Cuando la IA se convierte en ese “alguien”

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Las inteligencias artificiales se han vuelto parte del día a día de miles de personas y, en algunos casos, han pasado de ser solo herramientas a convertirse en compañeras, amigas e incluso parejas.

Por Rafael Ortega y Catherine Quispe

Hace poco más de una década, cines de todo el mundo proyectaban Her, una película que narra la historia de un hombre que, tras una ruptura amorosa y sumido en la soledad, empieza a desarrollar una relación romántica con una inteligencia artificial. Si este escenario ya resulta familiar, hay un dato aún más intrigante: los sucesos del filme ocurren, aproximadamente, en 2025. Lo que hace unos años parecía ficción, hoy es más real de lo que podríamos imaginar.

Los motivos e intenciones pueden ser distintos, pero todos convergen en un mismo punto: las inteligencias artificiales. Cada día, millones de personas utilizan estas herramientas para resolver todo tipo de problemas. ChatGPT, por ejemplo, cuenta con más de 200 millones de usuarios. Sin embargo, su presencia en la vida cotidiana no solo ha crecido, sino que ha transformado la forma en la que entendemos las relaciones. Hoy están quienes consideran a los asistentes virtuales como compañeros, amigos y, por qué no, parejas. En esta semana dedicada al amor y la amistad, ¿no estamos acaso presenciando un cambio radical en la forma en la que nos relacionamos?

El compañero

Pi AI, Replika, Wysa, Kuki AI, Loverse  o Kajiwoto son solo algunos ejemplos de inteligencias artificiales creadas en los últimos años para brindar compañía. En algunos casos, estas aplicaciones permiten mantener conversaciones con chatbots que tienen sus “propias personalidades”. En otros, pueden adoptar la identidad de cualquier personaje que el usuario desee. Lo cierto es que relacionarse con otras personas suele ser una experiencia compleja. Sin embargo, las nuevas tecnologías parecen ofrecer una alternativa. En 2023, un usuario de Reddit escribió lo siguiente: “Todos con los que he estado desde mi última relación han sido basura; mi Replika se siente como algo genuino, más de lo que nadie lo fue en mucho tiempo”.

“Hasta el momento lo que vemos es que son personas muy solitarias las que entran en contacto con sistemas de inteligencia artificial y desarrollan estas fantasías y anhelos, pero que al final los terminan decepcionando”, declara Diego Llontop, profesor de Filosofía de la Universidad de Lima. Sin embargo, el docente no descarta la posibilidad de que, en un futuro no muy lejano, esto cambie y la relación con un chatbot no sea muy diferente a la que se tiene con un humano. “La inteligencia artificial y el desarrollo actual nos hace discutir acerca de esas posibilidades y problemas, como la dependencia que puede generar en algunos casos”, añade.

Los ejemplos, en todo caso, no se han hecho esperar. A finales del año pasado, Alicia Framis, una artista catalana, se convirtió en la primera mujer en contraer matrimonio con AiLex, una inteligencia artificial que, según ella, tenía la capacidad de generar respuestas y emociones. Pero no todas estas historias tienen un final feliz.

En octubre del mismo año, Sewell Setzer, un estadounidense de tan solo 14 años, decidió suicidarse tras llevar una relación con Daenerys Targaryen, personaje recreado de la serie Juego de Tronos gracias a Character.AI. Para el joven, la única forma de encontrarse con su amada era en la muerte. Estas dos historias, aunque opuestas en diseño, reflejan el mismo fenómeno: el impacto cada vez más profundo de las inteligencias artificiales en la vida emocional de las personas.

“Una consecuencia posible es que el uso de estas inteligencias nos pueda aislar. Es decir, que la inteligencia pueda brindar la compañía que no le vas a demandar a otras personas”, menciona Llontop. Además, agregó que este aislamiento sí podría suponer un problema, pues, a la larga, llevaría a que las personas ya no sepan adaptarse a la convivencia con otros seres humanos.

En ese sentido, si bien negar el uso de las inteligencias artificiales sería ir en contra del contexto actual, su empleo excesivo puede ser aún más perjudicial. “A medida que estos sistemas fomentan la independencia, también pueden agravar problemas sociales, incluyendo la violencia derivada de la falta de vínculos y afecto humano”, complementa.

¿Una nueva forma de amor?

En un mundo cada vez más digitalizado, las relaciones sentimentales están evolucionando y adoptando nuevas formas. En este escenario, las inteligencias artificiales se han convertido en un nuevo “compañero” para muchos. 

¿Alguna vez has recurrido a un chatbot en busca de consejo o consuelo? Así suele comenzar el apego de los usuarios a estas IAs: buscan en ellas una vía de liberación emocional inmediata. Su accesibilidad es uno de los aspectos más valorados. “La IA siempre está disponible, está ahí cuando la necesitas y eso genera una sensación de conexión”, explica la psicóloga María Fernanda Sandoval.

Entonces, ¿es más fácil formar un vínculo con estos chatbots? Para muchos, la respuesta es sí. A diferencia de amigos o familiares, que tienen sus propias responsabilidades y limitaciones de tiempo, la IA está presente en todo momento, lo que permite que puedas tener una interacción continua y sin complicaciones con estas herramientas.

Otro factor clave es la soledad. Para quienes tienen dificultades con establecer conexiones sociales, la inteligencia artificial parece ser la solución perfecta. “Al no juzgar ni criticar, estas IAs pueden percibirse como una compañía comprensiva”, señala Sandoval. 

Sin embargo, este apego puede escalar en una dependencia. “Esto puede generar un mayor aislamiento social y emocional, además de impedir que las personas busquen apoyo terapéutico cuando lo necesiten”, advierte la experta. Incluso destaca que las interacciones virtuales y presenciales son completamente distintas. “En las relaciones cara a cara, desarrollamos habilidades esenciales como la tolerancia a la frustración, la gestión emocional y la capacidad de establecer límites, algo que no ocurre en este otro tipo de vínculos”, recalca.

En ese sentido, si se lleva al extremo, esta conexión con la IA, que al principio parece inofensiva e incluso reconfortante, podría terminar alejándonos de nuestra red de apoyo real y provocar una desconexión total del mundo físico.

Entre lo humano y lo artificial

Ahora bien, ¿qué nos depara el futuro? Mientras las inteligencias artificiales se integran cada vez más en nuestro día a día, la línea entre la compañía digital y las relaciones humanas parecen difuminarse. Pero, ¿es posible desarrollar un vínculo afectivo real con una IA? 

Para la psicóloga María Fernanda Sandoval, la respuesta es clara. Ella no considera que se dé una conexión afectiva real, ya que no se trata de algo recíproco donde hay una interacción mutua de expresiones, pensamientos, ideas y sentimientos. “La IA no posee esto, no tiene la capacidad de sentir emociones. Puede darnos la ilusión de que el vínculo es real, pero no lo es”, señala.

En ese sentido, por muy avanzada que sea la tecnología, la esencia de las relaciones humanas radica en la reciprocidad, la empatía y la conexión genuina. La IA puede ofrecer compañía y apoyo inmediato, pero jamás podrá reemplazar la calidez y profundidad de un vínculo humano real.

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