Han pasado 40 años desde la victoria de Alan García en las elecciones de 1985 y el APRA enfrenta una crisis de representación frente a las próximas votaciones del 2026.
Por Ítalo Zaravia
La Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) conmemoró hace unos años su centenario, marcando un hito en la historia política del Perú. Sin embargo, en las últimas décadas, su relevancia ha disminuido notablemente, especialmente entre las nuevas generaciones. La pérdida de protagonismo del partido se refleja en su ausencia en los principales cargos políticos y en la disminución de su militancia activa, lo que plantea interrogantes sobre su futuro en el escenario político nacional.
Hace cuarenta años, en 1985, Alan García Pérez, con tan solo 36 años, se convirtió en el presidente más joven del país y el primero del APRA en alcanzar el poder. Su ascenso generó grandes expectativas en la población. No obstante, su gobierno estuvo marcado por una grave crisis económica e hiperinflación, lo que afectó la imagen del partido en los años subsiguientes.
Hiper impopular
Por otro lado, la participación de jóvenes en partidos políticos, incluyendo al APRA, ha disminuido significativamente en el Perú. Según el Jurado Nacional de Elecciones, la afiliación de personas menores de 30 años pasó del 23% en 2006 al 8% en las elecciones de 2021. Esta tendencia refleja una desconexión entre las organizaciones políticas tradicionales y las nuevas generaciones, quienes buscan alternativas más alineadas con sus intereses y formas de participación. La falta de renovación en los cuadros partidarios y la percepción de corrupción han contribuido a este alejamiento juvenil.
Este decrecimiento en la presencia política juvenil no es exclusiva del APRA, pero refleja una tendencia preocupante. Rafael Rodríguez, abogado y académico especializado en ciencia política, sostiene que “lo que tenemos ahora es un momento en el que hay que redefinir a nivel general la forma cómo entendemos la política y cómo hacemos política”. La falta de espacios de formación y liderazgo dentro de los partidos tradicionales limita las oportunidades para que los jóvenes se involucren activamente en esta área. Además, la ausencia de propuestas que aborden las problemáticas específicas de la juventud contribuye a su desinterés en las estructuras políticas convencionales.
Cabe destacar que factores socioeconómicos influyen en esta apatía política. Según un informe del INEI del 2023, la informalidad laboral afecta al 85.4% de los jóvenes entre 14 y 24 años, lo que limita sus oportunidades de desarrollo y participación cívica. La precariedad en el empleo y la falta de acceso a educación de calidad generan una sensación de desamparo y desconfianza en las instituciones, incluyendo a los partidos políticos. Esta realidad socioeconómica obliga a muchos jóvenes a priorizar su subsistencia diaria sobre la participación en actividades políticas o comunitarias.
Todos contra todos
De cara a las elecciones generales programadas para abril de 2026, el APRA intenta recuperar protagonismo político anunciando su participación con candidato propio. Jorge del Castillo, uno de los rostros históricos del partido, ha manifestado públicamente su intención de postular, pero su camino no está libre de obstáculos. Al interior del APRA, las tensiones son evidentes, especialmente con figuras como Mauricio Mulder, con quien mantiene diferencias políticas y personales.
Esta disputa no es nueva y ya había sido advertida en febrero de 2020, cuando Mulder reconoció en una entrevista con RPP que en el APRA “hemos privilegiado la intransigencia interna y la confrontación, y no hemos tenido la capacidad de encontrar consensos”, señalando también la ausencia de “una direccionalidad y un mando” como factores claves de la crisis interna del partido.
¿Esperanza para el APRA?
Frente a un panorama político disperso y a una profunda crisis de representación, el APRA ha comenzado a mover sus piezas con el objetivo de recuperar su vigencia de cara a las elecciones del 2026. Uno de los rostros más activos es Jorge del Castillo, quien ha manifestado su interés en competir dentro del partido y ha exigido que la selección de candidatos se realice a través de un proceso democrático transparente. “El clamor de hoy es que se haga la elección por voto universal, directo, secreto, de la militancia, de un aprista un voto. No convenciones, no arreglos, no acuerdos”, sostuvo en entrevista con César Hildebrandt, enfatizando que no aceptará ser candidato si no se garantiza un proceso limpio y abierto a toda la militancia.
Del Castillo también ha reiterado que el aprismo debe actualizar su propuesta sin renunciar a su mística ni a los principios fundacionales de justicia social, desarrollo económico e integración nacional. “El factor místico del aprismo es muy importante”, señaló, subrayando la necesidad de combinar la experiencia del partido con la incorporación de nuevas generaciones y profesionales independientes. Su propuesta se basa en una fórmula que sume perfiles técnicos de alto nivel, sin alianzas partidarias, para presentar una alternativa sólida ante el electorado.
Este llamado a la renovación también es compartido por analistas como Rafael Rodríguez, quien considera que el futuro del APRA y de cualquier organización política depende de su capacidad para sintetizar y comunicar propuestas claras. “Una de las claves más importantes pensando en la campaña es la capacidad que tenga la organización política para instalar en el imaginario colectivo dos o tres razones máximas por las que el elector debería votar por ellos y hacerlo de manera sencilla”, afirmó en entrevista. Así, la esperanza del APRA no solo se juega en las calles o en los mítines, sino en su habilidad para ofrecer una narrativa renovada que conecte con el Perú de hoy.