Lo que comenzó como un juego de recreo entre niños se ha transformado en un mercado global donde una sola carta puede costar más que una obra de arte. El auge del coleccionismo de cartas Pokémon revela una combinación de nostalgia, estrategia financiera y cultura digital que redefine el valor de lo geek en el siglo XXI.
Por Vasco Saavedra, Matias Illescas y Sebastián Muñíz
Pokémon es uno de los fenómenos más influyentes de la cultura geek a nivel mundial. Desde sus inicios, la franquicia se ha expandido a múltiples formatos y plataformas, consolidándose como un universo transmedia con millones de seguidores. Entre sus productos más emblemáticos se encuentra el juego de cartas coleccionables, que nació como un pasatiempo infantil, pero que, con el paso del tiempo, se transformó en una forma de inversión y coleccionismo serio.
En los últimos años, las cartas Pokémon han alcanzado cifras millonarias en subastas, impulsadas por la nostalgia, el atractivo visual de sus ilustraciones y el interés de nuevos públicos. Factores como la rareza, el estado de conservación y la certificación de empresas especializadas han convertido a estas piezas en activos altamente valorados. Lejos de ser una moda pasajera, el mercado se ha profesionalizado, atrayendo a coleccionistas, inversores y entusiastas que ven en estas cartas no solo un objeto de deseo, sino también un símbolo cultural con alto potencial económico.
Evolución del TCG
Tras el rotundo éxito del lanzamiento de Pokémon Rojo y Verde en Japón, la empresa Media Factory apostó en 1996 por expandir la franquicia al formato físico con la primera edición de cartas coleccionables (Trading Card Game, TCG). Aunque ese set inicial difería bastante del que conocemos hoy, representó una propuesta innovadora que rápidamente capturó el interés del público japonés. Tres años después, coincidiendo con la llegada de los videojuegos al mercado, las cartas también fueron lanzadas a nivel global, marcando el inicio de un fenómeno que sigue vigente casi tres décadas después.
El primer set internacional, conocido como Base Set, incluía apenas 102 cartas, en contraste con las más de 17 mil que existen actualmente. Con cada nueva expansión se introdujeron piezas especiales como las holográficas (con acabado brillante), reverse holo (con holografía en el arte, pero no en el fondo), full art (con ilustraciones que cubren toda la carta), y otras de difícil obtención. A partir de la quinta generación se añadieron nuevas mecánicas de juego con cartas como las EX, GX, V y VMAX, lo que enriqueció tanto la experiencia coleccionista como la competitiva.
Lo que comenzó como una actividad recreativa entre amigos fue evolucionando hacia una escena competitiva más estructurada. A principios de los 2000, The Pokémon Company comenzó a organizar torneos oficiales, consolidando una comunidad global. El evento más importante de este circuito es el Campeonato Mundial de Pokémon TCG, que se celebra anualmente desde 2004 y reúne a los mejores jugadores del mundo. La edición de este año se realizará en Estados Unidos y repartirá hasta 50 mil dólares en premios.
Hoy, el juego ha trascendido modas y generaciones, con seguidores de todas las edades, y se mantiene vigente después de casi 30 años. Como señala Alfonso Obregón, influencer de cartas Pokémon conocido como El Baúl de Rafiki, el juego tiene para 100 años. “Va a cumplir 30 el próximo año y sigue vigente. Lo bueno es que no solo se enfoca en los mayores, sino que el público objetivo de Pokemon son los niños”, recalca.
Atrápalos todos: el mercado de coleccionistas
Con un juego ya establecido y una audiencia interesada en llevar su fanatismo por Pokémon, la compra y venta de cartas coleccionables se ha convertido en un mercado sólido. Más allá de la mecánica del videojuego, la posibilidad de coleccionar a los “monstruos de bolsillo” en ilustraciones físicas —y, sobre todo, de tener pequeñas piezas de arte gráfico en las manos— ha convertido a estos activos en un verdadero negocio.
Sin embargo, ¿cómo es que unas simples cartas logran convertirse en objetos de inversión millonaria? Aunque suene increíble, hay casos documentados en los que se han vendido por miles o incluso millones de dólares. Uno de los más conocidos es el del youtuber y luchador Logan Paul, quien compró la pieza Pikachu Illustrator —una edición japonesa con una ilustración especial— por 5.3 millones de dólares. Otro ejemplo es la Charizard First Edition, que alcanzó los 500 mil dólares gracias a su rareza y prestigio. Ha sido mencionada en los Récords Guinness y en programas como El Precio de la Historia, reflejando hasta dónde puede llegar el fanatismo.
La explicación de por qué piezas de cartón pueden alcanzar precios tan elevados radica en varios elementos clave del juego de cartas que influyen directamente en su valor. El primer factor es la rareza. Estas se distribuyen en presentaciones como los boosters (sobres individuales), displays (cajas que contienen múltiples sobres), sets temáticos y ediciones especiales. Al empaquetarse de forma aleatoria, algunas cartas resultan mucho más escasas que otras. Esta probabilidad de aparición, conocida como hit rate, varía enormemente entre carta y carta.
