Bancadas y electores, un mismo perfil

El virtual congreso ya tiene equipos definidos, pero también una lección importante sobre la agenda social. Paula Távara analiza su composición y lo que esto refleja del pedido ciudadano

Luego de un duradero conteo de votos, las bancadas ya tienen una configuración definida y cada escaño, un nombre y apellido. Este virtual congreso no solo deberá estar a la altura de la inmensa lista de problemas desvelados y profundizados por la pandemia, pero también cargará con el rechazo popular arrastrado desde las legislaciones anteriores. Una mirada al perfil de estos representantes permite conocer, a su vez, la agenda de quienes los eligieron.

Composición del virtual Congreso de la República – Elaboración propia con datos de la ONPE

Representantes sin representados

En medio de una campaña presidencial altamente polarizada, la composición del virtual congreso también ha evidenciado el apego hacia ciertos extremos. En una entrevista para Nexos, la politóloga Paula Távara explicó que esto no significa un voto irracional, sino que evidencia la reacción de aquellos ciudadanos cuyos pedidos no han sido atendidos por los políticos. Távara lo define como el “qué tan dispuesto estoy a optar por la radicalidad porque no me están escuchando”.

Debido a la pérdida de credibilidad y legitimidad hacia el congreso, como explica Távara, tampoco “parece importante a quién elijo como congresista porque hace rato no siento que me representan”. Según los registros de la ONPE, el 27.4% de los votos para el legislativo fueron nulos o blancos. Esto significa que más de cuatro millones, ochocientos sesenta y tres mil no votaron por ningún partido ni candidato preferencial. Perú Libre, la primera mayoría, obtuvo tan solo el 13.41% de sufragios válidos.

Por otro lado, la politóloga también recordó las actuaciones de los congresos anteriores, haciendo énfasis en los dos últimos, “que golpeaban, que atacaban, que se centraban en temas que no parecían importarle a la población”. “Esto de ‘todos los políticos son iguales, todos los políticos son corruptos’ está súper instaurado en el imaginario de lo que es el legislativo”, agregó. Si bien en algún momento la reforma política estuvo en agenda, Távara explica que esta ha sido desfasada por la actual crisis sanitaria, económica y laboral.

A pesar de esto, algunos aspectos se han concretado desde el referéndum del 2018. “La paridad y alternancia ha mostrado de golpe y porrazo que sí servía. Tenemos ahora casi 40% de mujeres en el parlamento”, comentó Távara. Sin embargo, considera que aún hay mucho por trabajar. Asimismo, la bicameralidad ha vuelto a ganar protagonismo en el debate público, planteamiento que “en términos teóricos es útil, es bueno”, según lo analiza la politóloga. Dicho esto, añadió: “pero como se volvió, en lugar del espacio para la deliberación más alta de las normas, el espacio para que se coloquen los que no se pueden reelegir, la propuesta perdió total credibilidad”.

Para Távara, la no reelección presenta un escenario contrario. “La propuesta no es buena para nuestra calidad democrática, en términos teóricos. Pero en términos reales, nadie quería ese congreso. La mayoría de la gente no quería esos congresistas”.

Ideologías y bancadas

La inacabable campaña presidencial presenta una clara polarización ideológica. Por un lado, Pedro Castillo, el candidato de Perú Libre, que tendrá 37 escaños, personifica a una izquierda radical y plantea una reforma completa de la Constitución y del modelo económico. Su antítesis, Keiko Fujimori, representa a la derecha conservadora y al fujimorismo, actores de la mencionada Ley de Leyes y responsables del cambio hacia una economía libre de mercado. Pero también existen choques culturales y sociales entre los rivales, cuestionando el centralismo, el clasismo y la discriminación.

Sin embargo, para Paula Távara, el “debate sobre lo identitario, sobre el nosotros, el pueblo, la construcción del Estado se ha quedado en lo presidencial (…) La campaña no tomó nunca fuerza en términos de congreso”. Como lo comentó la politóloga, esto se debió a dos factores: el individualismo de las candidaturas presidenciales y las dificultades de hacer proselitismo en pandemia. “Hemos llegado a esta elección con liderazgos personalistas, no con liderazgos partidarios (…) Lamentablemente no logramos tener partidos sólidos”, argumentó.

