Hubo un tiempo en que la noche de los Oscar paralizaba el mundo, con millones de espectadores atentos al desfile de estrellas, las sorpresas en los sobres y los emotivos discursos de los ganadores. Pero hoy, la historia es diferente. La audiencia ha caído drásticamente y muchos se preguntan si la ceremonia de la estatuilla dorada sigue teniendo la relevancia de antes.
Por Igor García, Cynthia Carmen y Michelle Hemmerde
Desde su creación en 1927, los Premios Oscar han sido el máximo reconocimiento de la industria cinematográfica, llegando a convertirse en una tradición anual de gran relevancia cultural. Durante décadas, ganar este reconocimiento significaba el punto más alto en la carrera de cualquier actor, director o guionista. La ceremonia, sinónimo de prestigio y excelencia, era seguido por millones de personas en todo el mundo, quienes celebraban lo mejor del cine con gran entusiasmo.
Sin embargo, en los últimos años, la gala ha perdido impacto y conexión con el público general. La audiencia televisiva ha caído drásticamente: en 1998, más de 57 millones de espectadores vieron la ceremonia, mientras que en 2021 apenas 10 millones la sintonizaron, marcando el punto más bajo en su historia. ¿Siguen importando los Oscar o han dejado de ser el gran evento que alguna vez fueron?
El desgaste de una gala
A lo largo de los últimos años, los premios de la Academia han sido el evento cinematográfico por excelencia, aunque su impacto ha ido disminuyendo, con audiencias en declive y una pérdida de relevancia en el imaginario colectivo. ¿A qué se debe este desgaste? Parte de la respuesta parece residir en los cambios de los hábitos de consumo audiovisual y en la manera en que el público interactúa con el cine.
“Con los últimos tiempos han aparecido nuevos consumos; nuestra relación con lo audiovisual no es la misma que hace 10 o 20 años”, señala José Carlos Cabrejo, crítico de cine y docente de la Universidad de Lima. Plataformas como TikTok e Instagram han desplazado a medios tradicionales como la televisión abierta, alterando el ritual que antes suponía sintonizar la ceremonia en vivo. “Había todo un ritual importante para mucha gente que era ver el Oscar en televisión de señal abierta, pero ahora ya ni parece. Se ha vuelto un evento para gente muy interesada en el rubro”, indica.
Otro factor clave es la desconexión entre las películas nominadas y el público masivo. “Lo que pasa es que no es que siempre la Academia haya premiado las películas más taquilleras. Tiene más bien cierta idea de lo que es el cine de prestigio”, explica el experto. Mientras que, en décadas pasadas, hubo coincidencias entre los grandes éxitos comerciales y los filmes galardonados, como “Titanic” o “El Señor de los Anillos”. En la actualidad, la brecha entre ambas categorías parece haberse ensanchado, pues películas como “Black Panther” y “Barbie” han logrado colarse en la contienda, pero más por su carga simbólica que por una tradición de premiar cine de masas.
Asimismo, ha incidido la disminución del interés por la ceremonia en la falta de momentos impactantes, la previsibilidad de los ganadores y la falta de conocimiento sobre personajes de la escena. “Algunas personas de nuevas generaciones no saben nombres de cineastas, pero sí saben nombres de tiktokers, de influencers”, menciona Cabrejo, citando una declaración de Jodie Foster. Este fenómeno ilustra cómo la cultura del entretenimiento ha cambiado drásticamente.
Incluso en el intento de la Academia por hacer más atractiva la gala, se han producido decisiones cuestionables. Por ejemplo, la eliminación de las presentaciones en vivo de las canciones nominadas, reemplazadas por segmentos reflexivos sobre su proceso de creación. Si bien esto pretende otorgar un carácter más íntimo a la ceremonia, también reduce el espectáculo que solía acompañar la transmisión.
La relevancia de los Oscar parece estar en una encrucijada. “Creo que es un fenómeno con varios matices. El hecho de que mucha gente ya no conecte con esta premiación tiene que ver principalmente con nuevos modos de consumo y si la Academia no encuentra una manera efectiva de recuperar su atractivo sin perder su esencia, el desgaste de la gala podría ser irreversible”, reflexiona Cabrejo.
Renovarse o morir
En la lucha por recuperar a una audiencia que, ceremonia tras ceremonia, se aleja o incluso critica, los Oscar han comenzado a tomar decisiones para reconectar con sus espectadores. Buscan alinearse con sus intereses, impulsar la inclusión en la industria e incluso generar impacto en la era de la viralidad.
Uno de los cambios más significativos de esta edición es la modificación en los criterios de Mejor Película, donde ahora las producciones deben cumplir al menos dos de los estándares RAISE de la Academia. Estos buscan fomentar la participación de grupos históricamente marginados, incluyendo minorías étnicas, mujeres, la comunidad LGBTQ+ y personas con discapacidades, tanto en el elenco como en las etapas de producción.
Otros ajustes incluyen la posibilidad de que largometrajes animados compitan simultáneamente en Mejor Película Internacional y Mejor Película de Animación, siempre que cumplan con ambos requisitos. Además, la lista de prenominadas a Mejor Banda Sonora Original se amplió de 15 a 20, permitiendo mayor participación en la primera etapa de selección.
