Las historias que retratan actitudes de pareja tóxicas no son nada nuevo. La exposición constante de estos contenidos es un factor influyente en la percepción de los jóvenes ante casos de violencia.
Por: Luciana La Torre y Ana Paula Arellano
Ante el estreno de “Romper el círculo”, película dirigida por Justin Baldoni y basada en el libro homónimo de Colleen Hoover, las consecuencias de la violencia de pareja han vuelto a captar la atención del público. Sin embargo, esta no es la primera ni la única vez en abordar este tema, pues existen numerosas propuestas cinematográficas dirigidas a una audiencia joven que narran historias románticas empañadas por actitudes tóxicas.
Desde insultos y cachetadas, hasta actitudes toleradas socialmente como revisarle el celular a tu pareja. En promedio, en la primera mitad de 2024, 300 denuncias fueron atendidas diariamente en el Centro de Emergencia Mujer (CEM) por casos de violencia. Vivimos en una sociedad donde esta es parte de nuestra realidad, lo cual se refleja en las películas que consumimos. ¿Cómo la representación de la violencia de pareja en contenidos audiovisuales afecta la visión que tienen los adolescentes respecto a este tema?
Entre el romance y la manipulación
Existe una amplia gama de conceptos que explican cómo se modelan las conductas en adolescentes. El aprendizaje asociado a la visualización de escenarios se denomina condicionamiento vicario. Desde pequeño, uno aprende a partir de las situaciones que observamos y sus repercusiones. Al estar expuesto a películas que disfrazan la violencia de pareja como representación del amor moderno, se tiende a aceptar una “historia de amor” así e incluso desearla. De este modo, se cae en la habituación y no hay reacción alguna ante conductas abusivas.
“En cuanto a cómo se representa la violencia doméstica en audiovisuales, puede haber un modelamiento de conductas (…). Las películas relacionadas a este tema están al alcance de muchos chicos en estos tiempos, lo que nos lleva al segundo punto: la habituación. Al acostumbrarnos a la violencia, podemos normalizar estas conductas”, menciona Paola Lindo, psicoterapeuta y docente de la Universidad de Lima.
El problema se agrava cuando los filmes muestran conductas bruscas sin consecuencias. Si observamos que un acto de agresión es recompensado, incluso con una reacción social tan simple como una sonrisa, es más probable que imitemos tal actitud.
En el caso de After 2: En mil pedazos (2020), vemos cómo Hardin, uno de los personajes principales, usa su fuerza física para intimidar a Tessa, su novia, con el fin de que ceda en una discusión. Además, se observa que este manipula constantemente a la chica, haciendo que dude de su propio juicio. De esta manera, se brinda un mensaje negativo que refuerza el equivocado concepto de ceder ante la agresión. Asimismo, produce que los adolescentes vean las dinámicas de poder como normales: una persona domina y la otra se somete.
“Si tú representas una relación de poder sin repercusiones, donde la persona es reprimida, la víctima no recibe apoyo y el abusador tiene todas las de ganar, da paso a muchas cosas positivas del acto violento sin ninguna consecuencia. Esto tiene mucha mayor influencia”, afirmó Lindo.
Vulnerabilidad juvenil
Según un estudio de la Fundación contra el Hambre (FH Perú), el 97% de los adolescentes de los colegios de Lima normaliza algún tipo de maltrato en pares. Los adultos tienen la capacidad de discernir qué acciones pueden replicar y cuáles no. En cambio, el público adolescente es especialmente vulnerable ante estímulos externos y conceptos nuevos, debido a que su lóbulo frontal no está desarrollado del todo. Su control de conducta se ve impactado, lo cual resulta en una mayor susceptibilidad a imitar los comportamientos que observan sin considerar las posibles consecuencias. Esto no es todo.
Existen otros factores de riesgo que aumentan la probabilidad de que un menor de edad se vea involucrado en una relación de pareja violenta. La genética juega un rol crucial porque algunas personas nacen con la predisposición a ser más impulsivas. Asimismo, otros genes pueden influir en la química cerebral y la forma en que los adolescentes responden tanto al estrés como a la frustración. Zoila Hernández, directora ejecutiva de la ONG Mujer y Sociedad, comenta que los hijos de padres o madres agresivos tienden a normalizar el maltrato.
La representación de violencia de pareja en películas románticas es un factor influyente en el desarrollo de relaciones abusivas en adolescentes, pero no es determinante. Aún existen usuarios en redes sociales que no solo no rechazan estas conductas, sino que romantizan a los agresores. Las películas son una gran oportunidad para visibilizar las historias de las víctimas de agresión, pero nuestro rol como ciudadanos va más allá. Educarnos sobre las señales de riesgo de maltrato en pareja es crucial para construir un futuro menos violento y romper, de una vez por todas, el círculo.