo círculo cercano, es decir, el chico aficionado al fútbol o a alguna otra cosa catalogada como “masculino”, y el fanboy, como se le conoce a este grupo de fanáticos apasionados por elementos categorizados como “femeninos”, los malos comentarios o miradas juzgadoras son mayores.

Moises Taboada, presidente del FCO de Ela Taubert en Perú y miembro activo de varios fanclubs en el país, convive con esto casi a diario. “Yo no consumo fútbol, pero, por ejemplo, mi hermano sí lo hace. Cada vez que hay un gol, arma todo un escándalo que mis padres y sus amigos ven con total normalidad bajo la premisa de que es un espacio en el que todo es válido. Entretanto, yo sigo a mis bandas y a veces sucede que me emocionó o lloró por ellas; sin embargo, no lo ven con los mismos ojos. Para ellos, me estoy metiendo en cosas que, según sus pensamientos, son como más afeminadas”, proclama.

Frente a este contexto, los jóvenes admiradores sienten que estas ideas están tan arraigadas que es prácticamente imposible combatirlas. Piero se encuentra cara a cara con esta situación de manera regular no solo por experiencia propia, sino también por lo que observa que le sucede a sus amigos que están dentro de estos fanclubs. “Hay demasiados estereotipos implantados por la sociedad y en la mente de las personas. Tristemente, es muy común que se etiquete mucho a la gente y se piense que ciertas cosas son para tal género y otras para otro. No por ser hombres debemos, solamente, escuchar un cierto tipo de música”, expone Piero.

Como resultado, se critica mucho la emocionalidad que manifiestan estos jóvenes al identificarse con las letras o escenas que, para el resto, están enfocadas a un público femenino. Para los entrevistados, la realidad es que todos deberían tener el derecho de apoyar a quien le plazca y poder compartir gustos sin tener que aferrarse a los típicos roles tradicionales.

Aunque no son solo ellos quienes deben lidiar con estas ideologías. También le sucede lo mismo a las mujeres que les llama la atención o son seguidoras de aquello que se ha establecido como masculinizado. “Esto funciona en ambos sentidos por los estereotipos. Por ejemplo, si ellas van a un concierto de un grupo que se considera muy masculino, la gente les dice que son “camioneras”. En sus mentes se produce una discordancia y ruptura bastante fuerte en cuanto a nivel cultural por alejarse de lo usual”, aclara Trujillo. 

Jorge de Pegaso, el mayor fanático y coleccionista de Caballeros del Zodiaco, tiene claro que en su fandom existen muy pocas chicas, pues es sinónimo de masculinidad. Por ello, a veces, en redes sociales se encuentran mensajes agresivos o negativos relacionados a su afición, ya que también suelen ser un poquito más sentimentales o apasionadas. 

No obstante, para ellas, suele ser muy difícil integrarse no por el qué dirán, sino porque dentro de esta misma comunidad de seguidores son sexualizadas. “Nosotros estamos por todos lados, pero a ellas es poco usual verlas. Por eso, la mayoría de hombres solteros, adolescentes o chiquillos siguen a una fanática, principalmente, porque es bien bonita o atractiva”, menciona de Pegaso. 

Por lo tanto, tanto hombres como mujeres se enfrentan a una sociedad que los encasilla dentro de los moldes y las generalizaciones que dictaminan lo que es para cada género. En consecuencia de estas presiones sociales, la mayoría se siente limitada de mostrarle libremente al mundo lo que realmente le cautiva y provoca miles de emociones.

Los sentimientos detrás de la afición 

Por una parte, Piero recuerda con nostalgia aquellas épocas en las que se sentía temeroso de contar sus gustos porque sus amigos más cercanos lo juzgaban. “La gente veía a Morat como si fuera algo que solamente era escuchado por mujeres. Entonces, en mi círculo cercano, que eran principalmente hombres, sentía un poco de ataque hacia mí por escuchar estas canciones que me fascinaban”, menciona.

Por otra parte, Moises cuando recién incursionaba dentro del mundo de los fanclubs, percibía que debía medirse con su forma de expresar su fanatismo, ya que recibía miradas extrañas en su entorno. Y si bien con el paso del tiempo estas ya le dieron igual, tiene personas cercanas que todavía se sienten inhibidas a exhibir sus pasiones.

“Tengo amigas swifties que suben historias llorando o mostrándose muy emocionadas cuando Taylor lanza algún álbum. Pero mis amigos que pertenecen a ese fandom no hacen este tipo de contenido o, si lo hacen, es de manera muy privada. Y no porque no quieran demostrar su admiración hacia su ídola, sino por esta cultura masculina en la que se duda sobre la orientación sexual de quienes siguen a estas artistas que la sociedad cataloga como femeninas”, comenta el joven. 

Según los especialistas, esos sentimientos se dan por cómo los están juzgando los grupos sociales diferentes a ellos, sobre todo cuando son adolescentes y están todavía por definir su propia identidad. Motilicky aclara que “los intereses se viven muy apasionadamente en la juventud porque es cuando más necesitados estamos de símbolos que nos identifiquen y que nos liguen a grupos de pertenencia”.

No obstante, a pesar de la vergüenza que sienten los fanboys por los estereotipos presentes, cada vez más ellos están decidiendo alzar la voz y gritar a los cuatros vientos qué es aquello que admiran con fervor. “Las críticas no se han reducido, pero la gente se ha empoderado más para tomar la batuta de decir oye, yo también quiero ir a un estadio con mis amigas y gritar todo lo que pueda. Es trabajar en nosotros, nuestra seguridad y valentía para ignorar los comentarios del resto”, agrega Moises. 

Incluso, los  entrevistados confiesan que, en sus fanclubs, más chicos se están uniendo con el tiempo. Una prueba es que el staff del FCO de Morat Perú está, mayoritariamente, liderado por hombres. Al final, todos son un mismo grupo de personas que tiene la capacidad de sentir lazos de hermandad con completos desconocidos porque comparten un mismo gusto sin importar su género.

Por fortuna, las nuevas generaciones están más abiertas a estas ideas. “Esos estigmas se disuelven casi en paralelo a que la propia sociedad avanza hacia situaciones más igualitarias, y de mayor tolerancia y respeto. A poco que vamos rompiendo esas barreras estereotípicas, la gente se va juntando en entornos más homogéneos”, explica Trujillo.

Por si esto fuera poco, las redes sociales ahora han pasado a jugar un papel importante en estos tiempos de reivindicación. Por un lado, los jóvenes fanáticos han encontrado más espacios para alzar su voz y formar parte de comunidades en las que establecen relaciones sanas con personas con las que comparten intereses. Mientras que, por otro, cualquiera puede informarse sobre lo que realmente significa ser fanático o pertenecer a un fandom. 

“Creo que sería un pecado estar desinformado. Con un celular puedes consultar algo en cinco minutos, y estoy exagerando diciendo cinco minutos. La mayoría de personas puede tomar conocimiento al instante de algo que desconoce”, esclarece de Pegaso.

En ese sentido, vale la pena decir que los tiempos están cambiando. Cada vez más, jóvenes admiradores se atreven a romper los moldes que limitan su libertad de expresión y a dejar en claro que, como parte de un fandom, solamente desean ser ellos mismos. Aún queda camino por recorrer, pero, al menos, ellos ya están dando los primeros pasos para cambiar la narrativa.

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