“Lo que anhelo conseguir es que los jóvenes vean la importancia de hacer deporte”

Jorge “Chupo” Arriola, ex relacionista público de Pilsen Callao durante 53 años y dueño de una colección de recuerdos inigualable, confiesa que no necesitó entrar a la política para apoyar a los atletas peruanos.

Por Alfredo Tassano

Parece una sombra. Camina hacia la puerta de lunas negras de su departamento para recibir a las visitas. Ante la luz del sol su chompa anaranjada empieza a brillar junto a sus chimpunes del mismo color. Él sonríe cuando la gente llega a su casa. Le gusta ser escuchado y sorprender a los forasteros con los recuerdos que lo acompañan. Jorge cuenta lo que ha visto con sus ojos, repasa su vida con el orgullo de haber presenciado partidos de fútbol que se han convertido en libros. Ahora, sentado en el sillón de cuero que está al centro de la sala observa las camisas cremas y dice que la historia de la U, equipo del que es hincha y socio, es única.

¿Qué significó para usted que la U haya obtenido el título nacional el año pasado?

Ganar un título siempre es importante, y en ese caso fue muy especial y oportuno porque sirvió como un ambiente preparatorio para celebrar el centenario. Además, tuvo un gran valor por lo que significó económicamente para el club.

Ha mencionado que la U de 1949 es el primer equipo que recuerda, ¿usted cree que el equipo del centenario será recordado?

Es un equipo competitivo que ha dado buenos resultados, pero hay siete extranjeros, entonces es una U diferente. Sobre todo, para los que hemos visto fútbol desde el año 48. Pese a que en aquella época igual habían refuerzos, ahora me parece distinto porque se nacionalizan y se contratan jugadores en números excesivos. La regla de los seis extranjeros en cancha le quita posibilidades a la cantera. La U en su historia ha tenido muchos jugadores nacidos en la U, ahora eso es menor.

¿Qué diferencia a la U de otros clubes peruanos?

Su historia. Muchos de los valores que tiene la U se han visto reflejados en su pasado.

Jorge sosteniendo una camisa de la U de los años cincuenta.

Oblitas dijo hace unos días en un conversatorio que jamás olvidará su paso por la U y que en sus prioridades estaban Dios, la familia, la Patria y la U. ¿Para usted la U se encuentra dentro de sus prioridades?

Por encima de Dios nadie, después viene la familia y luego el Perú… pero se dice que la U es el Perú.

¿Está mal decir eso?

No, está bien. La U es un sentimiento muy grande.

¿Es importante conocer y transmitir la historia de la U?

Sí, es una historia muy rica. Se identifica más a la figura de Lolo, pero también jugó Lolín, que se llamaba Eduardo, y el hermano mayor que era Arturo. Los tres representaron a la U y los tres destacaron. Arturo en el 30 fue un jugador insustituible. Lolín, que era el menor, estuvo en la U hasta que lo contrataron en Argentina. Después viene la siguiente generación: Carlos, que ahí está su camiseta -la señala con el pulgar-; José, que debutó el 57 y se quedó hasta después de México 70; y su hermano Jorge, que fue muchos años titular. Jugaron seis Fernández en la U, así hay varios ejemplos que se desconocen. 

¿Esta camiseta es de un Fernández?

-La sostiene y corrige lo dicho- Es una camisa. Se usaba en los años 50.Habían camisas sin la U impresa, entonces se le colocaba una insignia de cuero que los jugadores la aseguraban con un imperdible.

Alfonso Yañez contó que una vez después de entrenar estaban burlándose de otro equipo y llegó Lolo y les dijo que no deben hablar así. ¿Porque ahora nadie impulsa el respeto por el rival?

Si uno rebaja al adversario desvaloriza lo que se consigue. Tiene más mérito cuando uno vence a alguien que no se le ha menospreciado, ahí puede decir que le ganó a un gran equipo. El problema está en que se ha desvirtuado lo que es la afición. Hay una gran diferencia entre el aficionado y el barrista.