Como explica Fernando Terán, dueño de la tienda de cartas Wonderland Playground, “por ejemplo, compras un display de 36 sobres, los abres todos y no te sale la carta que estabas buscando. Pero no eres la única persona a la que no le sale”. Es decir, muchas personas, en todo el país y en todo el mundo, intentan conseguir esa carta, pero no es tan fácil. “Son pocos los privilegiados. Eso hace que la carta efectivamente adquiera un alto valor”, menciona.
Otro elemento importante es la escena competitiva. Más allá del coleccionismo, sigue tratándose de un juego con reglas y mecánicas. Por ello, hay cartas más útiles que otras en el plano estratégico, lo que naturalmente incrementa su demanda. Algunas se vuelven esenciales en torneos y esto impulsa su valor en el mercado.
También influye el personaje que aparece en ella. En una franquicia con más de mil criaturas, los fanáticos tienen sus favoritos. Algunos Pokémon mueven mucho más mercado que otros. “Un Pikachu siempre va a mover más que muchos de los 150 iniciales. También hay otros muy icónicos como Eevee o Greninja. Y existen Pokémon de nicho que la gente quiere coleccionar sí o sí. Esas cartas tienden a valer un poco más”, añade Terán.
Su precio también es influenciado por plataformas especializadas como TCGPlayer, una empresa estadounidense que actúa como referencia global en la compraventa de cartas coleccionables. En su plataforma, se analiza un promedio de las estimaciones en tiempo real según las ventas recientes realizadas por múltiples vendedores alrededor del mundo. TCGPlayer muestra el market price o precio de mercado, que se calcula a partir de datos estadísticos y refleja el valor más justo para cada carta según su estado (nuevo, usado, near mint). De esta forma, compradores y vendedores pueden negociar con mayor transparencia, y los coleccionistas tienen una guía clara sobre cuánto pagar o pedir por una pieza específica.
Finalmente, un componente clave para entender el valor de una carta es su estado de conservación. Existen servicios internacionales de verificación y certificación que evalúan el estado físico: analizan el desgaste, los posibles daños, decoloraciones, manchas, partículas de polvo y otros detalles para determinar si una carta está en condiciones perfectas.
Estado del mercado
El mercado de cartas Pokémon vive actualmente un nuevo auge, impulsado tanto por la nostalgia de quienes crecieron con la franquicia como por quienes ven en estos activos una oportunidad de inversión. Para muchos coleccionistas, el objetivo es claro: completar una colección, conseguir cartas raras o revivir la emoción de abrir un sobre. Otros, en cambio, compran con la mirada puesta en su potencial valor económico. “Pokémon tiene dos formas de hacerte gastar dinero con cartas: una que juega mucho a la nostalgia… y otra también que es por el tema de inversión. Mucha gente ya está comprando cartas como negocio futuro”, destaca Herrera.
Este fenómeno encuentra respaldo en la mirada académica. El semiólogo y profesor de la Universidad de Lima, José García Contto, explica que lo que hace que un fandom se expanda —en este caso Pokémon— es el hecho de que es transgeneracional. “Gracias a su origen japonés, se unió a la tendencia de los otakus, y la diversidad de productos como los juegos de cartas, muñecos y, como la cereza del pastel, Pokémon GO, lo fortalecieron. Esto es parte del llamado marketing de la nostalgia”, resalta. La ventaja es que los niños que crecieron con Pokemon ahora tienen dinero para gastar en productos de la franquicia.
Asimismo, la cultura digital ha sido un catalizador clave en este resurgimiento. Plataformas como YouTube y TikTok han multiplicado el interés a través de los populares pack openings, donde influencers como elRubius abren sobres en vivo, generando emoción, sorpresa y millones de visualizaciones. Esta exposición no solo potencia el deseo de coleccionar, sino que también influye directamente en el valor del mercado.
“Ahora está de moda, como pasó en su momento con los Funko Pops o, más recientemente, con los Labubus. Creo que no es algo permanente; todo lo que sube, baja. El tope del mercado probablemente llegue con el 30 aniversario de Pokémon, y a partir de ahí veremos una tendencia hacia la estabilización. Aunque eso sí, comprar una carta barata hoy podría quintuplicar su valor mañana. Ya no es solo un hobby: se ha convertido en una forma de inversión”, sostiene Terán.
Sin embargo, en cuanto a la estabilidad del mismo, las opiniones son más cautas. Aunque algunas cartas han alcanzado precios exorbitantes en subastas a través de medios como eBay, se trata de un entorno volátil y en constante cambio. Ya sea por pasión, nostalgia o rentabilidad, las cartas Pokémon siguen conquistando generaciones y adaptándose al ecosistema digital, demostrando que el fenómeno está lejos de desaparecer.