A pesar que son diez los partidos que tendrán representantes en el hemiciclo y sin tener bancadas mayoritarias, la distribución sí representa una cohesión fuertemente conservadora. De hecho, las propuestas progresistas de Juntos por el Perú y el Partido Morado obtuvieron tan solo cinco y tres escaños respectivamente. “Los temas de los derechos sociales no parecen estar en agenda en medio de un contexto Covid”, desarrolló Távara, resaltando, además, que “mayoritariamente, el Perú es un país conservador”.

En una entrevista para el diario El Comercio, el analista político Pedro Tenorio argumentó de manera similar, comentando que a los candidatos de estos partidos, de agenda progresista, “les faltó efectividad”. Además, también explicó que “muchos de los puntos de sus agendas no figuraban entre las prioridades del elector”. A esto agregó que no hubo una interpretación de “la preocupación principal de la población” por parte de los políticos.

Pese a que en la dicotomía conservadurismo-progresismo el virtual congreso aparenta tener ya una posición fija mayoritaria, Távara considera que en lo económico las divisiones, que presentan extremos entre intervencionistas y liberales, sí serán notorias. “Estamos en un momento de crisis económica y social tal que sí se empieza a cuestionar premisas que parecían ya instaladas en la sociedad”, explicó. Consideró que los efectos de la pandemia han desvelado una serie de problemas que, si bien antes eran tocados brevemente, han tomado mayor peso en el debate público, como la precariedad del sistema de salud o la vigencia de monopolios farmacéuticos.

Durante una entrevista con Jaime Chincha, para RPP, el politólogo Alberto Vergara explicó que la situación de polarización actual no es creada únicamente por el contexto electoral, sino que también “es importante recuperar un poquito la dimensión de pensar de dónde venimos”. Vergara describió los efectos más duros de la pandemia en nuestro país, como los cementerios colapsados y los tres millones de nuevos pobres que dejó el 2020. “Hay que entender que estas elecciones no crean nuestro desmadre, nuestra debacle. Son el resultado de nuestra debacle. Son una parte de nuestra decadencia”, agregó.

Távara explicó que las bancadas “van a tener que negociar”. Además, considera que tanto las agrupaciones de derecha como de izquierda han fallado al no buscar consensos. “A mí me sorprende que los partidos de derecha no hayan tenido todavía la cabeza de decir ‘oye, está bien, en algo tenemos que ceder el modelo’ [pero] tampoco creo que la gente esté pensando en que lo nacionalicen todo”, expresó.

Se busca candidato

En noviembre del 2020, las calles fueron testigos del hartazgo generalizado de los jóvenes peruanos. Les llamaron la generación del Bicentenario y se levantaron para marchar en contra de un régimen que no los representaba, luego que el Congreso decida vacar al entonces mandatario Martín Vizcarra. Basándose en la tan cuestionada “incapacidad moral” y en plena pandemia, Manuel Merino, congresista tumbesino de Acción Popular, se convirtió en presidente de la República. A los seis días, renunció. Sin embargo, el partido de la lampa ha obtenido 16 escaños, siendo la tercera mayoría.

“No existe una generación del Bicentenario [como grupo único], puesto que no eran homogéneos”, argumentó Távara.“La generación del Bicentenario tiene un punto en común yes la defensa de la democracia”. La politóloga explicó que esta se conformó por muchos colectivos heterogéneos, con diferentes tendencias y modelos a seguir, por lo que no sorprende que no tengan un candidato fijo. Dicho esto, Távara considera que sí estuvo presente un discurso global sobre el futuro de los jóvenes, pero “nadie salió a ser el abanderado o abanderada del empleo juvenil”.

Curiosamente, el Partido Morado, que fue el que mayor presencia tuvo a favor las movilizaciones, tendrá tan solo tres representantes y perderá su inscripción por no lograr colocar cinco congresistas en el hemiciclo ni tener representación en más de una circunscripción. Los pedidos de las marchas no pasaron a los debates ni a los discursos de campaña, como constató Távara. “Nadie dijo ‘voy a dedicar mi discurso a qué va a pasar con la juventud’”, explicó. “Les olvidaron”.

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