La IA no solamente resuelve problemas intelectuales o profesionales, también empieza a introducirse en nuestras mentes. Sin embargo, aquí existen efectos negativos que la IA podría ocasionar en las personas y en las relaciones con otros.
Por Fiorella Saito
Películas como “Her” o “Blade Runner 2049”, en las que un humano se llega a entablar una relación romántica con una Inteligencia Artificial, se han convertido en una realidad para los jóvenes a nivel mundial, y esto se debe al surgimiento de chatbots que, además de resolver sus dudas, pueden escucharlos, aconsejarlos y ser sus “compañeros”.
Según la revista global de negocios Fortune, la Generación Z y los millennials –jóvenes de entre 20 y 30 años– utilizan la IA y el ChatGPT como “asesores de vida” y “sustitutos de terapia de conversación”. La personalización y la fluidez de los chatbots para mantener diálogos similares a los de un humano tienen efectos negativos en la salud mental, en las relaciones interpersonales y en el pensamiento crítico para la toma de decisiones. ¿Qué pasaría si la IA llegara a satisfacer nuestras necesidades afectivas?
Adicción y cifras
Usualmente, cuando se habla de adicción digital, se apunta a la dependencia en el uso de dispositivos electrónicos e internet, problemática cada vez más creciente en niños y en jóvenes. Según el diario El Peruano, una reciente encuesta realizada en Latinoamérica por la plataforma Nomophobia reveló que el 76% de jóvenes se considera dependiente de su celular.
En el Perú, según el estudio, el 50% de la población siente ansiedad cuando se aleja de su smartphone, y el 49% cree que podría estar sufriendo un problema de dependencia. En este contexto, el aumento de usuarios y la popularización de sistemas de Inteligencia Artificial para buscar información o compañía es un factor que agrava esta situación.
Susana Castañeda, psicóloga educativa, explica que los jóvenes y los adolescentes buscan refugio en la IA porque esta tiene credibilidad y empatía, a diferencia de las terapias convencionales que tienen como propósito generar un cambio en el paciente. Ante ello, por su parte, Jessica Kuwae, psicóloga clínica, señala que eso “no es empatía, sino condescendencia”, es decir, algo que busca “complacer” a alguien con lo que quiere oír.
“Una adicción es algo que atrapa tu vida, tu tiempo y tus pensamientos, y que no permite que funcionemos en otras áreas”, menciona Castañeda. Si bien la adicción al internet, a lo digital, a los celulares y a la IA no existe clínicamente en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-5, “el ser humano puede ser adicto a cualquier cosa”, según señala la experta.
IA como “alguien más”
Lo cierto es que los chatbots ofrecen hoy una experiencia personalizada con la información que acumulan de los usuarios y brindan compañía, consejos y apoyo emocional. Los jóvenes se sienten en confianza para desahogarse emocionalmente y sentirse comprendidos, pero nunca juzgados. Sin embargo, utilizar la IA como reemplazo de un psicólogo profesional y del contacto humano es peligroso. “El deseo de sentirme vista, aceptada y no juzgada es bueno, pero, en ocasiones, es necesario el jaloncito de oreja que puede brindar un especialista”, recalca Castañeda
Cabe destacar que la diferencia entre la IA y un psicólogo es notable. “El terapeuta te va a decir lo que tú necesitas trabajar. Puede ayudarte a ser mejor, y eso no necesariamente es lo que deseas escuchar”, afirma Kuwae. Para los expertos, la reflexión y la crítica es inexistente, lo que se aleja del crecimiento y de las ganas de superación en las personas que intentan mejorar emocionalmente.
Muchos usuarios pueden desarrollar dependencia emocional, psicológica y académica con la IA, opina Masaru Chinen, filósofo y docente. Cuenta que, en Japón, un ciudadano llamado Akihiko Kondo se casó en el 2018 con una asistente holográfica, y que, en Estados Unidos, Sewell Setzer III, un adolescente de 14 años, se enamoró de un chatbot llamado “Daenerys Targaryen”, un personaje de la serie Juego de Tronos, y que luego se suicidó para encontrarse con su amada en otra dimensión.
