Las inusuales temperaturas que afectan al país se entrelazan con el calentamiento global y el fenómeno El Niño. Ante este escenario, Patricio Valderrama, destacado investigador en Ciencias de la Tierra, expresidente del Senamhi y geólogo, nos explica qué está sucediendo y lo que nos espera en los próximos meses.
Por: Paula Alpún
Este año hemos experimentado diferentes fenómenos meteorológicos que no solo han traído desastres naturales como los huaicos o las inundaciones, sino que abren la gran interrogante sobre qué está pasando en nuestro territorio. Desde un invierno caluroso previsto ya desde los meses de febrero y marzo, hasta el inicio de la temporada de friaje en las zonas altas del Perú, Patricio Valderrama, expresidente del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), geólogo, vulcanólogo y reconocido doctor en Ciencias de la Tierra, conversó con Nexos sobre estas variaciones climatológicas que tanta confusión generan y lo que nos depara en los próximos meses.
Mixtura de climas
De acuerdo con los expertos, la capital experimentará picos máximos de temperatura que oscilarán entre los 24 °C y los 29 °C. Kelita Quispe, representante del Senamhi, comentó durante una entrevista a TV Perú que “en la actualidad, vemos valores mínimos alrededor de los 22° C a 23° C. Se espera que estos superen, incluso, los 27° C en Lima”.
Para Valderrama no hay duda de que el culpable es el fenómeno El Niño. “Desde principios de marzo de este año, la comunidad científica ha observado un incremento en la temperatura del mar peruano, que ha ido expandiéndose gradualmente desde Tumbes y Piura hasta las costas de Arequipa. Esta condición se espera que se mantenga, al menos, durante todo el 2023”, nos aclara. Además, resalta que, a diferencia de lugares como Panamá, Costa Rica o Miami, que cuentan con vegetación en sus litorales, el país se encuentra instaurado sobre un desierto influido por aguas frías. Por lo tanto, cuando estas se calientan, se producen temperaturas mínimas como máximas más altas de lo normal. De ahí que a principios de junio el Perú tenga sol, lo cual no es típico en absoluto.
Pero mientras que la ciudad gris sufre de bochornos, en otros rincones del territorio la situación es distinta. Patricio explica que “en la selva se observan dos fenómenos muy marcados y totalmente opuestos. Actualmente hay un incremento significativo en las precipitaciones, especialmente en la zona norte”. Sin embargo, menciona que se prevé que en aproximadamente tres semanas se produzca un periodo de sequía, lo que marcaría un cambio drástico.
Las heladas
Comenzamos también la época de bajas temperaturas en varias zonas peruanas. El frío intenso que experimentan los Andes despierta cada año las campañas de recolección de víveres y donación de ropa abrigadora. Más allá del ámbito social, para Valderrama es importante señalar que lo que se encuentra sucediendo en esos lugares es un congelamiento. “Los grados son de un solo dígito, alcanzando mínimas de 3 °C o 4 °C en zonas como Arequipa, Puno, Moquegua, Tacna y Cusco. Incluso este último lugar amanece con temperaturas cercanas a -1 °C”.
Estas circunstancias comparadas con años anteriores poseen una diferencia abismal. El experto indica que la temperatura mínima promedio de junio en Cusco suele ser de 3 °C o 4 °C. No obstante, ahora nos encontramos con valores por debajo del punto de congelamiento, llegando a -1 °C o -2 °C. Esto tiene un impacto significativo en el ecosistema, el estilo de vida de las comunidades locales, los cultivos y los animales de granja gracias a las condiciones extremas.
Los contrastes están generando un escenario desafiante para las personas que habitan en estas regiones, ya que deben adaptarse rápidamente y encontrar soluciones para proteger sus cultivos, mantener el bienestar de su ganado y garantizar su propia seguridad. Además, esta situación extrema subraya la relevancia de tomar medidas para abordar el cambio climático a nivel global y local.
El Niño continúa generando angustia
A la crisis climática que ha llevado las temperaturas planetarias a niveles récord desde que se tiene registros confiables a partir del siglo XIX, se le suma la amenaza de El Niño. El secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas, ha advertido que se espera la llegada de un episodio de este fenómeno en los próximos meses. Esto tendrá amplias repercusiones en la salud, la seguridad alimentaria, la gestión del agua y el medio ambiente, por lo que el representante asegura que es “fundamental estar preparados para enfrentarlas”.
En línea con aquellas declaraciones, esta anomalía ha estado teniendo un impacto drástico en nuestro país desde el surgimiento del llamado Niño Costero. Patricio cuenta de que inicialmente este fenómeno estaba confinado a las costas de Perú, pero ahora se observa que se está desplazando hacia el centro del océano que nos baña, configurando lo que se conoce como ENSO (El Niño Southern Oscillation), un calentamiento que afecta no solo al litoral peruano, sino también al Pacífico Central.
Una de las clasificaciones más severas es El Súper Niño. Para nuestra mala suerte, este fenómeno lo tuvimos en el año 97 y 98. En el norte del Perú, incluyendo Lima y parte del centro, llovió durante meses, tanto así que generó muchos estragos. Las precipitaciones cayeron hasta Arequipa.
Ante la situación que se avecina, el Jefe del Gabinete Ministerial, Alberto Otárola, anunció que se emitirá un decreto supremo para declarar la emergencia por riesgo inminente debido a El Niño Global en el país. Esta medida permitirá consolidar la planificación para enfrentar este fenómeno climático. Otárola destacó que se está trabajando en conjunto con los gobiernos regionales y locales, así como adquiriendo maquinaria necesaria para hacerle frente. Además, adelantó que se destinarán recursos económicos, cuyo monto se anunciará en los próximos días.
Así pues, es innegable que el calentamiento global y el cambio en nuestro clima representan una gran problemática que se agudiza por diversos factores en la actualidad. Valderrama concluye que estas variaciones anómalas son un hecho concreto y científico que no está sujeto a debate u opinión. Es por ello que resulta fundamental contar con una vigilancia constante por parte de organismos especializados y una planificación adecuada para actuar frente a posibles consecuencias. La resiliencia y la capacidad de adaptación serán claves en el camino hacia un futuro más sostenible y seguro para todos.