Elecciones 2026: criterios de indecisión

[Ilustración: Adobe Firefly]

Llegó el momento, tienes la cédula electoral en tus manos y ves los más de 40 candidatos que prometen un futuro mejor para el Perú ¿Estás listo para elegir?

Por Rafael Ortega, Matias Illescas y Carlos Alcalá

En vísperas del comienzo del año electoral hacia el 2026, el panorama muestra una serie de conflictos que hace difícil descifrar hacia dónde apunta la decisión de voto de la mayoría de los peruanos. Desde candidatos sin partido hasta partidos sin candidato, la única certeza es que el umbral para pasar a la segunda vuelta podría bajar al 10% de votos o incluso menos, lo que mantendría la crisis de legitimidad que afronta actualmente el país. 

El pasado 25 de marzo, Dina Boluarte convocó oficialmente a elecciones generales. En un contexto donde las organizaciones políticas se encuentran sin mayor credibilidad, se suma una cifra histórica hacia los cargos más importantes de la nación. Con 41 partidos inscritos y tres más en proceso, la cantidad de agrupaciones dificulta aún más los consensos entre la población. Si bien en décadas pasadas las intenciones podían ser influenciadas por programas o ideologías, especialistas comentan que ahora los factores son otros. ¿Cuáles son los criterios que toman los votantes peruanos a la hora de elegir a su candidato?

Sin brújula ni horizonte

“En 200 años de historia independiente que tenemos, la existencia de partidos como proyecto institucional es más una excepción que una regla. Lo más cercano podría ser la década de los 80 y, sin embargo, rápidamente Fujimori desmontó eso”, declaró el analista político, Carlos Requena. En ese sentido, el especialista comentó que la precariedad de los partidos ha llevado a que las preferencias de los ciudadanos se inclinen hacia los personajes más que en su proyecto institucional que, en varias ocasiones, ni siquiera existe. 

En la última década, los partidos que han aparecido y desaparecido del espectro político refuerzan la idea de Requena. El número de agrupaciones sin bases sólidas, conocidas también como “vientres de alquiler” que han llegado al poder, como Peruanos Por Kambio (PPK), Unión por el Perú (UPP)  o el recordado Frente Popular Agrícola FIA del Perú (FREPAP), son algunos ejemplos de la indecisión que impera entre los peruanos. “Uno vota por el que se parece, le representa, le es cercano; por distintas razones que trascienden lo racional”, mencionó el analista.

“El votante peruano es indescifrable. Es un votante que no se puede analizar, no se puede interpretar”, declaró Orazio Potestà, periodista y profesor de la Universidad de Lima. En ese sentido, comentó que los ciudadanos realmente no realizan un proceso de identificación de plan de gobierno, liderazgo y colaboradores a sus candidatos, sino que, en ocasiones, incluso terminan por decidir su voto en la cola, aunque se arrepientan luego. “Yo los llamaría (a los peruanos) “votante de etiquetas”: simplemente es lo que se ve. Nada de fondo, nada detrás. Y esa guerra es, finalmente, muy subjetiva”, declaró.

Sin embargo, Martín Tanaka, sociólogo, politólogo y profesor universitario, considera que, de hecho, la última década no ha mostrado grandes cambios en las intenciones de voto. Para él, no existe un solo grupo que pueda ser llamado “electorado peruano”, sino que existen hasta tres con posiciones marcadas. “Lima tiende a votar más conservadoramente, el Sur Andino tiende a votar más radicalmente, y la Costa Norte es una cosa como en el medio, pero también más pegada hacia lo conservador. Y eso como que es bastante sólido. No se mueve de elección a elección”, mencionó. 

El único punto donde los diferentes especialistas coincidieron se da en la naturaleza del voto en contra del sistema actual. Las grandes tasas de criminalidad, la corrupción o la desconfianza misma en los partidos, son los parámetros más o menos identificables en la elección de la población. El conocido “antivoto” será, posiblemente, la respuesta a un congreso que en estos momentos tiene un 2% de aprobación y a una presidenta que con un “notable” 3% no se queda atrás.

Entre muertos y alquilados

¿Qué plataforma ideológica tiene el peruano para plasmar los problemas de la gente y convertirlo en una propuesta de solución? La respuesta es fácil: los partidos políticos, pero la misma se cae si preguntamos ¿Hay partidos políticos en el Perú?

