El primer semestre del actual gobierno ha estado cargado de crisis. Entre las manifestaciones tras la salida de Pedro Castillo, los cambios climatológicos y el aumento del dengue, parece haberse esfumado el clamor por el adelanto de elecciones. ¿Acaso se logró algún tipo de conciliación? Dos expertos analizan qué sucedió.
Por: Paula Alpún y Stephano Jiménez
El 7 de junio se cumplió medio año desde que Boluarte asumió la presidencia del Perú, luego de que el exmandatario Pedro Castillo intentara dar un golpe de Estado en diciembre del 2022. Dina tomó las riendas del país en medio de una sacudida social y política en la que se reclamaba fervorosamente el adelanto de elecciones generales. Sin embargo, parece ser que dicho tema se esfumó en el aire. Han pasado más de 182 días y pocos hablan de ello. ¿Qué pasó con ese discurso? José Carlos Requena, comunicador y analista político, y Nelson Manrique, sociólogo, historiador y experto en realidad sociopolítica del Perú, nos resuelven esta duda.
Un periodo lleno de incógnitas
“Seguramente continuaremos cometiendo errores, pero con el único propósito de querer servir a la población peruana”, mencionó la presidenta como cierre de su informe sobre sus primeros seis meses. Aunque se señalaron aspectos positivos, la desaprobación se ha mantenido por encima de un 74%, e incluso este mes ha aumentado un 3% más. Para Requena esto se traduce en la indiferencia de su mandato ante las muertes producidas en diciembre del año pasado, el nombramiento de malos funcionarios y en el desinterés por promover un clima de inversión.
En cuanto al anticipo de votaciones, el tema se mantiene en el limbo, pues dentro del Congreso de la República hay opiniones dispares. Unos lo desean para finales del 2023, otros para inicios del 2024. Entre idas y venidas, comenzó a disiparse el ímpetu inicial por unas nuevas votaciones. Manrique explica que se está agravando la crisis económica y que, a pesar de que las movilizaciones en el sur se sostienen en menor medida, es evidente que no se pueden cambiar políticas generales con el peso de una sola región. “Existe un problema de conducción. No hay un dirigente ni grupo legítimo que convoque a todos”, menciona.
Por otra parte, José Carlos destaca que se trata de una demanda huérfana de una fracción de la población que cree que ocurrirá este adelanto. “Eso reproduce las distancias entre los representantes y los representados, porque no hay una fuerza política suficiente en el Parlamento que pueda canalizar esa decisión”.
Es así que dicha petición terminó perdiéndose. Si bien se ha entrado de a pocos a un periodo relativo de calma, los motivos de tensión no dejan de acumularse. “Es como un círculo vicioso, porque la inestabilidad política ahuyenta la inversión, la agenda de esta agrava la crisis económica y ella contribuye a incrementar la inestabilidad política”, sostiene Nelson.
¿Se esfumaron las críticas?
El periodo anterior estuvo marcado por inmoralidades y casos de corrupción. Si bien hasta ahora solo se han revelado algunas denuncias de tráfico de influencias en el gobierno de Boluarte, Requena expresa preocupación por los nombramientos inadecuados que se han realizado. Estos podrían comprometer la transparencia y la eficacia de la gestión gubernamental. Además, subraya que las críticas hacia la mandataria provienen principalmente de los medios de comunicación. “Quizás no se le juzga tanto puesto que todavía no se ha visto algo de las dimensiones de lo que veíamos en su antecesor”.
Ambos especialistas coinciden en que los grupos que aclamaban su salida se han ido dispersando. Hay desilusión y frustración entre los ciudadanos. “Muchos quisieran que todos se vayan, pero entre la incertidumbre que causa un proceso electoral, el hecho de que la actividad económica se para cuando hay bloqueos y que las protestas afectan el ingreso diario, hace que prefieran alejarse de la política”, resalta el analista.
¿Cómo viene el futuro?
Las mejoras son necesarias en los ministerios, así como se tiene que recuperar la urgencia por abordar problemáticas trascendentales que aquejan al país, como las relacionadas con la salud y la inversión privada para promover el desarrollo. Asimismo, existe preocupación respecto a cómo se viene manejando el golpe del dengue entre la población.
Luego del estallido de la crisis del 7 de diciembre, los desastres naturales y el reciente anuncio oficial de la Administración Norteamericana sobre el fenómeno El Niño, las alarmas están encendidas pues, este último, puede ocasionar situaciones de emergencia a nivel nacional. Más allá de los meses venideros y la suerte para ellos, se reconoce que la corrupción, los nombramientos inadecuados y la crisis de credibilidad son algunos factores influyentes en el stand by del adelanto de elecciones. Nada está dicho. Solo queda enfrentar los próximos desafíos para promover un entorno político, social y económico más estable del país, cuyos resultados los veremos en el siguiente balance presidencial.