“Los padres y amigos de Sewell no sabían que se había enamorado de un chatbot. Solo vieron cómo se sumergía cada vez más en su teléfono. Con el tiempo, se dieron cuenta de que se estaba aislando y alejando del mundo real”, relató el diario The New York Times. Según este medio estadounidense, mientras los padres de todo el mundo se preocupan por las redes sociales, puede que se esté formando una nueva trampa frente a sus narices.
Ahora existe una industria en auge, en gran medida no regulada, de aplicaciones de Inteligencia Artificial, en las que los usuarios, por 10 dólares mensuales, pueden crear compañeros y conversar con ellos de varias formas, como una manera de combatir la llamada “epidemia de la soledad”.
Entonces, ¿esta es una nueva forma de relacionarnos y de enamorarnos? “No, eso nos demuestra que nos estamos volviendo más centrados en sí mismos, y es ahí cuando vienen los problemas de depresión y ansiedad”, responde Castañeda. “Con un enamorado o amigo con esas características no vas a crecer, solo servirá para alimentar tus necesidades y deseos. El amor real es servicial, sacrificado, piensa en el otro”, complementa.
De esta manera, Chinen dice que no podemos equiparar a la IA, que “está programada para satisfacer necesidades”, con las relaciones humanas, ya que las personas no son medios ni instrumentos. El filósofo profundiza que las personas se relacionan con otros seres humanos para socializar y desarrollarse, y no para utilizarlos, por lo que es inadecuado seguir construyendo identidad a través de una IA que carece de “trasfondo cultural” y que trae “percepciones falsas de la realidad”.
Oportunidad comercial
El uso de la IA cruza los límites cuando “se usa como contraparte para que uno se soporte emocionalmente”, sostiene José García Contto, docente de la Universidad de Lima. Debido a que la salud mental es una urgencia social, las empresas aprovechan para explotar económicamente el problema. Un ejemplo es la aplicación japonesa Loverse, similar a Tinder, pero en la que se paga para hacer “match” con chatbots y no con seres humanos.
“La gravedad de la soledad, la intensificación de los problemas psicológicos y los trastornos ansiosos y depresivos se han multiplicado”, menciona García. Es decir, la gente está sola porque hay una tendencia global hacia el rechazo de la vida en pareja o a la inmediatez de una relación.
Desde su experiencia personal, García compara los chatbots con las conversaciones en línea que se producían con gente desconocida en la década del noventa, y en cómo llegaron a generar vínculos afectivos “en un mundo compuesto por un teclado y una pantalla”. No obstante, hoy el problema de fondo tiene que ver con la juventud. “Es cada vez más dependiente de la validación externa y que, cuando no la consigue de otro ser humano, la busca en otro lado”, declara el docente.
Prevención para generaciones futuras
El antídoto para que esta problemática no siga expandiéndose está en los hogares, específicamente en la crianza de padres a hijos, en los hábitos y en el ejemplo que se le brinda al joven o adolescente. Kuwae aconseja que, “cuando estamos criando o buscando el desarrollo de un menor, sea a nivel psicológico, individual o social, es importante reflexionar hasta qué punto el contacto con la IA o con alguna otra tecnología nos puede favorecer”.
Además, la psicóloga clínica pide estar alerta ante un “cambio en la cotidianidad”, por ejemplo, en la rutina de sueño, en las relaciones sociales y en los estados de ánimo. “El vínculo, la comunicación y la conexión son los únicos requisitos para que no exista algún tipo de riesgo”, señala. Entretanto, Castañeda pide identificar “el buen balance entre llamar a las personas a la reflexión por sus acciones, con la compasión, la misericordia y el perdón”.
La Inteligencia Artificial no es un peligro para la gente, sino un avance tecnológico que debe ser controlado y supervisado, especialmente si se trata de niños, jóvenes y adolescentes, mientras se refuerzan aspectos como la comunicación, la vulnerabilidad y la empatía. Lo riesgoso es confiar ciegamente en chatbots y entablar vínculos afectivos con ellos para llenar vacíos emocionales y reemplazar la conexión con otros seres humanos.
Trabajo realizado para el curso de Producción Informativa 2025-1