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El legado que nutre al mundo

El legado que nutre al mundo

Cada 30 de mayo se celebra el Día Nacional de la Papa, uno de los cultivos más emblemáticos del Perú y de gran relevancia mundial. Con millares de variedades y múltiples hechos históricos alrededor de este tubérculo, es un motivo de orgullo nacional y símbolo de identidad para los peruanos.

Por Michelle Hemmerde, Igor García y Paolo Velita

En limitadas ocasiones le damos la importancia a su presencia, aunque siempre está en la rutina de nosotros, sea en nuestra mesa o en supermercados de lujo. La papa, este tubérculo de apariencia humilde, ha sido durante milenios una aliada silenciosa de la humanidad, alimentando imperios precolombinos, salvando vidas en tiempos de hambre y, hasta ahora, continúa siendo el sustento diario de millones. Originaria de los Andes, donde se domesticó hace más de ocho mil años, la papa es mucho más que un mero alimento: es un símbolo de resistencia, adaptación y memoria cultural.

Herencia milenaria

En el siglo XVIII, Europa atravesó una grave crisis alimentaria. Las sequías, las guerras y las malas cosechas pusieron en riesgo la supervivencia de numerosas poblaciones, especialmente en Francia, Alemania e Irlanda. En ese contexto, la papa emergió como una solución inesperada al hambre. Su resistencia al frío, su alto valor nutritivo y su capacidad para crecer en suelos pobres permitieron que miles de familias pudieran subsistir.

Una de las historias más emblemáticas que ilustran esta dependencia es la Gran Hambruna Irlandesa, ocurrida en 1845. Para entonces, la papa se había convertido en el alimento base del país. Sin embargo, esta misma dependencia se tornó en tragedia cuando una plaga de tizón tardío —una enfermedad causada por un hongo que destruye hojas y tubérculos— arrasó las cosechas. Millones de irlandeses quedaron sin sustento, lo que evidenció no solo la importancia de la papa, sino también su vulnerabilidad.

Este tubérculo, que cuenta con más de 4 mil variedades con diferentes tamaños, formas y colores, en la actualidad no pierde su relevancia. De acuerdo con el Centro Internacional de la Papa (CIP), es el tercer cultivo alimenticio más importante del mundo en términos de consumo humano después del arroz y del trigo. Aproximadamente 1.4 mil millones de personas consumen papa regularmente. Esto es más de 50 kg al año y la producción total mundial sobrepasa los 300 millones de toneladas métricas. 

No obstante, a pesar de que haya tantos tipos de papa y una enorme producción, no todas se consumen. “La papa blanca, la papa maría, la papa huayro… Son papas que nosotros conocemos, en general hasta en el extranjero. En el mundo se consumen muy pocas variedades”, menciona el ingeniero agrónomo Fernando Cillóniz. El experto también valora el trabajo del Instituto Internacional de la Papa porque se encarga de preservar todas las variedades, incluso las que no son comerciales. Por ende es muy importante guardarlas por si en algún momento del futuro se requerirá usarlas.

Guardianes de la papa

La papa no es solo un alimento esencial en la mesa de millones de peruanos; es también el fruto del esfuerzo silencioso de miles de pequeños agricultores que, con mucha dedicación y esfuerzo, sostienen una parte fundamental de la economía del país. Son ellos quienes cuidan la tierra y conocen el clima, los tiempos y las semillas mejor que nadie. 

En el Perú, más del 90% de la producción de papa proviene de pequeños productores que cultivan en menos de una hectárea. Esta labor no solo es esencial para la seguridad alimentaria nacional, sino que también representa una fuente de ingresos clave para las zonas altoandinas. Según datos del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Minagri), la cadena productiva de la papa genera más de 4.5 mil millones de soles anuales, aportando significativamente al PBI agropecuario.

“La siembra de papa en la sierra comienza principalmente en septiembre llegando a su pico en octubre. La cosecha se lleva a cabo mayormente entre abril y julio, justo antes de que empiece el invierno”, señala Cillóniz. Esto no solo asegura el abastecimiento nacional, sino que también impulsa el comercio interno. Para miles de familias, esta temporada representa una oportunidad y una gran fuente de ingresos.

Frente a este panorama, el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), a través de su Programa Nacional de Innovación en Papa, cumple un rol fundamental. Conocido como el “Instituto de la papa”, impulsa la investigación, conservación y mejora genética del cultivo. Sus funciones incluyen la protección de las más de 3 mil variedades nativas hasta el desarrollo de semillas resistentes al cambio climático.

