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Las trincheras a un clic

Las trincheras a un clic
[Ilustración: Adobe Firefly/Cynthia Carmen]

Nunca habíamos estado tan cerca de la guerra como lo estamos a través de las pantallas. No obstante, al mismo tiempo tan lejos de sensibilizarnos con ella. Los contenidos sobre los conflictos bélicos se consumen como cualquier tendencia: ¿empatizamos o solo hacemos scroll?

Por Cynthia Carmen

En medio del conflicto entre Israel e Irán, que se reavivó con intensidad en las primeras semanas de junio de 2025, el 21 de junio Donald Trump anunció en Truth Social que las Fuerzas Armadas estadounidenses habían atacado con éxito tres sitios nucleares iraníes. 

En respuesta al ataque del país norteamericano, las redes sociales como X, TikTok e Instagram se inundaron de publicaciones de cibernautas reaccionando a los sucesos internacionales. Muchos de los mensajes, de su mayoría usuarios jóvenes, fueron tildados de ser poco empáticos y desensibilizados con el contexto sociopolítico actual.

Algunos comentarios se repitieron masivamente en internet, acompañados de vídeos de jóvenes usuarios que reaccionaban con audios graciosos al respecto. Aunque podríamos señalar de insensible estas reacciones, todo ello nos lleva a una pregunta: ¿de verdad la empatía desapareció o cambió su forma de expresarse?

La visibilidad de los conflictos

El primer conflicto bélico documentado y difundido a través de un medio de comunicación fue la Guerra de los Treinta Años, el gran conflicto de Europa Central. Las gacetas y boletines holandeses y alemanes cubrieron estos eventos de manera puntual, debido al reducido número de páginas de estas publicaciones.

Con el paso de los años, el factor visual de la crueldad bélica cobró relevancia durante la Guerra de Crimea, entre 1853 y 1856, cuando el uso del telégrafo no solo permitió a los corresponsales de guerra enviar sus crónicas, sino también publicar las primeras fotografías del frente. Posteriormente, la radio dejó de ser un recurso exclusivo para comunicaciones militares y se convirtió en un medio de alcance masivo durante la Guerra Civil Española, entre 1936 y 1939. Años después, la Guerra de Vietnam (1955-1975) se convirtió en la primera guerra televisada. 

Acerca de esto, el internacionalista y docente de la Universidad de Lima, Fabián Vallas, explicó el punto de quiebre de la recepción de información sobre la guerra. “En la Guerra de Vietnam hubo un cambio fundamental. La guerra fue vista desde la televisión, el conflicto se trasladó a la sala de tu propia casa. Evidentemente tu actitud cambia frente a eso a que tan solo lo leyeras en un periódico”, sostuvo el experto. 

Tras 50 años de la finalización del conflicto en Vietnam, han surgido nuevos conflictos y terminado otros, pero la transmisión de información llega de manera más cercana a nosotros. “La guerra de ahora la podemos ver en streaming. Hoy es posible ver en vivo el fallecimiento de un soldado a través de una transmisión de drones”, comentó Vallas.

Es decir, incluso la guerra ya no está a una distancia segura del periodista. “Actualmente puede estar en medio del hecho violento, y esto ha movilizado a la opinión pública mundial respecto a lo que se observa en un conflicto bélico”, mencionó el internacionalista.

El ruido de la guerra

Aunque tengamos en la palma de la mano el acceso a información sin censura de la guerra, ¿por qué surge esta aparente desensibilización frente a la misma? El artículo de Meghan Bartles en Scientific American titulado How Humor Takes the Edge off Hard Times, se menciona que el uso del humor es considerado como un mecanismo de defensa. No todos necesariamente son positivos, ya que otros, como comer en exceso o consumir alcohol, son considerados negativos para la salud.

El estrés tiende a limitar la forma en que pensamos sobre una situación, por lo que el uso del humor puede ayudar a disolver las emociones negativas y dar paso a la creatividad como una vía para cambiar de perspectiva frente a las problemáticas.

Sin embargo, tras comprender el humor detrás de los comentarios vertidos en internet, se abre una contradicción: la exposición de contenido sobre la guerra debería sensibilizarnos más, pero ¿realmente está logrando eso o nos está desconectando de la gravedad del conflicto? Esta duda se acentúa al pensar si la juventud entiende la complejidad de estos fenómenos sociales.

Acerca de ello, María Mendoza Michilot, periodista y socióloga, destacó la manera en la que son presentados los sucesos. “Los hechos son presentados como una sucesión de eventos uno tras el otro. Pero no hay contextualización y explicación, por lo que el desconocimiento hace que el interés se diluya”, explicó Mendoza.

Por su parte, Vallas indicó que vemos muchas imágenes de violencia, pero ¿realmente comprendemos los contextos detrás? “Si le preguntamos a alguien por qué se está luchando en Gaza contra Israel hoy en día, tal vez uno de cada diez logre decirme algo en general. Nuestra visión de la guerra se ha quedado estancada en la espectacularidad de la bomba, los niños muertos, etcétera”, explicó.

Acerca de ello, el profesor e investigador Andrew Hoskins, en su artículo Media and Compassion After Digital War: Why Digital Media Haven’t Transformed Responses to Human Suffering in Contemporary Conflict, observó que el contenido en plataformas sociales genera una abrumadora presencia no solo de las guerras en curso, sino también de los conflictos pasados. Esto convierte a internet en un archivo permanente del sufrimiento humano.

¿Una vitrina del dolor para siempre?

Ante tal abrumadora cantidad de imágenes y videos que demuestran la crueldad de la guerra, es difícil imaginar un escenario en el que las redes sociales dejaran de ser expositores del dolor y se convirtieran en difusores de concientización. ¿Qué cambios deberían ocurrir para llegar a esa utopía?

“En algunos casos de escuelas en el extranjero se ha comenzado la alfabetización mediática. Consiste en crear ejercicios que ayuden al estudiante a comprender e identificar los escenarios de conflicto, como identificar al victimario y ponerse en el lugar de la víctima”, indicó Mendoza.

Sin embargo, la alfabetización mediática no es suficiente si las plataformas digitales continúan priorizando el contenido que genera mayor impacto emocional por encima de aquel que brinda contexto o análisis.

Las redes sociales, diseñadas para maximizar la atención, terminan amplificando la violencia como un espectáculo y no como una oportunidad de reflexión. En ese sentido, la pregunta no es solo cómo educar a los usuarios, sino también cómo las plataformas podrían asumir un rol ético en la manera en que distribuyen contenido bélico.

“Sabiendo que existe el fenómeno de la burbuja y que termina polarizando más el diálogo en redes sociales, es necesario que medios con credibilidad asuman la tarea de hacer las denuncias correspondientes de las noticias falsas. Yo creo que acá sí se necesita una institución que guíe y denuncie las noticias falsas”, mencionó Vallas.

El desafío está en equilibrar la inmediatez con la profundidad, la imagen con el contexto. Mientras la guerra siga siendo tendencia en redes, será responsabilidad conjunta de usuarios, medios y plataformas decidir si estas serán tan solo vitrinas de crueldad o se transformarán en difusores de comprensión y agentes de cambio de la realidad. La guerra no desaparecerá de nuestras pantallas, pero nuestra forma de mirarla puede evolucionar: del consumo rápido a la comprensión crítica.

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