¿Cuál es?

El comportamiento. El aficionado quiere disfrutar del fútbol, del espectáculo; busca conocer los detalles del partido y a los que mejor juegan. El barrista por momentos está más preocupado por moverse de un sitio a otro, no les gusta el juego.

Y no aceptan que la derrota es parte del fútbol.

Hay una frase que le hace daño a la vida: “hay que ganar como sea”. Lo único que interesa es el resultado. Ahora no hay exigencia por el buen fútbol. Se pregunta por el marcador y por el que metió el gol, y el partido ha durado 90 minutos. Incluso ocurre en notas periodísticas: se observa la alineación, quién anotó y a quién expulsaron, y no hay un análisis del juego. El fútbol es una maravilla, es creatividad, inspiración.

Creo que la calidad del fútbol peruano no ha sido acompañada por los resultados. Hay pocos títulos y algunos subcampeonatos. Afuera se nos reconoce por el buen juego, pero ahí nomás. ¿Por qué no nos mantuvimos a la altura de los grandes del continente si es que en algún momento estuvimos ahí?

Es difícil que las actividades deportivas en el país nazcan, crezcan y se desarrollen solas. Y cuando digo solas es porque falta la participación del Estado. Es necesario tener más espacios para el desarrollo deportivo, aunque se ha avanzado muchísimo con las instalaciones de los Juegos Panamericanos.

Que ahora se repetirán el 2027.

Y es una maravilla. Muchos no están de acuerdo porque dicen que la plata debería ser para la educación, pero la plata para la educación está ahí, se necesita que la maneje gente capaz. El presupuesto del deporte no tiene nada que ver.

Jorge junto a Pelé en el Hotel Ritz de Barcelona durante el Mundial de España 1982.

A pesar de que el presupuesto sea distinto, la educación puede ir de la mano con el deporte.

Tienen que ir de la mano. Los valores del deporte son educación, una guía de la vida, unos mandamientos.

¿Entonces por qué la mayoría de gobiernos ha mantenido al deporte alejado de sus planes?

Por incapacidad. Ahora vemos que ocupan puestos importantes en el deporte sin estar preparados. ¿Conoces la historia de los tripletes y los dobletes en el Estadio Nacional?

No la conozco.

Antes se jugaban dos partidos el sábado y tres partidos el domingo en el Estadio Nacional. Hasta los años 80 todos los campeonatos eran ahí y el estadio se llenaba porque la gente iba a las 11:30 de la mañana, veía un partido, luego a la 1:30 veían otro y al final disfrutaban el encuentro de fondo a las 3:30, que lo protagonizaban los mejores equipos. Entonces iba gente, como yo, desde las 11:30 para ver el preliminar, el medio fondo y el último partido. Almorzabas el menú clásico: frijoles con arroz. Todo el mundo estaba feliz, pero esa es una de las cosas que le hizo daño al fútbol. Éramos la única ciudad importante de América que tenía un solo estadio. Los equipos chicos tenían un propietario, una oficina y nada más, no eran instituciones, es por ello que esos equipos ya no existen. Y los equipos grandes no crecieron.

Y usted, que estuvo cerca de los dirigentes, ¿no fue testigo de su trabajo?

Es que jugar en un solo estadio era muy cómodo. A los que jugaban el primer partido les daban el 10% de los ingresos, a los del medio fondo le daban el 20% y el resto era para los fondistas. Mientras en otros países jugaban en distintos estadios y en múltiples ciudades. Si uno ve en las revistas de El Gráfico de 1949 parece que fuese la tabla de la liga argentina de este año. Los mismos clubes tradicionales mantienen su estadio propio, la vida social y un gran número de socios. Acá la U y Alianza tienen una cantidad insignificante de socios y en Municipal y Boys toman las decisiones 20 personas. En Europa el Bayern tiene 220 mil socios, cotizantes y puntuales. Desde los orígenes del fútbol peruano eso no ha existido.

