El debate técnico que no lo fue

Los expertos fueron convocados para argumentar la forma y fondo de las propuestas de ambas agrupaciones, pero olvidaron el eje principal del encuentro y viraron hacia un mensaje emotivo y político.

De los cuatro debates propuestos en un inicio por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), solo se concretaron dos. Al primero se le denominó ‘debate de equipos técnicos’ y los partidos publicitaron todos sus esfuerzos para atraer a los tecnócratas más capaces que sean congruentes con sus propuestas ideológicas. En plena pandemia y con un país que no logra mantenerse a flote, la selección de expertos en materias clave se podría ver como algo lógico y necesario. Ponerlos a debatir y a exponer sus ideas, también. Pero, lamentablemente, más logró que se venda una imagen política, mientras que lo técnico se olvidó.

Pero la primera pregunta surge al hacer una breve observación sobre la situación política y al plantel expositor. ¿Qué tan técnico puede ser un debate de este estilo?

“El debate técnico está creado específicamente para hablar, para argumentar, para desarrollar propuestas concretas”, explica Juan Ramón Zolla, comunicador enfocado en el marketing político. Además, agrega que tiene como objetivo “dejar claras las propuestas, el cómo vamos a desarrollar y a poner en práctica nuestras políticas públicas”. Mauricio Saravia, psicólogo social y analista político, considera que debería llamarse “debate de plan de gobierno o debate temático”, puesto que tiene como fin la fundamentación de las promesas e idearios de los candidatos.

A esto, Saravia añade que, si bien se le denomina debate técnico y se consigue a un equipo de expertos en los temas a desarrollar, “eso no quiere decir que deje de ser político. Un debate tiene que ser político. Tiene que incorporar, dentro de cada una de las premisas técnicas, cual es el fundamento que tiene detrás (…) Tienes que plantearlo ideológicamente”. Sin embargo, como analizan ambos especialistas, se optó más por el planteamiento de nuevas propuestas y discursos políticos, pero no en la forma.

“Yo creo que nos hemos quedado con más dudas que certezas. Nos han dejado muchas dudas”, lamenta Zolla, explicando que hubo más retórica que propuestas. En el tema ambiental, recuerda Zolla, hubo “una carencia absoluta. Hablaron de cualquier cosa menos del tema”. En el eje económico, resalta que hubo varias promesas, pero no se mencionó de dónde se iba “a sacar la plata para hacer todas esas cosas [que se propusieron]”.

Por el otro lado, Saravia también comparte la decepción. “De un debate técnico, yo esperaba salir con cuatro o cinco ideas de cada agrupación (…) Tres horas de mi vida perdidas y cero ideas”, comenta. Ambos especialistas concuerdan que los tecnicismos y la argumentación se dejó de lado para atacar un punto específico: “tocar más fibras emocionales”, como lo detalla Zolla. Se enfatizó lo emocional antes de lo racional.

Racionalmente polarizados

“Sí creo que hay un voto racional pero ese voto racional me parece que está más presente en aquellos que van a lograr entender de mejor manera, o beneficiarse de mejor manera, del proceso o del curso que lleve su decisión”, analiza Saravia. Considera que se genera un espacio para el sufragio emocional en el porcentaje de la población que no ha sentido nunca la presencia del Estado, por más que lo haya estado exigiendo por años. “Ya tiene la constatación de que sea quien sea quien salga, va a ser exactamente lo mismo para ellos (…) Tienes que ver qué significa la elección para cada quién”.

A esto se le agrega, como explica Zolla, que “lo que está primando es la polarización política”. Desarrolla, además, que lo que se vio fue consecuencia de esta profunda división “y por eso ha primado quizás el carácter político, la pulla política, el tratar de desacreditar, en algunos momentos, el pasado de una y el presente del otro”. Sin embargo, considera que el discurso técnico, que debió estar activo en este debate, sí puede reducir los extremismos y centrar más las posturas. Saravia, por otro lado, no piensa igual.

“No sirven para reducir la polarización porque [los debates de equipos técnicos] no están pensados para eso”, interpreta el analista político. Ante esto, explica que ya los bandos están definidos. Como argumenta, los votantes de Keiko Fujimori consideran que Fuerza Popular ganó el debate, mientras que los electores de Perú Libre consideran lo contrario. Sin embargo, aún quedan los indecisos. “Es complicado decir que por el debate van a terminar de decidirse. Más es la repercusión, el rebote, lo que va saliendo”, pero como lo señaló, otra cosa que es importante es que ni siquiera había pasado un día de lo del debate y tuvimos lo del Vraem”. La agenda cambió y la atención viró.