“Creo que los cambios en las categorías buscan acercarse a nuevos públicos. Por ejemplo, las generaciones actuales están mucho más conectadas con las redes sociales”, comentó Cabrejo al respecto, ya que ahora incluyen reglamentos de inclusión y diversidad, generando debate en redes. Sin embargo, uno de los más notorios en la ceremonia es la eliminación de las tradicionales presentaciones en vivo de las nominadas a Mejor Canción Original, que solían servir como interludios musicales y aportar dinamismo al evento.
En su lugar, se presentarán segmentos en los que los compositores compartirán reflexiones personales sobre el proceso creativo detrás de sus obras, ofreciendo al público una mirada más íntima al trabajo detrás de cada composición. Esto responde a la problemática señalada por Camila Merino, docente de nuestra casa de estudios y design manager, sobre la ausencia del factor sorpresa y espectáculo. “Antes, los Oscar eran vistos como un evento mediático con momentos memorables. Actualmente, la mayoría de los premios son previsibles y los escándalos o polémicas son más recordados que las películas nominadas.”, sostuvo.
Al encontrarnos en un era digital que se destaca por la inmediatez y la rápida transmisión de contenidos, los Oscar se encuentran en la búsqueda de volver a ser un evento anhelado y esperado no solo por la industria cinematográfica, sino también por la audiencia. “Desde la bofetada de Will Smith a Chris Rock, se dieron cuenta que pueden tener momentos virales. Aunque esto no fue un hecho premeditado, fue un punto en el que decidieron hacer cambios en busca de esa viralización”, destacó Cabrejo.
Con este giro hacia la tendencia, los Oscar han experimentado cambios que buscan adaptar la premiación a una audiencia cada vez más influenciada por el consumo rápido de contenido. Sin embargo, esta transformación ha dejado en el aire una pregunta clave: ¿se trata de modernizar la gala o de diluir su esencia en busca de tendencias efímeras?
“Eliminar presentaciones o acortar la ceremonia no es la solución; no han comprendido del todo cómo hacer el evento más atractivo. Se necesita una narrativa más profunda, segmentos más dinámicos y menos formalismos innecesarios para enganchar a la audiencia.” explicó finalmente Merino.
¿Siguen teniendo relevancia?
Los Premios Oscar solían reunir a miles de personas frente al televisor, convirtiéndose en un momento que unía a toda la familia. Ahora, la caída de la audiencia y el desinterés de las nuevas generaciones reflejan un cambio profundo en la forma en que consumimos el cine. La magia de la alfombra roja y las estatuas doradas ya no parecen tener el mismo brillo de antes.
Con el aumento de las plataformas de streaming como Netflix, Amazon o Disney, la gente tiene acceso a una gran cantidad de películas. Ya no es necesario esperar semanas para los estrenos; esto ha provocado que la Academia pierda relevancia, ya que el ritmo acelerado de consumo actual es completamente diferente al de hace algunos años.
Según Merino, en temas de disminución, los números no mienten. “En los últimos años, la audiencia televisiva de los Oscar ha caído significativamente. Esto no solo se debe a un factor, hay un cambio en los hábitos de consumo. La televisión en vivo ya no es una norma y la mayoría prefiere ver resúmenes en redes sociales”, destaca.
Esta permuta de hábitos se refleja en la manera en que el público interactúa con el contenido. Las plataformas como TikTok o YouTube permiten que se vea lo que quiera, cuando quiera, sin estar atados a un horario o día específico. Esto representa un desafío para esta ceremonia destacada que todavía depende de un formato tradicional y de un evento en vivo que ya no responde a las necesidades de la sociedad actual.
Si bien la Academia ha intentado adaptarse a las nuevas tendencias, como la inclusión de categorías populares y la presencia de artistas más reconocidos, los resultados siguen siendo inciertos. La audiencia ya no solo busca premiaciones: lo que realmente quiere es una experiencia dinámica, rápida y emocionante.
La relación entre la calidad cinematográfica y la popularidad es complicada. Tal cual menciona Merino, “la Academia normalmente suele premiar al cine como arte, no necesariamente como industria de entretenimiento. Sin embargo, a veces algunas películas nominadas son demasiado de nicho y se alejan de un público general”. El factor sorpresa ha sido uno de los grandes atractivos de los Oscar, pero en los últimos años ha desaparecido. Las ceremonias recientes se perciben como predecibles y la falta de momentos inesperados le ha quitado emoción al evento.
Hoy en día, factores como las críticas en plataformas especializadas, altas calificaciones o el impacto en redes sociales pueden influir tanto o incluso más que un Premio Oscar. A diferencia de años atrás, la importancia de una película no depende únicamente de su reconocimiento en los premios tradicionales, sino de cómo es percibida y discutida por la audiencia.
La manera en que el público consume contenido y se conecta con el cine sigue cambiando, y los Oscar podrían perder importancia si no logran adaptarse. ¿Serán capaces de reinventarse y seguir siendo un pilar fundamental en la cultura cinematográfica?