China afianza su poder en Latinoamérica con inversiones estratégicas. El puerto de Chancay, construido en Perú, es clave en su expansión en Sudamérica.
Por Nicole Vilca y Valentina Carranza
Desde hace cerca de cuatro décadas, China ha apostado por una estrategia de inversión constante en América del Sur y el Caribe. El objetivo es claro: consolidar una relación comercial sólida y fortalecer su influencia en la política exterior de la región.
Una muestra concreta de esta expansión se dio el 14 de noviembre de 2024, con la inauguración del Puerto de Chancay en Perú, considerado uno de los proyectos más ambiciosos de inversión china en Latinoamérica. Este megapuerto, financiado en gran parte por capital chino, busca convertirse en un hub logístico clave para conectar Sudamérica con Asia, y promete transformar las dinámicas del comercio regional.
Pero la influencia de China no se limita al ámbito portuario. En los últimos meses, la potencia asiática ha reforzado su rol como actor central en la escena internacional, tejiendo alianzas estratégicas, interviniendo en negociaciones diplomáticas y dejando claro su interés en Latinoamérica. Dicha inclinación va mucho más allá del intercambio económico: se trata de posicionarse como una fuerza geopolítica de peso en el sur global.
En medio de un escenario global marcado por tensiones crecientes, el protagonismo de China vuelve a resonar con fuerza. Durante los últimos acontecimientos internacionales, la presencia del gigante asiático ha sido clave en las dinámicas geopolíticas de junio. Mientras los bombardeos en Medio Oriente encendían las alarmas y Estados Unidos intervenía militarmente, China optó por una postura silenciosa, pero estratégica.
A pesar de ser una de las principales potencias globales, Pekín se mantuvo al margen del conflicto, evitando cualquier acción directa. No obstante, días después del ataque estadounidense a instalaciones nucleares en Irán, el presidente Xi Jinping hizo un llamado público al cese inmediato del fuego. De esta manera, evidenció su interés por mantener su influencia mediante la diplomacia más que a través del enfrentamiento.
Tatiana Gálvez, presidenta en Colombia de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África (ALADAA), expresó que dicho comportamiento no se debía precisamente a que China tomará el papel de un árbitro ante las tensiones globales. En su opinión, es esencial comprender la política exterior China establecida en el año 1955 en Bandung, donde se dictamina que el país no categoriza a otros países a partir de sus democracias o acciones internas.
“Todos los países necesitan una condición de estabilidad mínima ante unos niveles de crecimiento bajos y retos económicos y sociales, esto insta a las organizaciones internacionales a que se mantenga esa paz mundial y estabilidad”, explicó Gálvez. Esta falta de categorización de los países con los que China decide realizar alianzas ha permitido un forjamiento de una relación con los países sudamericanos.
El Puerto de Chancay es solo uno de los ejemplos más llamativos de la presencia de China en el continente. En poco tiempo, se convirtió en uno de los puntos más significativos para la ruta comercial entre el territorio asiático y Latinoamérica. Según The Observatory of Economic Complexity, se estima que, en este año, los ingresos a China aumentaron hasta mayo a un total de $316MM exportados y un $213MM importados. Brasil se sitúa entre sus principales socios comerciales, seguido de Chile y Perú. “La vinculación de China con el sur global es algo muy importante”, explicó la directora del Observatorio de Política China, Raquel León, a este medio.
Asimismo, León comentó que China ha evolucionado su política exterior, pensando en liderar el tercer mundo, a lo que hoy llamamos sur global. La cooperación con Latinoamérica se ha logrado a través de cómo es que el país asiático ha desarrollado un mecanismo asertivo de cooperación sur-sur, que es lo que le ha permitido posicionarse en todos estos bloques y regiones del mundo.
El posicionamiento en América Latina forma parte de una estrategia a nivel interno de China. Raquel León explicó a este medio que primero se hacen reformas a través del partido político chino y luego se traslada al gobierno, quienes llevan todo al plano de la política exterior. “Esta estrategia le ha funcionado bien a China para poder posicionarse primero en el sur global. Va muy de la mano con ejes y principios de la política exterior. Por ejemplo, como la de los cinco principios de coexistencia pacífica que promueve el país”.
Estos cinco principios por los que se rige el gobierno chino consisten en la coexistencia pacífica, el respeto mutuo por la soberanía, la integridad territorial, la no agresión mutua, la no interferencia en los asuntos internos y el beneficio mutuo. Para el gigante asiático, mantener el contacto con países del tercer mundo ha sido esencial para su actual posición política y económica. No solo se trata de una política exterior que busca la consolidación de la estabilidad y paz de los países, sino que representa parte de un plan estratégico del país para el comercio exterior y las relaciones internacionales.
