¿Dónde se traza la línea entre genialidad y enfermedad? El psicólogo Raúl Gómez explica este fenómeno común entre los artistas, y reitera la importancia que tiene conocer y tratar los problemas de salud mental.
Por: Micaela Bazalar
* Trabajo realizado para el curso Taller de Crónicas y Entrevistas
“[Mañana del viernes del 28 de marzo de 1941.]
Me estoy volviendo loca (de nuevo). Siento que no puedo volver a atravesar otra de esas épocas espantosas. Esta vez no me recuperaré. Empiezo a oír voces, no me puedo concentrar. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor.
[Atravesó la pradera hasta el río. Metió en su bolsillo grandes piedras y se sumergió.]
No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.”
A sus 59 años se suicidó. Virginia Woolf es considerada como una de las escritoras más importantes del siglo XX. Revolucionaria para su época. Feminista pionera. Innovadora e influyente. Contribuyó en la novela moderna con su monólogo interior y estilo poético, pero su mente la atormentaba: frente a la plaga de episodios depresivos, el acto creativo fue su medicina. El éxito literario lo suministraba en dosis calculadas que la alejaban del dolor. Un dolor que consumió su vida y que plasmó en aquella última carta de adiós.
Woolf, Van Gogh, Hemingway, Mozart, Kafka, Dalí, entre muchos otros, son aclamados por una genialidad que muchas veces ha rozado con la locura. Aquella creatividad que admiramos y consumimos tiene como fuente un tormento continuo. ¿Dónde está la frontera entre genialidad y enfermedad? Para Raúl Gómez, psicólogo y director de recursos de atención social de Fundación Manantial; ni todo loco es creativo, ni toda creatividad necesita su cuota de locura para ser bien valorada. “Arte y locura pueden vivir en un mismo edificio, pero no son inexorables compañeros de cama”, destaca el experto.
La idea de “artista loco” se ha vuelto una construcción social en donde se cree que ese desequilibrio es intrínseco al proceso creativo. Si bien es cierto que la creación artística conlleva a que el individuo plasme su propia cosmovisión siendo, en ocasiones, disruptivo con la realidad más inmediata, es importante cuestionarse qué hay detrás de esta relación entre locura y genialidad.
Las variables más importantes a tener en cuenta en el supuesto matrimonio entre insania y creatividad son el dolor y el sufrimiento. “El riesgo que hay de representar la locura en el ámbito de la creación artística es caer en un romanticismo y un misticismo de la enfermedad mental que a veces no concuerda con la realidad. En la locura hay mucho sufrimiento”, indica Gómez. Pero lo que realmente padecen estos llamados ‘genios locos’ es lo que hoy conocemos como trastornos mentales.
Cerca de 1000 millones de personas viven con un trastorno mental, la Organización Mundial de la Salud lo manifiesta. Hay un dato escalofriante de los informes de la misma entidad: cada 40 segundos, una persona en algún lugar del mundo se suicida. Si bien no estamos en la misma situación en la que se encontraba Virginua Woolf cuando se suicidó hace 80 años, la salud mental sigue siendo una de las áreas más desatendidas de la salud pública. En el caso de Perú, la Defensoría del Pueblo indica en su informe “El derecho a la salud mental” (2018) que la brecha de acceso al tratamiento es del 80%. Esto quiere decir que 8 de cada 10 peruanos que padecen un trastorno mental o necesitan atención no reciben el tratamiento adecuado y oportuno.
Y no todos aquellos que padecen de estos trastornos se transforman en genios creativos. Para la gran mayoría, lo único que queda es la estigmatización y discriminación. Son todos los que no pueden transformar su sufrimiento en arte. El Dr. Humberto Castillo Martell, director general del Instituto Nacional de Salud Mental, señala que en el Perú alrededor del 84% de las personas que enfrentan problemas de salud mental no aceptan ni reconocen su padecimiento. “Ante una dolencia física la persona suele buscar atención médica, pero ante un problema emocional como tristeza o estrés, por ejemplo, prefiere callarse, contarle a su amigo, o asume que es parte de su forma de ser y se resolverá solo. Eso es parte del estigma”, destacó.
Ni idealizar ni condenar. Quien padece un problema de salud mental no debe ser romantizado como un ‘genio creativo en aprietos’, como tampoco debe ser segregado aquel que, más que ‘loco’, es visto como ‘enfermo’. Pueden existir opiniones y prejuicios diversos alrededor de lo que implica la locura, pero no deben existir discusiones ante la importancia de atender un problema de salud pública. La salud mental debe ser atendida, es necesario incorporarla en la agenda nacional.