Las próximas elecciones presentan el mayor abanico de posibilidades partidarias que se ha visto en nuestra historia republicana. 41 es el número de partidos con inscripción y tres más se podrían sumar en las próximas semanas o meses.

Entre los ya inscritos se encuentran algunos que muchos creían muertos, pero que cuentan con una larga historia como el PPC o el APRA. “Dicen que en política no hay cadáveres, pero podemos considerar muerto a un partido cuando además de haber perdido su inscripción, sus propios miembros no tienen la intención de volver a conseguirla y su núcleo organizador se encuentra disperso o desaparecido”, declaró Tanaka.

Aparte de estos partidos “resucitados”, la mayoría de los inscritos son nuevos o la reencarnación de un partido ya extinto (como Renovación Popular lo es de Solidaridad Nacional). Otros, como Avanza País, existen, pero más allá de eso no tiene una ideología clara a seguir y se les podría considerar como “vientres de alquiler”

En 2006, este partido lanzó a la presidencia a Ulises Humala, hermano mayor de Ollanta Humala, y a Antauro Humala, el menor, lo postuló al Congreso. Años después, en 2021, el candidato a la presidencia fue Hernando de Soto, un candidato totalmente distinto ideológica y políticamente de sus candidatos anteriores.

Pero, ¿qué tan importante puede ser la ideología del partido si la gente no vota por estos? El peruano no es un votante militante, es un votante mesiánico y personalista. “Hay cierta orientación ideológica, pero las preferencias son difusas y no hay identificación partidaria. Entonces el voto no es principista, sino que es más pragmático”, comenta Tanaka. Construir al personaje vale más que seguir una línea partidaria o siquiera haber sido parte de este desde tiempo antes. Más que una crisis de partidos, el Perú pasa por una crisis de representación.

El perfil ganador

Si bien la incertidumbre es el consenso de este nuevo periodo electoral, es posible identificar un perfil de candidato que ha ganado lentamente mayor reconocimiento entre los peruanos. Como comentan los especialistas y como se ha visto durante las últimas décadas, el conservadurismo se muestra como eje común. Desde el regreso a la democracia, ningún candidato de perfil ideológicamente progresista o de propuestas del mismo estilo ha llegado a segunda vuelta.

La tendencia muestra que el Perú se inclina cada vez más por posiciones radicales. El candidato “fuerte”, “achorado” o “con mano dura” es el que ha tomado las simpatías del electorado. En medio de una crisis de gobierno y una creciente debilidad del sistema democrático, una reciente encuesta de Ipsos, realizada en enero del presente año, reveló que más de un tercio de los ciudadanos prefiere un gobierno con este tipo de liderazgos. 

Según Potestà, no sería sorprendente que el presidente que sea elegido en las elecciones de 2026 sea precisamente de corte conservador. Esta idea es respaldada por la creciente aprobación de Rafael López Aliaga o el surgimiento de candidatos como Carlos Álvarez, Phillip Butters o quien recientemente anunció su candidatura, Hernando de Soto, de perfil más moderado, pero igualmente en la misma línea. 

“El ciudadano peruano en general, tiene una expectativa de cambio, una expectativa de que las cosas no pueden seguir como están, y, sin embargo, prefiere que ese cambio sea gradual. Entonces es un cambio conservador”, mencionó Requena. Desde Alejandro Toledo, hasta Pedro Castillo, las elecciones de los peruanos han ido siempre en la dirección de un cambio moderado.

La encuesta de Ipsos también revela que el 44% de los peruanos muestra tolerancia hacia ciertas formas de autoritarismo, y que uno de cada cuatro encuestados preferiría un gobierno autoritario cuando los líderes democráticos “hacen un mal trabajo”. A esto se refiere Hernán Chaparro, psicólogo social y profesor de la Universidad de Lima, cuando señala que el Perú tiene una arraigada tradición caudillista. Se trata de un país que, en lugar de apostar por una cultura democrática sólida, tiende a depositar su confianza en figuras fuertes, que tomen decisiones con firmeza, incluso si esto implica debilitar las instituciones o los mecanismos de control ciudadano.Es en este contexto que se elegirá al próximo presidente del país. Con un panorama marcado por la incertidumbre, la casi inexistencia de partidos e ideologías políticas sólidas, y unas preferencias ciudadanas cada vez más autoritarias, lo que ocurra en 2026 será un reflejo del hartazgo colectivo. Potestà lo explica con claridad: “el grueso de la población va a buscar, un candidato radical, que corte cabezas y que además tenga una pizca conservadora”.

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