¿Renacer o ilusión?: El futuro del vóley peruano

[Imagen: Daniela Garcia]
[Imagen: Daniela Garcia]

El vóley peruano, una vez referente a nivel mundial, ha enfrentado años de altibajos y dudas sobre su futuro. Hoy, con sus recientes triunfos y el surgimiento de jóvenes talentos, parece apuntar a un prometedor renacimiento.

Por Catherine Quispe y Alejandro Piña

Durante décadas, el vóley peruano ha sido motivo constante de orgullo y celebración. Ya sea desde las tribunas del coliseo Dibós o a la distancia, nuestra hinchada ha estado siempre presente, celebrando con furor cada punto. A pesar del paso del tiempo, este deporte ha dejado una huella imborrable en el corazón de los peruanos.

Sin embargo, los éxitos internacionales se fueron apagando y, con ellos, el apoyo que alguna vez parecía inquebrantable. El nivel competitivo sufrió una notable caída, y lo que alguna vez nos unió comenzó a desvanecerse en el olvido. Solo los voleylovers más fieles se mantuvieron junto a este deporte. Pero, como en todo buen partido, siempre hay segundas oportunidades.

Ahora estamos jugando nuestra revancha. La reciente participación de la selección Sub-17 en el Campeonato Mundial de Voleibol Femenino ha reavivado la llama y nos hace soñar con un posible renacimiento del vóley peruano. Con una nueva generación de jóvenes promesas y un creciente interés por parte de la afición, muchos se preguntan si este deporte está en camino de recuperar su antigua gloria.

Tiempos dorados 

Recordar las épocas gloriosas del vóley peruano es evocar uno de los capítulos más destacados del deporte nacional. En las décadas de 1980 y 1990, Perú no solo participaba, sino que brillaba en la escena mundial de este deporte, haciéndose un nombre que perduró en las memorias de los fanáticos. Gloriosas participaciones en el Campeonato Mundial como el notable tercer puesto en 1986, marcaban una tendencia en el país que se había consolidado como una potencia a nivel global de esta recreación.

No obstante, la cúspide de popularidad de la disciplina llegó tras la participación en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, donde nuestro país obtuvo la medalla olímpica de plata al perder una memorable final contra la todopoderosa Unión Soviética. Nombres como el de Natalia Málaga, Rosa García y la icónica Cecilia Tait no solo se quedaron guardados en los libros de historia, sino también en la memoria de cada fanático peruano que vivió esta época llena de éxitos.

En Sudamérica, no había equipo que pudiera discutir el reinado de la selección peruana. Esta generación de oro se adueñó del podio de los Campeonatos Sudamericanos de manera continua, desde 1981 hasta 1999. Milagros Moy, exjugadora de la selección femenina peruana de vóley y compañera de equipo de Natalia Málaga, destaca que el compromiso era  lo que hacía que esta generación destacara. “En esa época se vivía para el voley y nada más. La formación era muy buena y había mucha disciplina en el grupo. Era imposible que llegáramos tarde al entrenamiento, era cuestión de respeto”, menciona.

Posterior a la participación olímpica en Seúl, lo que parecía un trabajo sólido comenzó a desmoronarse. El equipo, obteniendo sólo el puesto 11 en ambas competiciones, mostró un declive en comparación al éxito pasado que marcó un punto de inflexión negativo en la historia del voleibol nacional. Así, fue la última vez que la blanquirroja participó en los Juegos Olímpicos hasta el día de hoy, alterando la imagen de la selección tanto para los peruanos como para la escena internacional. 

Detrás del declive 

Por un momento, parecía que estábamos a punto de revivir nuestra era dorada cuando Natalia Málaga tomó coraje al dirigir la selección femenina de vóley. Como subcampeona olímpica en Seúl 1988, Málaga traía consigo el legado de aquella generación gloriosa de los 80 y estaba decidida a repetir esa hazaña. Desde 2009, comenzó a forjarse una nueva generación que muchos centennials recordamos con entusiasmo liderada por Ángela Leyva y acompañado de talentosas jugadoras como Shiamara Almeida, Maguilaura Frías y Andrea Urrutia. Volvimos a soñar nuevamente con alcanzar la cima del mundo.