“Desde el punto de vista de los candidatos, parece que los objetivos han sido, de un lado, congraciarse con los indecisos y del otro, fortalecer, reforzar lo ya conseguido”, agrega Zolla. Otro aspecto clave que arguye es que “el conocimiento, la experiencia, el equipo técnico que me acompañe, mi bagaje (…) nada parece ser más importante que la credibilidad de la fuente”. “La credibilidad de la fuente no solo está en función de lo que dice. Es más, casi nunca está en función de lo que dice, sino cómo lo dice y cuál es la lógica que tú ves detrás”, añade Saravia.

Guionistas e improvisados

Para Zolla sí existen herramientas útiles para lograr una comunicación efectiva de una prédica altamente técnico. “La retórica es el arte de la persuasión. Nos enseña precisamente a manejar las técnicas del discurso” y sirve para “logar la efectividad que estamos buscando”. Es decir, los tecnicismos pueden ser convertidos en mensajes comunicacionales prácticos que logren informar y capturar la atención sin bajar la calidad del discurso, incluso permitiendo convencer al público.

Sin embargo, se optó más por la configuración de las imágenes ya establecidas que en una traducción asertiva de un debate supuestamente técnico. “La imagen que proyecta un candidato, incluso sin hablar, simplemente como se presente, es poderosa”, desarrolla Zolla. Como lo analizó Saravia, esta construcción de la imagen estuvo vigente en dos niveles: como personajes particulares y en la identidad de cada grupo. “Hay roles que se van jugando y dentro de esos roles se van organizando discursos”, formando así una comunicación persuasiva.

Además, Saravia ejemplificó las diferentes estrategias utilizadas. Fernando Rospigliosi, por ejemplo, fue “hacia una lógica de confrontación” al hablar de seguridad. Por otro lado, mencionó cómo José Recoba, que habló de salud, “le hablaba de tú a la gente” y a Hernando Guerra-García, que “entró a cerrar, a ser el integrador de todo cuando no le correspondía porque era el debate de medio ambiente”. Para el analista, el lado de Perú Libre dejó más una imagen de improvisación. “Sí se sintió esa diferencia. Y, por lo menos desde allí, desde la preparación, desde la seriedad con la que se formó el debate, ahí Fuerza Popular lo gana”, comenta.

¿Diseñado para debatir?

Equipos técnicos. Foto: Andina

El formato del debate es también punto de análisis. Si bien ambos especialistas concuerdan en que se dejó de lado lo técnico para apelar a lo emocional, la construcción de la imagen y una motivación más política, la estructuración del evento sí los lleva a la discrepancia. “Me quedé con una satisfacción y una sensación muy grata de la organización. [Además] me parece que desde hace muchos años no teníamos un conductor o moderador de debate tan solvente, ecuánime, informado y, además, conduciendo el debate”, argumenta Zolla.

Pero Saravia opina distinto. Si bien la colaboración del periodista Juan de la Puente no le pareció algo resaltante, menciona que el formato dejó mucho que decir. “Hubiera preferido cinco minutos cada uno y después réplicas, a tiempos tan acotados que te van cortando el ritmo”. Además, la participación de expertos y la realización de preguntas, le pareció “totalmente innecesario”, mientras que para Zolla fue un buen incentivo donde sí se plantearon buenos temas. “Las preguntas fueron muy buenas. Tan buenas algunas que no tuvieron respuesta”, arguye el comunicador.

“Parece que la campaña se tuviera que definir en dos semanas. Y, de pronto, los equipos técnicos se forman de dos semanas. Lo entendería de Perú Libre que es evidente que llegó a la segunda vuelta sin estar preparado, pero sí me asombra que Fuerza Popular esté rogándole a gente para que se aúne”, explica Saravia.

Una semana después, los medios nacionales sintonizaron desde Arequipa el último de los dos debates establecidos. Keiko Fujimori y Pedro Castillo ni se situaron cara a cara, miraron a las cámaras. Expusieron casi sin atacarse. Se volvió a recordar el pasado y el presente cuestionable de ambos, se presentó una piedra como símbolo central de un lado y los tonos fueron calmados y pausados. Las preguntas se esquivaban de vez en cuando y las horas transcurrieron con propuestas sin fundamento y objetivos prometidos sin caminos trasados. Una vez más, la retórica y el mensaje emotivo fue protagonista en los monólogos de ambos candidatos, de los cuales uno deberá sacar al país de su peor crisis hasta ahora.

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