El aniversario del aniversario

El Perú conmemora hoy el bicentenario de la batalla de Ayacucho y pone nuevamente en cuestionamiento cuál es nuestra verdadera independencia.

Por Rafael Ortega Alva

Rara vez se escucha de un país que conmemora dos fechas para su independencia. Este 9 de diciembre se celebra el bicentenario de la batalla de Ayacucho, un acontecimiento que aseguró la libertad del Perú al derrotar definitivamente a las fuerzas españolas que gobernaron por casi tres siglos. Sin embargo, en 2021 nuestro país ya había rendido homenaje a los 200 años de su libertad y del inicio de la República. La extraña situación en la que se encuentra la conocida “Cuna de la libertad Hispanoamericana” ha llevado a muchos a preguntarse, ¿cuál es el verdadero significado de Ayacucho?

A finales del año pasado, el gobierno decretó que el 2024 sería “Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho”. Desde aquel entonces, con ese distinguido nombre, la patria se ha revestido de múltiples actividades siempre en honor a la victoria peruana. Ferias, campañas, bibliotecas y una edición especial de los Juegos Bolivarianos son algunos de los ejemplos más representativos en lo que va del año. Después de un 2021 marcado por la pandemia, la carta de esta fecha parece que se puso sobre la mesa con el fin de conmemorar la libertad del Perú.

¿1821 o 1824?

“Desde este momento, el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!”, con estas palabras, un 28 de julio de 1821, José de San Martín daba inicio en la Plaza de Armas de Lima a una nueva etapa para el pueblo peruano. Sin embargo, catalogar a este gran paso como la independencia de nuestra patria es un conflicto donde los argumentos y las contradicciones han llevado a serios debates acerca del tema. En 2021, Hugo Vallenas, en conversación con Nexos, indicó que luego de las palabras del General y por largo tiempo después, el territorio seguía en varias zonas bajo la ocupación española.

Encontramos a quienes mencionan que el acto de San Martín solamente tuvo importancia dentro de lo simbólico, pero no llevó a ningún cambio significativo. En medio de esta discusión, Percy Barranzuela, director ejecutivo del Proyecto Especial Bicentenario, declaró para este medio que, si bien la declaración de 1821 fue un acontecimiento importante, la independencia del Perú fue un proceso que se selló en Ayacucho, tres años después. Asimismo, en 2021, el historiador Jesús Cosamalón mencionó en el programa “Tiempo después” que, probablemente, el hecho de que la proclamación de la “libertad” se realizara en Lima fue lo que originó la tradición de celebrar el 28 de julio.

Por otro lado, Juan Luis Orrego, doctor en Historia y profesor de la Universidad de Lima, cuestionó, para esta nota, el título que lleva el presente año, tachándolo de falso y argumentando que la autonomía del Perú no se consolidó siquiera en 1824. Para el historiador, 1821 es recordado por los valores, los colores de la bandera, la iconografía, entre otros. Resultó, de alguna forma, la parte más emblemática del camino. Asimismo, mencionó que la batalla de Ayacucho fue la victoria militar y política del Perú; sin embargo, ello solo significó la parte más sencilla del proceso, pues la soberanía de un país tiene consigo la promesa de crear una república que pueda formar ciudadanos. “Esto es algo que no hemos logrado y, en ese sentido, todavía no hemos conseguido nuestra independencia”, añadió.

“Es innegable que fue en la sierra donde se consolidó la independencia del Perú”, declaró en entrevista para Nexos Carmen Mc Evoy, doctora en Historia que, actualmente, junto al diario El Comercio, tiene el podcast “Ayacucho: camino a la victoria impensable”. También destacó que, a pesar de que en la memoria de la mayoría de personas está la declaración de 1821, fue en los Andes donde recién se puede hablar de una verdadera independencia. En ese sentido, San Martín queda como el imaginario de libertad que se dio en Lima y que no tuvo sangre, pero fue en la Pampa de Quinua donde, luego de una épica batalla, los españoles no tuvieron más opción que retirarse del continente.

El Estado peruano ha adoptado una postura más clara, aunque no libre de controversia. A principios de 2021, mediante un Decreto Supremo, se intentó poner fin al debate: aquel periodo fue declarado como “Año del Bicentenario del Perú: 200 años de independencia”. Para despejar cualquier duda, la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) emitió al día siguiente un comunicado donde se indicaba que la denominación rendía homenaje a la proclamación del General San Martín en la Plaza de Armas. De esta forma, en 2024 se conmemoran oficialmente 203 años de autonomía y libertad. No obstante, este último punto sigue generando inquietud en algunos sectores.

Ayacucho ayer y hoy

“El ejército libertador al mando del general Sucre ha derrotado completamente al ejército español (…) El 9 de diciembre de 1824 se ha completado el día que amaneció en Junín: al empezar este año, los españoles amenazaban reconquistar la América con ese ejército, que ya no existe”, ese fue el mensaje que llegó a Lima y que confirmó la victoria definitiva del país. Seis mil hombres de todas las sangres, como diría José María Arguedas, hicieron frente al último grupo de realistas liderados por el virrey José de Serna. El éxito de la batalla de Ayacucho fue determinante: para el medio día la acción ya se había terminado y el Perú aseguraba su libertad.

Fueron largos años de lucha en todas las partes del continente americano que tuvieron un solo propósito: decidir, como decía carta que anunció el triunfo, “si el mundo debe gobernarse por el poder absoluto de los que se llaman legítimos, o si es llegada la época en que los pueblos gocen de sus libertades y derechos”. Por ello, para Barranzuela, 1824 fue un hito continental porque la victoria tuvo la participación de varios países que lucharon juntos. El país alojaba al último bastión de las fuerzas españolas en Sudamérica, lo que hizo que la victoria en Ayacucho del ejército libertador liderado por Antonio José de Sucre significara por fin la construcción y desarrollo de una nueva sociedad. Los territorios respiraban el flamante aire de la independencia.

“La conmemoración de una épica regional y a la vez continental no tiene la exposición pública que merece”, expresó Mc Evoy. En ese sentido, la historiadora atribuyó la falta de conmemoración de esta fecha al Estado, pues en medio de cuestionamientos, denuncias y maltratos, se había opacado la conmemoración de la batalla independentista. Asimismo, pensamiento similar tuvo Orrego acerca de este día. Para el profesor, una celebración lleva consigo el orgullo y reflexión de toda una nación; sin embargo, dada la crisis actual, los ciudadanos tienen en este momento otras prioridades, necesidades e inquietudes. “Hay algunas actividades de tipo académico, pero, en realidad, no se le está dando mucha importancia”, añadió.

En definitiva, la batalla de Ayacucho deja la pregunta de cómo la nación mira esta fecha cuando se voltean las páginas de la historia. El difícil camino por la independencia, no solo del país, sino de todo un continente, invita a reflexionar sobre la necesidad de reavivar este día, que durante años ha permanecido en segundo plano. Aquella lucha, cargada de sangre y fuego, como diría Mc Evoy, fue el punto decisivo para el cambio del virreinato hacia la república. Sin embargo, todo indica que los tiempos para una celebración actualmente no son favorables. Tal vez, como dijo Orrego, en tono de burla o lamento, sea necesario esperar a los 250 años.

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