Pero, cuando comenzábamos a escalar nuevamente, el camino se volvió más empinado. Moy señala que el principal obstáculo ha sido la constante rotación del cuerpo técnico. “Perú ha perdido el rumbo porque ha cambiado de entrenadores a cada rato, y cada entrenador tiene una forma distinta de jugar”, denota. Estos cambios frecuentes en la dirección técnica han impedido consolidar una estrategia a largo plazo, lo que afecta directamente en la cohesión y el desarrollo de un estilo de juego propio y consistente, que es crucial para el éxito a largo plazo. 

En la misma línea, la exvoleibolista también afirma que la preparación de las jugadoras ha sufrido un retroceso en comparación con el pasado. “Antes, se realizaban giras internacionales para prepararse para algún campeonato, ahora las chicas solo entrenan en Perú”, indica. Desde su experiencia, enfrentarse a equipos de mayor nivel es la clave para mejorar, pero lamenta, que “ya nadie nos invita”, lo que afecta el desarrollo competitivo del equipo.

No se puede dejar de mencionar la falta de apoyo económico hacia la federación. Mientras el fútbol recibía gran parte de los recursos y la atención, otros deportes como el vóley no recibían el respaldo financiero necesario para preparar adecuadamente a sus atletas. Incluso, la exitosa época de las ‘matadorcitas’ de Natalia Málaga enfrentó este problema. En agosto de 2021, la situación alcanzó un punto crítico cuando la selección femenina organizó una rifa para cubrir los pasajes de sus movilidades, debido a la falta de fondos de la federación tras la crisis del COVID-19.

¿Regreso a la gloria?

A pesar de los tiempos difíciles, en los últimos años se han visto señales de una posible revitalización del vóley peruano. Recientemente, las selecciones juveniles han protagonizado actuaciones destacadas, siendo la participación de las matadorcitas Sub-17 en el Mundial uno de los momentos más memorables. Durante esos días, la pasión se volvió a encender con miles de peruanos pegados a sus pantallas. Todo esto ha generado expectativas sobre el futuro del vóley. 

Fabiana Niquén Rojas, central del Club San Martín y jugadora de la selección de vóley de la Universidad de Lima, asegura que nos aproximamos a un cambio. “Hemos visto una buena participación de las chicas de la Sub-17 en el Mundial, y creo que eso da pie a nuevas cosas. Lo que ha sucedido es un gran avance hacia un futuro prometedor, no solo de estas líneas, sino de categorías más altas y las que siguen”, comenta. Por otro lado, Moy aún mantiene cierta incertidumbre al respecto. “No han hecho un mal papel en el Mundial, pero no por eso vamos a decir que el vóley ya va a ser la potencia que era antes. Es un proceso largo, que tenemos que vivir”, destaca.

Un factor clave en este posible resurgimiento es el apoyo de la afición y la creciente visibilidad mediática que han tenido los recientes torneos. El Mundial Sub-17 en Perú puso nuevamente el vóley en la mesa y permitió atraer la atención de las autoridades. “Estamos comenzando un nuevo proceso que nos llevará otra vez al nivel que estamos acostumbrados. Vemos más interés de las autoridades, lo que va a ayudar bastante”, señala Niquén Rojas.

Un nuevo comienzo

En este contexto, los clubes y academias juegan un rol indispensable, al ser un apoyo clave para la federación. Asimismo, permiten formar y desarrollar nuevas promesas, y apostar por nuevas generaciones. Tal como afirma Fabiana, “el vóley es un trabajo de bases, y clubes como San Martín y Rebaza están haciendo una gran labor, especialmente al apoyar a chicas de provincia, algo que antes no se veía”.

Si bien el vóley peruano ha atravesado un periodo de oscuridad en las últimas décadas, el entusiasmo generado tras la última actuación de la selección sub-17 nos brinda una oportunidad dorada para revitalizar este deporte. El verdadero desafío radica en consolidar los esfuerzos recientes, garantizar el compromiso de las autoridades deportivas y asegurar una inversión a largo plazo en el vóley. 

El talento, sin duda, está presente; sin embargo, necesita ser apoyado de manera sostenida y con visión estratégica. De esta manera, el vóley peruano podrá recuperar su lugar en el escenario internacional. Nosotros, los hinchas, también cumplimos una tarea crucial: continuar mostrando nuestro apoyo incondicional, seguir dándolo todo en las gradas como nos caracteriza y mantener viva la pasión por el vóley. Hoy, la meta es devolverle al vóley peruano el brillo que una vez lo hizo grande.

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