Que un artista de peso agende una presentación en nuestro país no es tarea sencilla. Y a ello hay que añadir la escasez de espacios y la clausura de los pocos que existen para estos eventos.
Por: Noelia Manrique
La emoción que provoca tener entradas para asistir al concierto de nuestros artistas favoritos no tiene precio. Lamentablemente, a lo largo de estos últimos meses, dicha sensación ha sido reemplazada por la incertidumbre. El pasado 3 de septiembre, la Municipalidad de Lima clausuró, por un plazo de 60 días, el Estadio San Marcos, poniendo en peligro la realización de los shows que se tenían programados en el recinto para lo que resta del año.
Ese mismo día, la productora Kandavu anunció en sus redes la cancelación del Lima Music Fest debido a que el Estadio Nacional, lugar en el que se daría el evento, sería utilizado para los partidos de las Clasificatorias Sudamericanas para el Mundial de Fútbol 2026. Mientras que, el primero de agosto, la Municipalidad Distrital de Ate, a horas de que se abrieran las puertas de la Explanada Sur del Monumental, impidió abruptamente que la presentación de la banda australiana 5SOS se llevará a cabo.
Así, otra gran cantidad de conciertos que se darían en el país durante este periodo de tiempo han sufrido diferentes contratiempos por la falta de espacios para el desarrollo de espectáculos. “No tenemos un local específico para ellos, por lo que terminamos adaptando discotecas, estadios y hasta estacionamientos”, menciona Jean Essenwanger, marketing manager de Live Nation Perú, empresa que se encargó de los shows de Harry Styles y Coldplay.
Como consecuencia, las productoras no tienen otra alternativa que cambiar de fecha, mudar de recinto sus shows o, en casos extremos, cancelarlos. Ante dicha situación, surge la duda de si es importante o no que aquí se construya un recinto especializado para este tipo de eventos.
Detrás del escenario
A diferencia del resto de países de Sudamérica, Lima se convierte en la única capital que no tiene un coliseo exclusivo para espectáculos. Si bien antes de la pandemia se habilitaron locales para ello, tales como el Arena Perú o la Explanada Pelouse en el Jockey Club, estos fueron cerrados a comienzos del 2023. En ese sentido, el Arena 1, el Estadio Nacional, el Estadio San Marcos y los Jardínes del Parque de la Exposición se convirtieron en los lugares predilectos para la realización de estos.
Sin embargo, de acuerdo con Rodolfo Vilchez, productor técnico de festivales y conciertos desde hace más de 33 años, aquellos lugares no cuentan con toda la infraestructura necesaria para llevar a cabo este tipo de eventos. “Son espacios mal llamados arenas, pues un recinto para conciertos debe ser cerrado, tener un techo especial para la iluminación y un escenario que pueda adaptarse sin problemas”, señala.
A ello se suma las complicaciones que trae consigo que estos lugares sean abiertos, dado que las ondas sonoras provocadas por los altos niveles de ruido en cada concierto, que sobrepasan los 60 decibeles permitidos por las normas municipales, se expanden con total libertad hacia las casas aledañas. A comparación de lo que sucede en otros países como Colombia o Argentina, en los cuales sus recintos han sido construidos con paredes insonorizadas que reducen la bulla hacia sus exteriores.
Asimismo, a razón de que los locales en los cuales se suelen realizar este tipo de espectáculos se encuentran al costado de grandes avenidas, la congestión y el tráfico aumentan en los días previos a cada show. Según Vílchez, a razón de que las puertas de los recintos son angostas, el equipo técnico debe pararse en plena vía pública a descargar la enorme escenografía. A la par, a los alrededores es común que se formen largas colas que bloquean el paso.
En consecuencia, el experto es consciente de que aquello provoque molestias entre los vecinos. No obstante, alega que la solución no es impedir el desarrollo de los conciertos. “Deben buscarse puntos medios, pero no parar esta industria, porque es un sector que mueve y trae ingresos importantes para el Perú”, añadió.
Entre números y reflectores
En esa misma línea, detrás de la realización de cada show hay una importante cadena productiva que va desde los trabajadores de la productora, el equipo de seguridad, y hasta los puestos de alimentos y bebidas. De acuerdo a Guillermo Boitano, director de la Carrera de Economía de la Universidad de Lima, la SUNAT recaudó, en los primeros siete meses del 2023, ingresos por más de S/ 19.3 millones gracias a las diferentes actividades comerciales que allí se desarrollan.
Mientras que, el año pasado, el mayor aporte al desempeño del PBI fue el del sector “otros servicios” con 0.73% producto de la gran cantidad de espectáculos llevados a cabo en Lima y provincias. “El 2022 se caracterizó por el boom de los conciertos, las entradas se vendían en cuestión de horas y así la gente se supiera solo una o dos canciones del artista igualmente asistía”, agrega Essenwager.
No obstante, pese a que muchos cantantes continúan anunciado fechas para los próximos meses, grandes artistas del momento han descartado al país como parte de su gira. Por consiguiente, el dinero que los fanáticos peruanos emplean para ver a sus ídolos sobre la tarima, lo terminan destinando a la economía de otras naciones. “Para asistir al Soy Rebelde Tour gasté más de $4000 dólares, entre tickets, pasajes de avión y hospedaje para viajar a Estados Unidos”, refiere Luis (26), seguidor empedernido de RBD, grupo que no consideró al Perú para su tan anhelada gira de reencuentro.
A todo esto se añade el riesgo latente que conlleva tanto el cierre de los locales como la falta de venues para reemplazarlos. Por lo tanto, podría suceder que, por más de que Boitano afirme que el sector creció un 4% en el primer semestre del año, Luis Vásquez, profesor e investigador respecto a temas de economía y empresa, recalca que para esta ocasión su aporte sería mucho menor. “Una cancelación o postergación del evento genera consecuencias negativas y deriva en pérdidas importantes, que luego impactan sobre todos los involucrados”, enfatiza.
Un futuro prometedor
Sin embargo, a pesar de las dificultades que enfrenta la industria del entretenimiento, esta no se da por vencida y continúa creciendo exponencialmente. Tal como comenta Essenwager, las productoras se han puesto las pilas y han contribuido para que Perú empiece a abrirse camino entre las plazas más grandes de Latinoamérica.
Es así que los especialistas concuerdan que, ante el incremento de conciertos a causa del alza de la demanda por parte del público peruano, sería valioso que se construya un venue especializado que permita el flujo regular de estos eventos. Pero, para eso, opinan que debería ser un trabajo en equipo junto a la Municipalidad de Lima. Para ellos, esta institución tiene que facilitar los permisos necesarios, así como reformular las normas que actualmente dificultan el desarrollo de estos shows.
Y, aunque aquello parezca lejano, Mariano Melgar, gerente general de Kandavu Management declaró en El Comercio que su empresa ya está estudiando la posibilidad de invertir en una arena y que, de ser factible, sería su próximo gran proyecto. No obstante, por ahora, a las productoras nacionales solo les queda poner sobre la mesa esta necesidad y seguir trabajando con los recursos que tienen a su alcance, pues pese a que no se cumplan todas las condiciones propicias para un buen espectáculo, el show siempre debe continuar.