En un contexto tan saturado por las comunidades virtuales, se abre la pregunta sobre en qué momento se cruza el límite entre lo que le compete a lo público y a la violación de la privacidad.
Por: Julio Andía y Stephano Jiménez
Caras vemos, vidas no sabemos. No es nada del otro mundo que la mirada de miles, sino millones se pose sobre lo que sucede en el espacio digital. Entre stories, publicaciones y mensajes instantáneos, todo el tiempo compartimos información.
¿Cuándo fue la última vez que utilizaste WhatsApp para hablar con alguien de tu confianza sobre temas privados? Hoy, gracias al escaso respeto hacia la intimidad del otro y lo sucedido con el periodista Jaime Chincha, se ha generado un debate sobre si divulgar conversaciones puede llegar a convertirse en objeto de demandas legales o no. La exhibición de temas personales como los problemas psicológicos, el alcoholismo y los signos de inestabilidad emocional abre la incógnita sobre en qué momento se cruza la delgada línea entre lo que es de interés público y los delitos relacionados a la violación de la intimidad o la difamación.
La vida ante los ojos del resto
La invasión de lo privado puede tener múltiples consecuencias en cuanto a la salud mental. Este es uno de los grandes pendientes que tiene el país. En el 2021, el Ministerio de Salud estimó que 6 de cada 10 peruanos mayores de edad sufrían de algún tipo de problemática emocional. Según Paola Lindo, psicóloga clínica y docente de la Universidad de Lima, “la sobreexposición que viven puede conllevar cambios conductuales. Por esa razón, muchos se predisponen al consumo de sustancias indebidas, a ataques de ira o a niveles de ansiedad elevados por la presión social mediática que reciben”.
Pero, ¿por qué existe tanto interés por lo que sucede en la esfera íntima del otro? Para Kevin Zapata, psicólogo ocupacional especializado en terapia Gestalt, “la curiosidad es un factor psicológico inherente al ser humano”. Además, como nos comenta Lindo, “conocer detalles de las personas que admiramos es algo que puede ser reforzador porque nos permite escapar del día a día, conocer más sobre la persona que admiramos y desarrollar cierta actitud de crítica con lo que vemos”.
Al pie de la ley
Toda persona tiene garantizada la protección de su integridad. Liliana Calderón, especialista en derecho penal, nos aclara que, si los códigos se vulneran, pueden ser sancionados desde diferentes ámbitos como el civil, pues se está generando un daño al individuo. Se reclama lo que ha significado el menoscabo de su imagen, y así, las posibilidades de llegar a los tribunales son reales. “Esto es un delito de acción privada. La persona que se siente agraviada puede presentar una querella ante el Poder Judicial”, agrega la experta.
Para la abogada, los casos llegan a diferenciarse cuando no se cuida la privacidad de las personas que tienen libertad sobre su vida íntima. Sin embargo, cuando se trata de casos de corrupción por parte de funcionarios públicos, ocurre lo contrario. Los ‘vladivideos’ son un ejemplo de que, aunque ninguno de los interlocutores autorice la disposición de estos, por ser un hecho de interés colectivo que afecta a la sociedad, son divulgables. Este problema se agudiza con las nuevas tecnologías que hoy implican un arma de doble filo. Las relaciones sentimentales están más expuestas, junto con el estilo de vida de cada uno.
La psicóloga clínica Paola Lindo finaliza con una reflexión que nos llevamos todos: la única manera de solucionar este problema “es que aparezcan leyes que controlen lo que se puede sacar a la luz y que cambiemos respecto a lo que consumimos. Mientras que este tipo de publicaciones siga teniendo alcance y genere morbo, lamentablemente van a seguir existiendo”.