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Hinchaje sin límites

Hinchaje sin límites

¿De qué equipo eres hincha? ¿De uno local o del extranjero? Para muchos jóvenes peruanos, la pasión futbolera ya no se limita en los estadios nacionales. Ahora también se viven frente a las pantallas y vistiendo camisetas de clubes extranjeros.

Por Igor García, Cynthia Carmen y Vasco Saavedra

Los gritos de gol en el Perú ya no provienen solo de los estadios locales. Hoy también suenan en forma de notificaciones en los celulares, anunciando goles del Real Madrid, el FC Barcelona o el PSG. Cada vez es más común ver a jóvenes peruanos luciendo camisetas de estos clubes mientras caminan por la calle, van a clases o trabajan, integrando el fanatismo internacional en su vida cotidiana.

El hinchaje, que antes se reducía a seguir a la selección o a un club local, ha abierto sus puertas a opciones que parecen infinitas. La globalización no solo ha movido mercancías entre continentes, también ha exportado pasiones. Muchos futboleros peruanos celebran con euforia goles marcados a miles de kilómetros y sienten una conexión auténtica con clubes que nunca han pisado. ¿Es solo una moda reciente o el reflejo de una nueva manera de ser hincha en un mundo interconectado?

Cruzando fronteras

El fútbol ya no tiene pasaporte. Gracias a la globalización, los jóvenes peruanos hoy no solo siguen con pasión a sus equipos locales, sino que también vibran con partidos de la Champions League y más competiciones internacionales. El sociólogo Javier Díaz Albertini explica sobre las facilidades que otorga la digitalización de los partidos para acercar a los fanáticos extranjeros. “Antes era muy difícil, pero hoy en día, tú prendes el televisor y tienes partidos de todas partes del mundo. La liga portuguesa, la liga turca, la liga árabe, la liga evidentemente española, la liga italiana, la liga francesa y la liga inglesa”, menciona Díaz Albertini.

A su vez, se ha perdido la tradición familiar de que la hinchada se pase de generación en generación. “El tema de la hinchada era tal que se sentía como una traición. Si una familia ha sido de Alianza desde tu abuelo, y alguien lo cambia, tú consideras que ha traicionado a la familia”, indica.

Sin embargo, un factor más ingresa al debate que nos aleja de nuestras hinchadas locales: la calidad futbolística. Acerca de ello, Pedro Ortiz, destacado periodista deportivo y docente de nuestra Casa de Estudios, comenta que es inevitable que la juventud se sienta más atraída por partidos como un Manchester City vs. Real Madrid que por encuentros locales. “La globalización te permite conectarte con lo mejor del mundo. ¿Porque me privaría de eso?”, reitera Ortiz.

Show internacional

La Champions League no solo es la competición de clubes más prestigiosa de Europa, sino también el atractivo futbolístico más visto del planeta. A su sombra, brillan las cinco grandes ligas europeas -Premier League, La Liga, Serie A, Bundesliga y Ligue 1- que, semana a semana, capturan la atención del público. Esto gracias a los partidos vibrantes, los estadios repletos y las transmisiones de primer nivel. Dichas competiciones son tan laureadas por ofrecer un alto nivel de juego. Por lo que, también, han construido una maquinaria mediática y comercial. De esta forma, han avivado la pasión de los hinchas con un escenario repleto de estrellas internacionales y clubes históricos.

“El deporte, en general, se ha vuelto un espectáculo. Los reglamentos han cambiado y el fútbol se ha vuelto más llamativo. Ahora, el fútbol es un competidor porque se enfrenta con Netflix, Amazon, Max, salidas al cine o al centros comerciales”, afirma Ortiz. Por lo tanto, al espectador tienes que ofrecerle nuevas experiencias que van más allá del partido de fútbol, algo que han trabajado muy bien los europeos.

Es complicado construir una función atractiva sin protagonistas que capten la atención del público. En el fútbol, los jugadores excepcionales siempre han sido el centro de admiración y, la enorme mayoría, impulsaron sus carreras en Europa. Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar Jr. marcaron una era durante las últimas décadas. Hoy, figuras como Kylian Mbappé, Erling Haaland, Vinicius Jr. y, ahora último, Lamine Yamal, se perfilan como los herederos de esas leyendas. Son ellos quienes mantienen encendida la emoción del juego y lo hacen imperdible para los televidentes.

Lo mejor del deporte rey no solo depende de lo que ocurre en la cancha, pues factores externos como las redes sociales y el ecosistema digital que lo rodea han potenciado aún más su alcance y popularidad global. Influencers, youtubers y streamers de fútbol se han convertido en promotores claves de este deporte, especialmente del europeo. A través de directos, reacciones, análisis o simples comentarios virales, invitan a sus audiencias a seguir ligas y clubes internacionales.

El peruano, al igual que muchos latinoamericanos, ha optado por voltear la mirada hacia el deporte de afuera. Considerando todos los factores mencionados, muchos comenzaron como simples espectadores del fútbol europeo para después convertirse en hinchas apasionados de clubes del viejo continente. Sin embargo, este fenómeno no es del todo reciente, aunque hoy lo parezca debido a la globalización potenciada por la digitalización.

