Se busca joven con experiencia: el panorama laboral para los egresados de la era virtual

Los dos años de virtualidad pasarán una factura difícil de pagar. Solo hay que preguntarle a la siguiente generación de egresados, quienes ya experimentan en carne propia los huecos vivenciales de la educación remota. Ellos empiezan a dudar de su preparación práctica y se enfrentan a las largas listas de requisitos que configuran una convocatoria laboral.

Por: Alessa Basso

En los últimos tres meses de regreso a la vida presencial nos hemos podido dar cuenta de todo aquello a lo que nos habíamos desacostumbrado, pero también de lo que nunca conocimos por los años de encierro y educación remota. Si bien la solución fue la única alternativa cuerda a considerar ante una situación sin precedentes, la pérdida en experiencias tanto sociales como prácticas es tangible entre los estudiantes que cursan sus últimos ciclos antes de enfrentarse a lo que muchos de ellos llaman “la vida real”. Hoy, a muchos los encuentras temerosos de lo que puede venir después de la etapa universitaria y dudando de sus conocimientos prácticos sobre la carrera que llevan estudiando por lo menos cinco años. 

Trabajo sin campo

Cuando se creyó que, en el momento que anunciaran el regreso a las aulas, estarían todos  listos para el reencuentro cara a cara, muchos se dieron con la sorpresa de que la realidad era otra. Volver a seguir el ritmo que ya habíamos olvidado fue una piedra con la que tropezamos dentro de un sistema que hizo su mayor esfuerzo, pero que se ve entre la espada y la pared por las exigencias actuales. “Muchos estudiantes se han acostumbrado y prefieren seguir en la modalidad virtual, esto no se esperaba a nivel de país y se ha dado más por comodidad”, nos comenta Elías Neira, presidente del Comité Estratégico de Educación en IPAE Asociación Empresarial.

La situación es aún más crítica para aquellos cursos que son  prácticos, aquellos  enfocados en ponernos “manos a la obra”. Al no tener las herramientas para poder ejercerlos, el aprendizaje es incompleto y el dicho de que “se aprende más en la práctica que en la teoría” sale a relucir en todo su esplendor. “Para mí, llevar cursos prácticos virtuales fue bastante abrumador. Tenía mucha ilusión con esos cursos, pero siento que no los aproveché al máximo en la virtualidad”, señala Micaela Sotillo, estudiante de octavo ciclo de la carrera de Comunicación de la Universidad de Lima.

Así como ella, muchos estudiantes afrontan la misma situación, y más allá de que la emoción por los cursos prácticos se vió desvanecida en la virtualidad, apareció un nuevo miedo: ejercer esta practicidad fuera de las pantallas. Tal es el caso de Lucio Ayala, estudiante de séptimo ciclo de Ingeniería Industrial de nuestra casa de estudios, quien relata que le da temor encontrar un trabajo y sentirse perdido. “Me da miedo que a la hora de tener que aplicar lo aprendido no sepa qué hacer, la teoría es una cosa, pero en las clases prácticas hay muchas cosas que no nos han enseñado”, comenta a Nexos. Es así como los actuales alumnos se cuestionan si realmente están preparados para ejercer en el mundo laboral, especialmente cuando las empresas siguen teniendo una lista de requisitos que cumplir para encontrar la deseada “chamba”. 

La calle está dura

Como el sistema de aprendizaje, el mundo laboral también ha cambiado. Muchos pensarán que ahora las exigencias para poder ser contratado se han flexibilizado, pero lo cierto es que las empresas también han ajustado sus preferencias, porque el mercado necesita seguir ganando. Hoy la pregunta es: ¿han cambiado los requisitos de reclutamiento?

Las críticas suelen atacar la larga lista de habilidades que enumeran las empresas para los puestos de practicantes. Ante ello, Neira resalta que estas tienen un alto nivel de exigencia, pero que esto sucede también para subsanar las propias exigencias del mercado. Esto ha afectado a los estudiantes, ya que muchos sienten que se les hará muy complicado conseguir trabajo. “Si no cambias de chip y replanteas lo que te han enseñado los últimos dos años, no vas a rendir en un mercado laboral que siempre estuvo planteado para la presencialidad”, opina con preocupación Julio Andía, estudiante de séptimo ciclo de Comunicación de la Universidad de Lima. 

La situación es diferente. En menos de tres años todos hemos tenido que adaptarnos, reaprender cosas y adaptarnos nuevamente a un cambio constante. El caso de muchos estudiantes que se encuentran ejerciendo su carrera a la par con sus estudios es distinto. Para el profesor Neira, el nivel de cansancio es mucho mayor que antes, al igual que la fatiga mental. Los estudiantes se han vuelto menos resilientes y eso afecta a su desempeño. Asimismo, se han visto afectados en el ámbito social, tal como relata Flavia Trabucco, practicante pre profesional en una empresa privada, quien nos dice que de no haber llevado clases presenciales a la par con su trabajo, se hubiera relacionado mejor con sus compañeros. 

Tener una perspectiva general sobre lo que podría pasar con aquellos estudiantes que se vieron inmersos en las clases remotas resulta apresurado, a tan solo tres meses de haber regresado parcialmente a la presencialidad. Sin embargo, las consecuencias de los cambios están muy latentes en un contexto tan cambiante, pero sobre todo, en tiempos en los que la calle está dura. Eso sí, la gestión de las entidades educativas para la recuperación de aprendizajes en los próximos meses y el compromiso de los alumnos, serán los que definirán el panorama que se avecina.

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