El plan de China en los territorios sudamericanos se rige en ser sede de sus megaproyectos como el Puerto de Chancay o la reciente mención del proyecto del tren Bioceánico de Brasil. Todas estas inversiones a futuro forjan una ruta comercial alterna de los conocidos pasajes de comercio internacional. Uno de estos es el canal de Panamá, ruta controlada hasta 1999 por los Estados Unidos y que, en la actualidad, es una de las rivalidades disputadas por el gobierno chino y el americano.
En apartados más generales, Latinoamérica se encuentra atrapada en una guerra comercial entre las dos potencias mundiales. Una de las principales causas de que América del Sur tenga una relación cada vez más fortalecida con China no solo se debe a los esfuerzos por mejorar la política exterior. Otro de los factores que moviliza dichos acuerdos son los aranceles constituidos por Estados Unidos en el mes de abril con un 100% de medidas arancelarias para China y de un 10% a 15% de estas para países de la región.
La directora de ALADAA, Tatiana Gálvez, profundizó en el tema de los aranceles con respecto a China, comentando que estos no le hacen bien a ninguna economía del mundo. “El llamado de China es ¿cómo hacemos para garantizar que haya sensatez y estabilidad en esos acuerdos, a los cuales estos países del mundo hemos llegado a un consenso internacional? Lo que insta China a los países del mundo es que sean de alguna manera el respalda de esta estabilidad del mundo”, comentó.
Dentro de estas jugadas de política exterior y comercio, el Perú es pieza clave para comprender la dinámica que China está construyendo con los países latinoamericanos. Para el 2021, la relación comercial entre el gigante asiático y nuestro país se calculó en un saldo comercial de 8,302 de dólares, 5,429 de dólares más respecto al 2020 según un estudio de CooperAcción.
Un gran ejemplo de estos lazos económicos en incremento es el Terminal Portuario Multipropósito de Chancay, posicionado continentalmente como uno de los puntos de conectividad más importantes del Pacífico Sur, de la empresa estatal china Cosco Shipping Ports Limited y la minera peruana Volcan.
El interés de China en generar proyectos de infraestructura en el marco de la franja y la ruta representa más que una agenda comercial. “El Puerto de Chancay reduce casi 28 minutos, casi media hora en términos de descarga de mercancías, lo que de alguna manera posiciona a Perú como un país pivote en términos de logística en América Latina. Creo que es uno de los países más estratégicos en la relación con China”, expresó Gálvez.
Aunque el megapuerto ha sido presentado como un proyecto clave para el crecimiento económico del país, lo cierto es que su construcción no ha podido escapar de controversias ni de consecuencias sociales y ambientales. Entre los años 2021 y 2023, diversas comunidades expresaron su malestar ante los impactos negativos generados por las obras, especialmente en las zonas cercanas al litoral.
De acuerdo con información recogida por la organización CooperAcción, los efectos no se limitaron únicamente a la bahía donde se ejecutaban los trabajos, sino que se extendieron hasta cinco kilómetros al norte, afectando severamente áreas utilizadas por pescadores artesanales y provocando daños estructurales en numerosas viviendas.
Además, durante la construcción del túnel viaducto, que forma parte del complejo de infraestructura, se produjeron dos hundimientos del terreno: el primero en octubre de 2022 y el segundo en mayo de 2023. Los cuales ocasionaron el colapso de una matriz de agua potable y daños en la red de desagüe. Como consecuencia, más de 750 viviendas sufrieron cortes en el suministro de agua, según reveló una investigación de Ojo Público.
Estos eventos pusieron en evidencia una preocupante falta de planificación y control en la gestión de riesgos, así como una limitada fiscalización y respuesta por parte de las autoridades responsables. Otro de los puntos que genera creciente preocupación en el marco de la relación comercial entre China y Perú es la forma en que se está estructurando la exportación de productos peruanos hacia el gigante asiático.
Si bien el Tratado de Libre Comercio (TLC) con China ha abierto importantes oportunidades para el país, también ha encendido las alertas sobre una posible vulnerabilidad en los procesos comerciales y en el equilibrio de la balanza económica. Giancarlo Peirano, profesor de la Facultad de Negocios Internacionales de la Universidad de Lima, advirtió que la creciente dependencia de megaproyectos financiados con inversión china, como es el caso del megapuerto de Chancay, podría dejar al Perú en una posición delicada si no se cuidan ciertos aspectos estratégicos.
“Estamos permitiendo la inversión financiera directa a través de la construcción de megaproyectos como ha sido el caso de Chancay. Tenemos un Tratado de Libre Comercio muy importante con China que nos permite triangular y generar un flujo interesante en la oferta exportable del Perú, siempre cuidando también nuestras ramas productivas”, señaló Peirano en entrevista.