“Antes la gente ya admiraba a Ronaldinho o Ronaldo. Hay cosas que hoy percibimos como nuevas, pero en realidad no lo son. Lo que ha cambiado es la velocidad con la que nos enteramos de todo. Ahora existen más facilidades para comprar camisetas y mayor permisividad, pues se ha puesto de moda ir a chambear con la camiseta de tu equipo”, explica Ortiz, dejando claro que la relación del aficionado con el fútbol internacional no es nueva, pero sí ha evolucionado.

¿Desencanto peruano?

La desconexión de algunos futboleros con el deporte local se debe a una etapa de desencanto generalizado, marcada por múltiples variables que han deteriorado su vínculo con el deporte. La falta de competitividad en torneos internacionales, el bajo nivel de juego, la escasa infraestructura y una organización deficiente son solo algunos de los elementos que explican esta situación.

La mayoría de los equipos del torneo nacional carece de una infraestructura adecuada que incluya centros de entrenamiento, divisiones menores consolidadas e instalaciones deportivas de calidad. Esta realidad contrasta con la de algunos clubes de la capital, que son los únicos que en cierta medida cuentan con estos recursos. Esta situación no solo evidencia una profunda desigualdad dentro del fútbol profesional peruano, sino que también contribuye a un panorama centralizado que deja al resto de equipos en una posición secundaria y con una hinchada significativamente menor.

Desde la derrota de la selección peruana en el repechaje frente a Australia en 2022, el fútbol nacional parece haber entrado en una pendiente descendente. A nivel internacional, solo seis equipos peruanos han logrado avanzar a los octavos de final de la Copa Libertadores en lo que va del siglo XXI, sumando apenas siete participaciones en esa instancia.

El más reciente en conseguirlo ha sido Universitario de Deportes en la presente edición del torneo, rompiendo una espera de 12 años. Por otro lado, el último club peruano que fue campeón en una competición internacional fue Cienciano, tras vencer a Boca Juniors en la Recopa Sudamericana del 2004, hace 21 años.

En palabras de Ortiz, este fenómeno responde también a una reacción emocional comprensible frente a un entorno frustrante. “A nadie le gusta, por más peruano que seas, ser hincha de algo que te genera tristeza, que te genera derrota”, define. Para muchos, seguir a un club local implica aceptar una narrativa de constantes fracasos, mientras que los clubes europeos ofrecen una experiencia de éxito, espectáculo y profesionalismo.

Sin embargo, también advierte que el problema va más allá del resultado. “Ahora, no basta con que uno o dos clubes formen jugadores también. Se necesita que los demás clubes formen para que los campeonatos sean atractivos”, explica. En ese sentido, la carencia de una estructura sólida y sostenible, tanto en la formación de talentos como en la organización de las competiciones, limita la posibilidad de construir una liga atractiva que retenga a la afición.

A esto se suman escándalos de corrupción que han salpicado al fútbol peruano en los últimos años, tanto en la dirigencia de clubes como en la Federación Peruana de Fútbol. La constante politización del deporte, el uso de cargos dirigenciales como plataformas de poder personal y el manejo poco transparente de los recursos solo han profundizado la desconfianza de los hinchas hacia las instituciones que deberían proteger y fomentar el desarrollo del fútbol.

Soy peruano, ¿y?

El creciente fanatismo por el fútbol internacional y el aparente desinterés por el torneo local han generado reacciones adversas en algunos sectores del hinchaje peruano. En respuesta, ciertos aficionados han adoptado una postura nacionalista radical, defendiendo la idea de que, por el solo hecho de ser peruano, uno está obligado a apoyar únicamente a un club del país. Desde esa lógica, seguir a equipos extranjeros sería casi un acto de traición a la identidad nacional.

“Al tener acceso a información de todo el mundo, ¿por qué me voy a privar de ver a Lamine Yamal o al equipo de Flick? ‘No, porque eres peruano’. Eso es una tontería gigantesca. ¿Acaso por ser peruano me tiene que gustar más el huayno que el rock? ¿Soy menos peruano por eso?”, cuestiona Ortiz. Para él, el hinchaje no debería estar limitado por fronteras ni estereotipos identitarios, sino responder a una conexión emocional genuina y a la libertad personal de elección.

Asimismo, el docente sostiene que las formas tradicionales de identidad colectiva están en transformación. “Antes, la identidad futbolera estaba muy marcada; ahora, existe cada vez menos. La gente elige lo que le gusta sin culpa, sin miedo y sin asco. Y no tendría por qué tenerlo”, afirma. En una era digital e interconectada, donde los referentes culturales se multiplican y diversifican, imponer límites al hinchaje parece más una resistencia al cambio que una defensa legítima del fútbol nacional.

En definitiva, en este nuevo panorama futbolero, el hinchaje se ha transformado en un reflejo de nuestra época: digital, global y profundamente individual. Lejos de ser una traición a las raíces, la elección de apoyar a un club extranjero representa una ampliación del horizonte emocional de los aficionados peruanos, quienes ahora encuentran sentido y pasión más allá de las fronteras. En un mundo donde las identidades se redefinen constantemente, ser hincha ya no es solo una cuestión de geografía, sino de afinidad, emoción y pertenencia. Al final, el fútbol no entiende de pasaportes, sino de pasión y siempre es importante recordar que no hay fútbol sin hinchas.

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