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¿Existe una relación entre el invierno y el estado de ánimo?

¿Existe una relación entre el invierno y el estado de ánimo?

Menos luz, más frío y una rutina que se altera silenciosamente. Detrás de lo que parece solo “flojera” hay procesos biológicos reales que provocan un cambio en la mente y el cuerpo. Entenderlos es el primer paso para cuidar nuestra salud mental durante los meses más fríos del año.

Por: Michelle Hemmerde

El invierno no solo trae frío y días grises; también puede afectar nuestra salud mental, aunque muchas veces lo pasemos por alto. Estudios recientes demuestran que la falta de luz solar puede influir en la producción de neurotransmisores encargados de regular el apetito, la concentración e incluso la felicidad. Además, la menor exposición al sol puede impactar en el sistema inmunológico, haciéndonos más vulnerables a diversas enfermedades.

Sin embargo, esta temporada también nos reta a reflexionar sobre nuestros hábitos y a prestar más atención al propio bienestar tanto físico como emocional. Reconocer cómo el invierno afecta nuestro cuerpo es el primer paso para atravesar estos meses de la mejor manera posible.

Cambios en el cuerpo y la mente

No hace falta que nadie te lo diga: en invierno todo se siente más lento. Dormimos más, tenemos menos ganas de salir y levantarse por las mañanas cuesta el doble. ¿Es flojera o algo más? El cuerpo reacciona de forma casi automática a la falta de luz natural. Aunque no lo notemos de inmediato, esto puede cambiar la forma en que pensamos, sentimos y actuamos.

Cuando hay menos sol, nuestro reloj interno o ritmo circadiano se desregula. Producimos más melatonina, la hormona encargada del sueño, y disminuimos la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad, la cual regula nuestro bienestar y estado de ánimo. Es como si nuestro cuerpo activara un modo de ahorro de energía frente al frío y la oscuridad.

Una encuesta reciente revela que más de la mitad de las personas notan cambios emocionales con la llegada del invierno. En algunos casos, esta respuesta natural puede ir más allá y convertirse en un Trastorno Afectivo Estacional (TAE), una forma de depresión que aparece durante los meses más fríos. Los síntomas incluyen aislamiento social, somnolencia, pérdida de interés en actividades que solías disfrutar y una sensación general de tristeza.

“Es fundamental identificar si los síntomas, como la tristeza o la falta de energía, se prolongan por más de dos semanas. En ese caso, es recomendable asistir a terapia para recibir el acompañamiento adecuado”, señala Isabella Colareta, psicoterapeuta. Asimismo, destaca que estos cambios son una reacción natural del cuerpo ante un entorno más frío y con menos luz.

Reconocer lo que sentimos, sin culpas ni autocríticas, es el punto principal para cuidarnos durante esta temporada, ya que realizar pequeños cambios en la rutina, como salir a caminar o llamar a un amigo, puede ayudar a mejorar el ánimo. Lo importante es saber que no estás solo y que es válido buscar apoyo si lo necesitas.

Pequeños pasos

En países donde el invierno es más largo, como Noruega o Canadá, el impacto en la salud mental se ha convertido en una preocupación de política pública. Por ende, se han desarrollado diversas estrategias para reducir sus efectos emocionales y mejorar la calidad de vida durante esta estación.

Entre las medidas están el uso de lámparas de fototerapia, que imitan la luz del sol, y la promoción de actividades como salir a caminar, conversar con un amigo, tomar algo caliente o mantenerse en movimiento, incluso durante las temporadas de lluvia. Además, se promueven los círculos de apoyo para que las personas puedan conversar y sentirse acompañadas. “Tomar diferentes vitaminas, mantener una buena alimentación, dormir bien, salir a caminar o ponerse cerca de una ventana si pasas muchas horas en espacios cerrados puede marcar la diferencia”, indica Jackie Larrieu, experta en logoterapia.

A veces, los pequeños detalles del espacio donde pasamos la mayor parte del día influyen más de lo que creemos. Un cuarto oscuro, desordenado o sin ventilación puede llegar a afectarnos. No obstante, cambiar de lugar el escritorio, poner una planta, prender una vela o simplemente abrir la ventana para que entre un poco de luz puede tener un impacto real en el ánimo.

El frío puede disminuir las ganas de salir o socializar, aumentar el sedentarismo y la desconexión social, y todo esto contribuye a una sensación general de tristeza. “Aunque es natural preferir quedarnos en casa o perder el interés por actividades que antes disfrutábamos, es importante estar atentos a no aislarnos por completo”, sostiene Larrieu.

Qué hacer para sentirse mejor

Una vez que conocemos cómo el invierno puede afectar la manera en que nos sentimos, es posible poner en práctica pequeños hábitos que ayudan a aliviar el malestar. Salir un rato por la mañana, dejar que entre el sol por la ventana o simplemente pasar tiempo al aire libre puede marcar la diferencia. “La alimentación también es una gran aliada. Incluir alimentos ricos en vitamina D, omega 3 y triptófano, como pescados, nueces, huevos, plátanos o incluso chocolate negro sin azúcar, contribuye a mantener el equilibrio emocional”, menciona Colareta, quien añade que reducir el consumo de azúcares, bebidas energéticas o productos ultraprocesados ayuda a evitar bajones durante el día.

A pesar de que no sea una rutina intensa, el cuerpo necesita movimiento. Mantenerse activo, ya sea caminando o estirándose, y dormir bien es fundamental para ello. Asimismo, tener horarios estables, alejarse de las pantallas al menos una hora antes de acostarse y crear un ambiente acogedor favorece un descanso profundo. El invierno puede ser difícil, pero también llega a ser una oportunidad para escucharte más y cuidarte. Por ejemplo, escribir cómo te sientes o simplemente desconectarte del ruido externo puede ayudarte a reconectar contigo mismo.

No se trata de hacer grandes cambios, sino de encontrar espacios que te den calma y te ayuden a bajar el ritmo cuando todo se sienta más pesado. “También es útil planificar actividades que le den una estructura a tu semana. Pueden ser cosas simples, como ver una serie, preparar tu comida favorita o visitar a alguien. Tener algo que esperar, aunque sea pequeño, puede ayudarte a mantener el ánimo más estable”, indica Larrieu.

Muchas personas atraviesan cambios emocionales durante esta temporada, y hablar sobre ello puede aliviar esa sensación de aislamiento. Compartir lo que sientes, pedir apoyo o simplemente estar cerca de alguien que te escuche puede marcar la diferencia.

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