Otros países también cuentan con centros especializados. En Países Bajos, China o Estados Unidos, existen institutos que estudian la papa desde una perspectiva industrial y tecnológica. Sin embargo, en nuestro país, ese vínculo con este tubérculo va más allá de lo científico: es cultural, identitario y profundamente humano. Aquí, los institutos no solo investigan, sino que resguardan un legado milenario.

El trabajo conjunto entre agricultores e instituciones demuestra que sembrar papa es una forma de preservar nuestra historia. “Es un tesoro cuidado por generaciones. Mantener viva esa tradición es la conexión que tenemos con nuestra tierra y con quienes nos enseñaron. Es un acto de conexión con nuestras raíces. A la vez, genera ingresos, sostiene comunidades y preserva la riqueza de nuestra cultura”, señala Juliana Silvera, agricultora peruana.

El presente papero

La realidad peruana relacionada a la papa ha variado a través de los años, y eso se refleja en las cifras históricas del nuevo siglo. De acuerdo al Banco Central de Reserva del Perú, la producción de papa desde 2007 al 2024 se duplicó, pasando de 3.4 millones a 6.8 millones de toneladas. Este resultado enfatiza el valor y crecimiento comercial de nuestro emblemático tubérculo en cada una de sus presentaciones.

Para Cillóniz, esto no solo se debe ver de forma superficial, sino como un potencial abanico de posibilidades que el país puede aprovechar y ofrecer al mundo. Es decir, no hay que cerrarnos solamente en la exportación del bien tal y como se cosechó, sino en experimentar y ofrecer nuevas alternativas de consumo para el público peruano como el internacional. Desde los convencionales chips hasta licores, el mercado papero no para de sacar ideas innovadoras y curiosas. Sin embargo, para lograr estos productos, se necesita implementar un nuevo paso: la industrialización. 

En el Perú existen varios proyectos y propuestas de pequeños colectivos agricultores que han obtenido éxito a nivel internacional. Uno de ellos fue el del agricultor Rolando Gabriel, creador de la cooperativa Agropia. Mediante una entrevista al medio Salud con Lupa, sostuvo que la misión de su cooperativa era exportar snacks de chips de papa al mercado europeo. Si bien el producto tuvo éxito, el proyecto nunca recibió apoyo del Estado, siendo entidades internacionales las principales inversoras en la idea de Gabriel.

Sin embargo, para crear industria se necesita también capacitar al productor. De acuerdo a declaraciones de Miguel Quevedo, especialista de papa en el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego en 2021, la industrialización debe ir de la mano con la posición de los productores a la hora de procesar la papa, donde las ganancias van a ser sostenidas si es que se respeta el ciclo de una planta procesadora. También explica casos en los que se implementaron plantas de almidón de papa, papa seca y puré de papa, entre 2010 y 2018 en diferentes regiones. Sin embargo, la gran mayoría no opera al día de hoy, puesto que el agricultor considera solamente el procesamiento en meses de producción baja.

Aunque el panorama de la innovación está pausada, la importación es un tema que ocasionalmente se debate, un factor que no le es esquivo a la papa. Según datos del Observatorio de Complejidad Económica (OEC por sus siglas en inglés), en 2024 el Perú ocupó el puesto 199 en el mundo en importación de papa, siendo Brasil y Estados Unidos los principales proveedores con ventas que no superan los 150 mil dólares, cantidad que podría considerarse irrelevante si se tiene en cuenta que esto representa menos del 0.5% del mercado nacional.

Esta importación son de papas congeladas y precocidas destinadas a supermercados y restaurantes, las cuales adquieren estos productos por su fácil cocción y acabado. Si bien esto parece irrelevante, Cillóniz no lo deja pasar por alto, ya que el mercado peruano de la papa tiene todo el potencial para poder conseguir mejores cosecha. Esto con el potencial de ser ofrecidas a restaurantes o cadenas de comida rápida a niveles de estándar internacional.

El Perú, indiscutiblemente, es un país de riquezas de todo tipo. La bendición de ser una de las cunas de este tubérculo milagroso debe ser el punto de partida para poder aprovechar estos elementos de la naturaleza. Sobre todo, con el hecho de posicionarnos no solo como el principal exportador de este cultivo, sino también en un impulsor regional de propuestas novedosas en torno a la papa, un bien con mucho potencial que hay que empezar a valorarlo mucho más.

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