Por: Eric Huamaní, para el curso de Taller de Reportajes
En medio de una elección hiperpolarizada, el miedo se ha convertido en un argumento para condicionar el voto los peruanos.
La ciencia nos ha enseñado que los polos opuestos se atraen, pero cuando se trata del terreno político, sabemos que no funciona así. El partido de Fuerza Popular, liderado por Keiko Fujimori, y Perú Libre, con Pedro Castillo a la cabeza, cumplen inversamente con esta regla. Ambos se repelen, al igual que sus electorados. “Se han colocado en los dos extremos, dos puntos de vista que nadie hubiera deseado y ante el cual tenemos que enfrentarnos”, afirma el sociólogo Carlos Bejarano.
Podemos resaltar que este enfrentamiento de izquierda y derecha ya es algo vivido por las generaciones anteriores. Echando un vistazo a la historia del Perú se pueden encontrar diferentes pugnas entre estos frentes extremos. Vale recordar a Sánchez Cerro con la Alianza Oligárquico Militar contra Haya de la Torre, líder del APRA, allá por 1931. “Más que programas comunistas, debemos hablar del cuco comunista. Eso representaba Haya de la Torre en esas elecciones”, precisa el historiador Daniel Parodi.
Otro caso emblemático fue el de Alfonso Barrantes de Izquierda Unida, quien apareció durante las elecciones de 1985 y hasta la fecha se le considera un “cuco a medias”. “Él era más de izquierda marxista (…) y las campañas contra él fueron muy parecidas a las que se hacen contra Castillo ahora”, destaca Parodi.
Temor de muchos
El pasado 11 de abril, el conteo regresivo acabó con Castillo en el primer lugar de los votados. Inmediatamente, las redes se llenaron de comentarios alusivos a su pensamiento izquierdista. El miedo y el terror comenzaron a apoderarse de los ciudadanos que no votaron por él, algo que encuentra su origen en elecciones pasadas.
Un factor histórico del miedo a esta ideología es, apunta Parodi, la instauración, sin objeción alguna, de un sistema socialista sin libertades ni libre mercado, entre otras cosas. “Este era un susto muy justificado”, agrega el historiador. Ante esto, la derecha ha mantenido una figura casi unánime en la contracampaña. “Es el mismo libreto que viene teniendo desde 1950. A Belaunde lo terruquearon y también a Haya De La Torre”, plantea Arturo Cárdenas, secretario de organización nacional de Perú Libre.
Este temor también puede darse a través de acciones. Un gran ejemplo es la reciente publicación de banners en distintas calles del Perú con el lema No al Comunismo. “Las personas no están informadas como debería de ser y lo primero que ven se les queda. Eso es para sembrar miedo”, lamenta la virtual congresista de Juntos por el Perú, Isabel Cortez.
Según IPSOS, el 35 % de peruanos temen a un régimen chavista y el 24 % a uno comunista. En las últimas semanas, “la mayoría de las personas actúan por instinto, si se dice que va a pasar lo de Venezuela, ni hablar, votemos por Keiko, pese a lo que representa”, señala por su lado Bejarano.
No se consolida
A lo largo del tiempo, la izquierda ha revelado muchas complicaciones en su camino. Ante esto, el analista político Gustavo Romero identifica que “esta ideología solo ha tenido momentos”, donde a veces puede aparecer y desaparecer, cual truco de magia. Por ejemplo, la coalición Izquierda Unida de los 80 se quebró en su primera década. “Eran partidos pequeños, se atomizaron”, precisa Parodi. Algo similar fue lo que le sucedió recientemente al Frente Amplio (FA), un partido izquierdista alejado del marxismo, que reivindicaba una serie de derechos sociales y respetaba el orden democrático. Verónika Mendoza llegó a obtener el 18.7% de los votos como candidata del FA y logró 20 escaños en el hemiciclo. Sin embargo, las relaciones al interior se tensaron hasta el quiebre. “De pronto [tuvimos] una izquierda fuerte, pero como siempre, se caracteriza por sus pugnas internas, por sus divisiones y por ser bastante floja al momento de organizarse”, profundiza Parodi.
Romero señala que “Verónika, que es bastante izquierdista, varió su discurso centrándose un poco más, acto que le costó mucho políticamente”. Comparando con los resultados del candidato de Perú Libre, la diferencia parece ser clara: moderar el discurso, antes que convencer, parece alejar a los electores fidelizados.
Si bien Perú Libre enfrentó la primera vuelta por su cuenta, hoy tiene cierto apoyo de otras organizaciones de izquierda. La alianza con Nuevo Perú y Juntos por el Perú podría mantenerse, incluso, después de los resultados de segunda vuelta. “Apoyamos al profesor Castillo porque muchas de sus propuestas coinciden con [las] de nosotros en derecho al trabajo, salud, educación y protección ambiental”, asevera Isabel Cortez. “Se ha marcado una tendencia con cierta decepción del establishment político y esto lo ha podido capturar un discurso incendiario como el de Pedro Castillo”, manifiesta Romero.
La situación es compleja en esta segunda vuelta. Más aún cuando el uso del miedo se ha convertido en un recurso para hacer campaña y desestabilizar al oponente. Todo ello frente a un electorado que más responde a un discurso emocional que a las propuestas racionales.