El académico también llamó la atención sobre la composición de las exportaciones peruanas hacia China, donde predominan productos naturales como frutas y harina de pescado. Sin embargo, indicó que se habla poco del alto volumen de materiales mineros que se exportan al país asiático, lo cual debería ser parte del debate público sobre el verdadero alcance de la relación bilateral.
El crecimiento de la exportación de materias primas, sobre todo las mineras, también ha reflejado un aumento. El saldo de inversión extranjera directa (IED) de China sobre Perú, en el 2021 alcanzó el 2.2% de inversión según CooperAcción. Dicho monto revela que China no es uno de los principales inversionistas dentro del país latinoamericano, a pesar de que representa el 20% en la cartera de proyectos mineros del país.
De acuerdo con datos revelados por ProInversión, hasta el año 2023, uno de los más llamativos inversores del Perú fue Estados Unidos. Las dos potencias mundiales tienen interés en los territorios de América Latina. Particularmente, en el Perú, China se ha visto más proclive a un contacto directo.
“El hecho que no solamente hablemos de China con la vinculación comercial que tiene con el Perú, sino China, con una vinculación comercial a nivel de Latinoamérica, valoramos que solamente en el 2000 generamos comercio exterior por 12 mil millones de dólares, y al 2023 tenemos una cifra exorbitante de 518 mil millones de dólares”, explicó el profesor Peirano. Por lo tanto, se brinda una proyección de que, para el 2035, definitivamente China podría superar a Estados Unidos como principal socio comercial de la región. “Y es ahí donde, de repente, también convertimos otros temas, como la geopolítica, y el posicionamiento”, complementó el experto.
El Ferrocarril Bioceánico, planteado por China y Brasil también es uno de los temas que ha atraído al Perú a una conversación sobre los límites y el crecimiento económico. Aunque el ferrocarril resulta un proyecto internacional, este continúa proyectando al Perú como uno de sus espacios tácticos. El proyecto, que costará un aproximado de 100 mil millones de dólares, tiene como motivo conectar el puerto de Brasil de Ilhéus con el puerto de Chancay.
Sin embargo, el presidente de Consejo de Ministros, Eduardo Arana, se pronunció ante distintos medios de comunicación acerca de esta conexión por vía terrestre que unirá el océano Pacífico y Atlántico, y recalcó que el país no ha sido consultado acerca de esta obra. Acerca de este tema, Peirano detalló que existen algunas oportunidades de mejora en torno a este tren.
“Es imperativo que se establezca una mesa de trabajo para poder entender si es que en efecto se está generando una inferencia en la soberanía del Perú, porque finalmente van a movilizar mercancías que provienen del Perú”, comentó. Existe la posibilidad de dar una connotación de repente no correcta o no conforme en torno a esta iniciativa. “Pero el trasfondo detrás de una iniciativa o de un megaproyecto de tal envergadura, es justamente estar en la capacidad de poder dinamizar y en su efecto vender más productos o posicionar productos peruanos al mercado brasileño”, recalcó Peirano.
A raíz de esto, surgen voces críticas hacia el proyecto, como la del economista y gestor ambiental, Bikut Sanchium, señalando que es evidencia de la debilidad del Estado Peruano. Según sus declaraciones para Ojo Público, “con el megapuerto de Chancay, el Perú cumple todas las condiciones para la enorme influencia de los grupos de poder económico en la vida social”.
Esto debido a que, al ser un país precario a nivel institucional con un sistema judicial débil y dependiente de las actividades económicas extractivas, la población peruana queda vulnerable a que se tomen decisiones políticas que solo beneficien el interés económico de las grandes empresas de capitales extranjeros involucradas, en lugar de lograr el bien común.
Sin embargo, ¿por qué el Estado peruano parece no ser capaz de defender los intereses de su propia población dentro de su propio territorio? Para Tatiana Gálvez este no es un problema exclusivo del Perú, sino una constante en buena parte de América Latina. Gálvez sostuvo que la raíz del problema está en la falta de una visión clara sobre los intereses nacionales. “Nos hace falta un sentido de apropiación de nuestra propia realidad, territorio y necesidades”, afirmó.
En su análisis, la ausencia de una agenda nacional sólida impide a los Estados latinoamericanos proteger de forma efectiva los derechos y recursos de sus ciudadanos frente a actores externos, especialmente en contextos de inversión extranjera intensiva. “Es imposible defender la nada. Nadie va a pensar en nuestros intereses nacionales si nosotros mismos no tenemos claro qué es lo que queremos”, concluyó Gálvez, apuntando a una debilidad estructural en la construcción de políticas públicas que prioricen el bienestar y la sostenibilidad local por encima de las urgencias del capital transnacional.