La influencer egresada de la ULima nos cuenta en exclusiva sobre su etapa académica, lo que fue ser una de las pioneras en el negocio de las redes sociales y cómo es la vida en una constante vitrina digital.
Por: Silvana Granda & Anabella Rivera
Moda, lifestyle y amor propio. Estos son algunos de los temas favoritos de Natalia Merino, de los que habla a diario en el blog Cinnamon Style. Un proyecto que nació en el 2013 como un pasatiempo, pero que hoy es su trabajo de tiempo completo y cautiva a más de 646 mil almas en Instagram. Sin duda alguna, Merino es una de las mentes maestras detrás del reciente negocio del “influencer”, pero también una de las veteranas en lo que corresponde a la exposición digital y lidiar con la escasa definición de límites entre lo público y privado. Esta vez, se sienta con Nexos para rememorar sus inicios como estudiante de Comunicación en la Universidad de Lima, cómo fue liderar el boom peruano de la influencia y su relación con las redes sociales.
¿Cómo describirías tu paso por la Universidad de Lima?
Estuve un año y medio estudiando administración en otra universidad, pero me di cuenta que no era lo mío. En ese momento, yo sentía que había perdido 2 años de mi vida. El volver a ser cachimba, ahora en la Universidad de Lima, fue difícil, pero me adapté cuando fui conociendo un poco más de la carrera de Comunicación. Ahí me di cuenta que tenía todo lo que me gustaba y, realmente, disfrutaba las clases.
Y hoy, ¿Qué rescatas de tu carrera?
Creo que lo que más me gusta es lo amplia que es. Para una persona que, como yo en ese momento, no tenía claro hacia dónde dirigirse, te permite probar un poquito de todo e ir descubriendo qué te gusta más: el lado audiovisual, publicitario, de periodismo, etc. Entonces, más o menos puedes ver qué es lo que te apasiona y con qué te identificas.
En el momento que fuiste estudiante, ¿tuviste muchos cursos vinculados a estrategia digital o el mundo de las redes sociales?
La verdad que en mi época no habían tantos cursos relacionados al tema digital. Habré llevado uno o dos máximo, porque era algo muy nuevo en ese momento. De hecho me inicié en la época en la que el término “influencer” no existía. Recuerdo que en ese momento no lo hablamos en clases, pero sí aprendí cómo trabajar con herramientas para mejorar el alcance de mis propuestas. En un inicio yo llegaba a las chicas de una manera muy orgánica, pero en Comunicación me presentaron estrategias del lado publicitario que me sirvieron muchísimo en mi trabajo.
Tomando en cuenta esto, ¿cómo es que te animas a abrir tu propio blog de moda?
Fue en un verano de vacaciones que justo no llevé ningún curso en la universidad y tenía meses libres. Junto a Sebas, mi esposo, que también es comunicador de la de Lima, teníamos las herramientas y los conocimientos. Vimos una oportunidad de negocio en los blogs, porque habían muchísimos de moda y temas relacionados en distintas partes del mundo. Nosotros pensamos: “¿sabes qué? Hay que hacerlo como un modelo de negocio, vamos a demostrar que se puede vivir de eso”. Luego las plataformas fueron migrando, los blogs pasaron a un segundo plano y aparecieron las redes sociales como Instagram, Snapchat y Tiktok. Es un constante renovarse y estar a la vanguardia de las innovaciones digitales, sobre todo en redes.
Fuiste una de las primeras exponentes en el país de lo que hoy conocemos como una “influencer”, ¿Cómo fue tu experiencia desarrollando una carrera en este rubro que, en ese entonces, cobraba de a pocos protagonismo?
Fue prueba y error. Al ser algo completamente algo nuevo, no sabíamos cómo manejarlo, desde tocarle la puerta a un cliente o cuánto cobrar a las marcas, cómo hacer un tarifario, cómo hacer valer tu trabajo y que lo respeten. Teníamos que demostrar la importancia y, sobre todo, el poder de las redes sociales a través de una estrategia digital correcta. Aprendimos mucho en la cancha y disfrutamos del proceso.
Hoy en día, ¿qué importancia tienen para ti las redes sociales?
Actualmente, demasiada. Creo que hasta más de lo que me gustaría. Son casi mi vida entera, porque las redes sociales son mi herramienta de trabajo principal. Estoy tan metida en estas plataformas que a veces me cuesta disfrutar del momento. Fue complicado separar mi vida privada de la pública.
¿Cómo sientes que cambió tu vida desde que comenzaste a trabajar como creadora de contenido?
Mi intimidad tuvo un cambio. Sentir que la gente puede opinar y juzgar mi vida como si me conociera, fue algo nuevo e intimidante en un principio. Por ejemplo, en el colegio alguien se puede inventar un chisme, pero esto es multiplicado por miles y miles de personas y llega a otro nivel. Esto sucede en los espacios digitales.
Siguiendo con este tema, como figura pública en redes sociales, has experimentado en carne propia los límites difusos que el mundo digital establece entre lo público y privado. ¿Cómo tuviste que adaptarte a esta situación?
Ha sido un proceso largo porque sí he pasado por varios episodios donde ese límite se ha cruzado. Cuando lancé mi libro, se nos ocurrió ponerle de título “Manual para ser tú misma”. En verdad nos encantó, pero la idea nunca fue literalmente el paso a paso para ser tú misma. Muchas personas lo tomaron literal y juzgaron al libro por su portada antes de saber su contenido. Esto se prestó a un terrible bullying cibernético; fue tendencia en Twitter. Pero luego cuando lo lanzamos y vimos el éxito que tuvo fue increíble. Recibía comentarios de las chicas que lo leyeron y me decían: “Nati, con esta parte me he sentido demasiado identificada” o “a mí me pasó lo mismo en tal momento de mi vida, gracias por contar tu experiencia”. A mí eso me llegaba al corazón, y logró que todos los comentarios negativos pasen a un segundo plano.
Durante los años de pandemia se volvió popular el “cancel culture”, ¿qué opinas de este fenómeno?
Es terrible, grave. Es una especie de bullying, pero cobarde, porque lo haces escondido detrás de una pantalla. No eres capaz de decirle a alguien lo que piensas en su cara. Empiezas a decir lo que quieres, incluso te inventas un nombre falso y creas chismes, con lujos y detalles, que muchas personas terminan tomando como verdaderos.
¿Qué opinas de las comunidades digitales?
Tiene su lado bonito: puedo conectar con mis seguidores. A pesar de la pandemia, si me encontraba con uno de ellos, pese a no poder abrazarlos, conversábamos como si tuviéramos una amistad de años.
¿Cuáles serían tus consejos para la próxima generación de comunicadores que busquen ser creadores de contenido?
Que no dejen de ser ustedes mismos, no pierdan su esencia. Todos deben seguir fieles a sí mismos. Hagan contenido que los diferencie del resto y no tengan miedo al qué dirán. Si tú crees en tu trabajo y en ese proyecto que llevas planeando por años, vas a cumplir tus sueños. Solo debes confiar en ti.