Medio Oriente sin certezas

Medio Oriente sin certezas
Imagen: Adobe Firefly/Matias Illescas

La guerra entre Israel e Irán genera dudas sobre las futuras relaciones políticas internacionales y el impacto que puede haber en la estabilidad global

Por Matías Illescas y Carlos Alcalá

En Medio Oriente, Irán ha sido históricamente una figura polarizante. Algunos países lo ven como una amenaza debido a su postura religiosa, mientras que otros lo consideran peligroso por su apoyo a grupos como Hezbolá o Hamás, catalogados como organizaciones terroristas. También genera preocupación su ambición por desarrollar armas nucleares. En este contexto, uno de sus principales rivales es Israel, con quien mantiene una relación hostil desde finales de los años setenta. Esto tras la llegada al poder del régimen de los ayatolas con la Revolución Islámica de 1979.

En los últimos días, la situación ha sido un vaivén. Han ocurrido ataques y operaciones entre ambos países, incluida la intervención de Estados Unidos en el enfrentamiento. De forma que se llegó a un alto el fuego comunicado por el presidente del país persa. Pero, ¿cómo se ha llegado a este nivel del conflicto?

Origen de la escalada

El enfrentamiento actual entre Irán e Israel tiene sus raíces en el ataque de Hamás a este último el 7 de octubre de 2023. Esto causó más de 1,200 muertos y cientos de secuestrados que han servido como base de negociación del grupo terrorista durante todo este tiempo. Como respuesta, se desencadenó una ofensiva israelí masiva sobre Gaza que algunos especialistas interpretan como genocidio o limpieza étnica.

“Israel ha aprovechado esta ventana de oportunidad para intentar deshacerse de los rivales que pervivían cerca de su territorio, que justamente son Hamás en Gaza, Hezbolá en el Líbano y los hutíes en Yemen”, explica Andrés Paredes, analista internacional. Estos grupos, aunque no forman parte de un Estado, son considerados por Israel como extensiones de la influencia iraní.

Una de las operaciones de Israel que debilitó a Hezbolá fue la del 17 de septiembre de 2024, cuando miles de los “bípers” de los miembros del grupo estallaron dejando 12 muertos y 2,800 heridos. Esta acción desarticuló comunicaciones clave de la organización, redujo su capacidad de mando y generó un impacto psicológico significativo entre sus filas. Por lo cual, repercutió en la guerra de estos últimos días.

Con estos grupos aliados de Irán debilitados, Israel consideró que tenía una oportunidad estratégica para lanzar un ataque directo sobre el territorio iraní. Justificó esta acción argumentando que el programa nuclear de Irán había avanzado peligrosamente, una preocupación que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha expresado de forma constante durante años. El ataque ocurrió mientras en Estados Unidos, Donald Trump, buscaba reactivar el acuerdo nuclear con el mismo, suspendido durante su primer mandato en 2018.

Así, el 13 de junio de 2025, Israel lanzó la Operación León Naciente, una ofensiva sorpresa contra instalaciones militares y nucleares iraníes. En represalia, Irán respondió en la noche de ese mismo día con un contraataque con misiles balísticos y drones contra bases militares, de inteligencia y zonas residenciales israelíes. Esto dio inicio a una guerra que duró doce días, con un alto el fuego aceptado por ambos países el 24 de junio, después de un ataque de Estados Unidos a tres instalaciones nucleares iraníes. No obstante, ¿qué impactos tuvo esta guerra?

Irán sin respaldo

El objetivo de Israel al iniciar este conflicto era minimizar la posibilidad de que Irán desarrolle armamento nuclear. Sin embargo, el país de Netanyahu no contaba con el armamento suficiente para atacar las bases nucleares iraníes. “No se saben bien los detalles técnicos de la ubicación de estas bases, lo cual evitaba que una bomba convencional israelí pudiera hacerle algún daño, salvo las famosas bombas antibunker norteamericanas, que solamente pueden ser cargadas por los B2, aviones bombardeos furtivos”, explica Paredes.

Es aquí donde precisamente se torna gris el escenario para Irán, pues se encuentran solos. El país de los ayatolás es temido por sus vecinos de la región como Irak o Arabia Saudí. De hecho, la caída a finales del año pasado del régimen de Bashar al-Assad en Siria los dejó sin un socio clave en Medio Oriente.

Por otro lado, Irán tiene cierto acercamiento con Rusia y China, pero en caso de una guerra mayor, ninguno se moverá por ellos. Para Carlos Novoa, periodista especializado en temas de Medio Oriente, “Moscú no los va a apoyar porque mantiene relaciones diplomáticas con Israel. Además, tienen su propia guerra con Ucrania, mientras que China sabe que es una potencia comercial, más no militar”.

Israel, por su parte, tiene un poderío militar totalmente incomparable al iraní. Francisco Belaúnde Matossian, internacionalista y profesor de la Universidad de Lima, resalta que Israel siempre ha tenido apoyo de occidente desde su creación debido a que fue visto con malos ojos por sus vecinos al principio. “Por más que Irán sea un país más grande, en realidad el tamaño no te da más poder, sino qué tan desarrollada está tu tecnología armamentística. Ahí Israel está mucho más sofisticado; además del apoyo, por supuesto, de la principal potencia del mundo que es Estados Unidos”, declara.

¿Escalada mundial?

Aunque desde hace un par de días el conflicto parece haber entrado en una tregua, la realidad es que la situación en Medio Oriente es siempre inestable. Según la inteligencia estadounidense, la Operación Martillo de Medianoche afectó las instalaciones del programa nuclear iraní de Fordow, Natanz e Isfahán.

Sin embargo, en declaraciones oficiales de Irán, este ataque ya se esperaba. Es así que retiraron la mayor parte de sus reservas de uranio altamente enriquecido horas antes del  bombardeo. Además, aún mantienen los conocimientos técnicos para seguir con su programa nuclear. 

A pesar de todo, no parece que la tensión sea suficiente para llevar el enfrentamiento a una escala global. “Para que haya una guerra mundial, necesitas a potencias mundiales involucradas directamente en una guerra, no por un Estado interpuesto que sirva de escenario”, comenta Paredes. Así como en Vietnam, Corea y Afganistán, Estados Unidos y la Unión Soviética se vieron involucrados en los bandos del conflicto, no obstante, nunca se disparó una sola bala sobre sus terrenos.

El hecho de tener una ojiva nuclear, hace que los demás países del mundo se contengan de atacarte. Por ejemplo, Corea del Norte tiene 50 cabezas atómicas a su disposición lo cual mantiene a potencias como Japón, Corea del Sur o Estados Unidos al margen.

En cuanto a Israel, se estima que tiene aproximadamente unas 90 bombas nucleares. Además, se suma al apoyo que tiene de muchas otras potencias mundiales con mayor arsenal nuclear. “El desarrollo de armas nucleares, que paradójicamente, son las armas más devastadoras y de mayor impacto en una guerra, son la garantía de la paz para muchos países”, agrega Paredes.

Por más que parezca que se hayan calmado las tensiones, los conflictos en Medio Oriente están lejos de resolverse. El futuro del desarrollo nuclear de Irán también se mantiene incierto, lo que obliga a la comunidad internacional a mantenerse alerta ante cualquier escalada futura.

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