¿Estuvo cerca de entrar a la política?

Me propusieron muchas veces presidencias federativas, puestos en la Municipalidad de Lima o el Congreso, también otros cargos. Pero cada uno tiene que ser responsable consigo mismo. Salgo de congresista… ¿Y? ¿Estoy preparado?

Jorge y su hijo al lado de Tim (el entrenador de la selección peruana en aquel momento) y de Diego Maradona en el aeropuerto de Lima en 1982.

Por su experiencia en el deporte podía ayudar, ¿o cree que no?

No acepté esas propuestas porque quería estar en el trabajo que tenía. Ahí, con el respaldo de la empresa, apoyé a todos los deportes. Además, a mi no me gusta que me insulten. Si a mi me insultaran como insultan a tanta gente yo no saldría a la calle de vergüenza. Donde estuve fui muy feliz ayudando al deporte y haciendo obras sociales. Y creo que cumplí, porque estuve en una empresa 53 años y trabajé en lo que me gustaba.

¿Lo que más valora de su trayectoría son las amistades que hizo?

Por supuesto, hice grandes amistades. Tanto así que soy un promotor de seguir haciendo las reuniones. Me siento feliz cuando me reúno con mis amigos de la infancia, de hace 70 años. También veo todos los meses a mis compañeros del Colegio Militar Leoncio Prado y a mis amigos del Lima Cricket, el club más antiguo de América que celebra 165 años.

¿Cómo logró hacer amigos en cada lugar en el que estuvo?

Tengo claro lo que significa la amistad. La compañía, la confianza, los recuerdos, la tolerancia, la comprensión, el saludo, el preocuparte de ellos. Eso es fantástico y a los mayores les hace bien reunirse con los amigos de toda la vida. Un buen amigo es para siempre. Te podrás encontrar con él después de 60 años y será como si no hubiese pasado el tiempo.

En una entrevista mencionó que intenta ser buena persona, pero que no lo ha conseguido a pesar de que toda la vida lo ha intentado. ¿Por qué piensa que no lo ha logrado?

A pesar de la edad uno no lo ha conseguido todo. Sigo aprendiendo, todos los días leo y me informo. De joven no fui buen estudiante, el colegio eran mis amigos y la pelota, era pelotero, me la pasaba jugando, hablando de la U y de autos. En el colegio militar igual, ingresé y en la primera práctica ya estaba en la selección de fútbol. Mis relaciones eran más por el deporte que por los estudios. Mi vida ha sido así: ver, preguntar y ser humilde. Los viejos nos damos cuenta que no sabemos nada y los jóvenes creen que saben todo. ¿Por qué una persona mayor tiene conocimientos para compartir con los menores? Porque los viejos hemos sido jóvenes y los jóvenes no han sido viejos. Yo no he conseguido lo que hubiese querido conseguir: ser una buena persona, pero siempre lo he intentado y siempre he procurado serlo. Cuando cumplí 50 años en la cervecería Backus me hicieron una gran recepción y les dije a la plana mayor que yo había recibido tanto de la empresa que sentía que no le había retribuido todo lo que debí darle.

¿Siente que el deporte le ha dado más de lo que usted le ha dado al deporte?

Sí, pero no quiero morirme cantando Gracias a la vida porque pienso: ¿Y yo que le he dado?

¿Qué le ilusiona de cara al futuro?

Hago atletismo master, entreno todos los días y en el mes de agosto voy al mundial en Suecia. Pero no voy a competir, voy a participar. A mi edad, representar al Perú es una bonificación. No necesariamente debemos practicar alguna actividad física para ser campeones. Lo que anhelo conseguir es que los jóvenes vean la importancia de hacer deporte. En los entrenamientos en la Videna los atletas nos ven como un modelo de vida, incluso algunos se acercan y nos comentan: “¡Caramba! Ojalá pudiéramos llegar a la edad de ustedes corriendo”. 

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