No han sido días, semanas o meses. Fueron 2 años en los que nuestros rostros se han presentado a la mitad. Nexos conversó con especialistas y alumnos sobre lo que significará el retiro, desde este 1 de mayo, de las mascarillas en espacios abiertos.
Por: Silvana Granda
¡La mascarilla! ¿Cuántas veces habremos dicho esto cada vez que olvidábamos traer puesta la popular KN 95? Se volvió, en tiempos difíciles, parte de nuestra indumentaria diaria. A veces al punto de que salir sin ella nos daba la sensación de estar desnudos ante el mundo. Después de dos años, nadie puede decir que no se había acostumbrado a sentirla como una barrera protectora que impedía que fuéramos una cifra más en el número de contagiados. Molesta al inicio, pero con un reconfortante sentido de seguridad. Este domingo 01 de mayo nos toca dejar nuestra relación agridulce con las mascarillas (por lo menos en espacios abiertos) y empezar a preguntarnos cómo abrazaremos este regreso a los rostros destapados y a las calles sin anonimato. En esta oportunidad, Nexos conversó con un especialista para saber lo que debemos tomar en cuenta a partir de este domingo y con dos jóvenes que describen lo que fueron dos años de relación con el inolvidable tapabocas.
“Hasta el momento no hay evidencia que conduzca a un rebrote de contagios por dejar de usar las mascarillas en espacios libres, por lo que considero que no es una medida tan descabellada. Sin embargo, creo que cada uno debe ser consciente de su riesgo personal. Si tenemos adultos con comorbilidades, lo más recomendable es que igual la usemos para prevenir cuadro más graves en familiares o convivientes. Eso es algo que no veo en campaña ahora mismo, por ejemplo”, comenta César Ugarte, epidemiólogo e investigador de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
Ya era hora
Si ahora mismo le preguntamos a los alumnos de la Universidad de Lima cuál es su opinión respecto al tema, probablemente sea mayoritario el número de estudiantes que empiecen su testimonio con un: “ya era hora”. Sin embargo, existen aquellos que aún sienten inseguridad ante un levantamiento abrupto de la medida. Una de ellas es Patricia Castro, estudiante de Comunicación, quien afirma que la seguirá usando después de este domingo.
“Creo que me he acostumbrado a asociar los ambientes con muchas personas (abiertos o cerrados) a situaciones riesgosas y, honestamente, aún me da algo de temor estar en esas situaciones sin una mascarilla. No creo que deje de usarla en espacios abiertos, sobre todo en calles concurridas o con aglomeraciones”, señala Castro.
Por otro lado, la opinión popular coincide con Gabriel Locau, estudiante de Psicología en la Universidad de Lima. “Me siento seguro con las tres dosis de la vacuna y honestamente, creo que la mascarilla ya cumplió su propósito. En estos dos años, ha sido muy difícil conversar con una persona en la calle simplemente porque no la puedes ver bien y a veces no la escuchas del todo. En mi casa siempre nos equivocamos y nos llevábamos la mascarilla del otro, era un problema. Creo que a estas alturas, ya no hace sentido mantener esa rutina, por lo menos en espacios abiertos con circulación de aire”, agrega Locau.
Para el doctor Ugarte, ahora mismo no existe riesgo mayor con los jóvenes universitarios. Sin embargo, remarca que cada uno debe analizar su situación individual para disminuir las posibilidades de contagio a familiares que aún puedan ser vulnerables al virus.
El estigma sin mascarilla
Dejar de usar mascarilla va a ser difícil tras dos años de pandemia y habrá un choque en el que muchos se enfrentarán a la decisión clave: usarla o no usarla. Una libre elección que cualquiera, ahora en espacios abiertos, puede tomar sin incumplir ninguna norma. Sin embargo, para Ugarte, esto no es tan sencillo. Las personas van a emitir un juicio sobre los que usan, o no, las mascarillas en parques y calles. Si bien esta decisión personal tiene múltiples factores que la determinan -comodidad, adaptación a la presencialidad, riesgos- lo que no existe es una superioridad moral por llevar o no llevar una mascarilla.
“Personalmente, yo no me quitaría la mascarilla, porque me siento más seguro usándola, incluso en ambientes abiertos. Aún así, si en el campus se aplica la norma y los demás deciden no usarla por temas de comodidad, no me molestaría, porque ya no están obligados a usarla en espacios ventilados”, finaliza Luis López, estudiante de Comunicación de la Universidad de Lima.
Si bien el retiro de las mascarillas en espacios abiertos es un punto de partida hacia el regreso a la normalidad y a lo que era salir sin ellas, habrá que pasar por un nuevo proceso de adaptación antes de retomar viejas costumbres.