Ante los daños de las inundaciones y huaicos del ciclón Yaku y la próxima llegada del fenómeno El Niño Costero 2023, los comedores populares y las ollas comunes se han convertido en salvavidas para las familias afectadas.
Por: Marycielo Ramos
Son más de 45 años los que los peruanos han contado con la mano luchadora, perseverante y hoy infaltable de quienes hacen posible las ollas comunes y los comedores populares en Lima. Con la atención puesta en la alimentación de alrededor de 100 mil personas, estos lugares no son ajenos a los crudos estragos del ciclón Yaku. Pero los techos caídos y las filtraciones de agua en los locales de Chosica, Ate, Cieneguilla y San Juan de Lurigancho no han frenado su labor de ayuda a los que necesitan un plato sobre la mesa.
Seguimos alimentándonos
El paso del río Chillón ha arrasado con los hogares de muchos en distritos como Carabayllo, Puente Piedra y Los Olivos. Es por eso que la Coordinación General de Comedores Populares se ha organizado con diferentes dirigentes de las asociaciones y han distribuido más de cien almuerzos diarios totalmente gratuitos desde el inicio de la nefasta situación, a pesar de que estos normalmente tienen un precio de entre tres a cinco soles, dependiendo del lugar en el que se encuentren. Los comedores populares que hoy están más abastecidos para apoyar a los afectados son los de “María Rey”, “Catalina Huanca”y “El Calizal”.
Los comedores populares, en conjunto con los pobladores de estas zonas, han emprendido una travesía para socorrer a las personas damnificadas por los huaicos a través de la recolección de insumos para preparar los alimentos. Aurea Alejandrina Carranza Noriega, Coordinadora General en Clubes de Madres y Comedores Populares de Comas, nos comenta que “las madres de familia priorizan dar de comer a los afectados antes que a ellas. La situación actual es muy crítica y se reciben cada vez más personas”.
Colaboración de corazón
Las donaciones no han tardado en llegar. Y estos puntos ahora no solo son centros de alimentación, sino que sirven como zonas de albergue para quienes han perdido sus hogares producto de los huaicos e inundaciones. Por ejemplo, el alcalde del distrito de Comas, Ulises Villegas, trasladó a familias que se quedaron sin vivienda producto de la corriente del río Chillón al comedor popular más cercano. En la “Alameda El Pinar”, los grupos pueden establecerse temporalmente hasta encontrar una nueva casa adecuada.
En Pachacamac sucede algo similar. “En Manchay Alto se ha instalado un punto de refugio donde hay alrededor de 50 familias perjudicadas”, relató para La República Erico Tuero, coordinador de la red de ollas comunes del lugar. Así, se hacen necesarios no solo víveres, sino productos de aseo personal, como jabones, pañales para niños y demás.
Para adelante
Por si fuera poco, quienes orquestan todo este sistema de ayuda sustancial en periodos de crisis como el que vivimos también se aseguran de que el tiempo allí sea provechoso. Es así que Aurea Carranza nos señala que las madres que se encuentran dentro de los albergues están recibiendo talleres en los que se les enseña costura, manualidades, tejido y otras actividades que puedan generar un ingreso económico adicional que las ayude a reconstruir sus hogares arrasados por los deslizamientos.
Como héroes y heroínas sin capa, quienes están detrás de las ollas comunes y comedores populares de Lima y demás regiones, trabajan hoy arduamente por seguir brindando alimento, refugio y nuevas oportunidades a todos los damnificados por la fuerza de la naturaleza.
