Metamorfosis sonora: La evolución de los formatos musicales

Desde la melodía analógica de los vinilos y CDs hasta el dominio del streaming, la música ha evolucionado junto con los formatos que la acompañan, adaptándose a los cambios tecnológicos y a las preferencias de cada generación. 

Por Ana Paula Arellano, Igor García y Noelia Manrique

¿Te imaginas una vida sin música? Ya sea para estudiar, hacer ejercicio o hasta dormir, lo primero que hacemos es seleccionar alguna de nuestras canciones favoritas para que nos acompañe mientras realizamos diferentes actividades. Estas se han convertido en la banda sonora de nuestra vida, pero la manera en que las escuchamos no es igual para todos. 

Actualmente, el streaming ha dominado el mercado musical y la mayoría se vale de este para oír a sus artistas preferidos. No obstante, existe otro grupo al que le gustan más los vídeos musicales porque ofrecen una experiencia que combina lo visual con lo auditivo. Mientras que todavía existen personas que, a la vieja usanza, deciden invertir en CDs y vinilos. 

En ese sentido, no cabe duda de que la música forma parte de la vida de todos nosotros y de que ha estado presente desde hace muchísimos siglos atrás. Desde el momento en que surgió el primer dispositivo de grabación musical hasta la aparición de las plataformas digitales, los formatos para escucharla han evolucionado en la forma cómo nos acercamos a ella.

Tesoros que resisten

Entre el sonido de alta calidad, el atractivo de las ediciones físicas y el valor sentimental que traen en sí mismos, los CDs y vinilos se niegan a morir. A pesar de ello, estos formatos se enfrentan a un mundo digital que pareciera consumirlos porque la necesidad de escuchar música de manera física ha desaparecido casi por completo.

De acuerdo con Gonzalo Hormigo, musicólogo español, quienes lo hacen simplemente es por la experiencia de tener entre sus manos un objeto que represente a sus artistas favoritos, así como por el rito y la nostalgia. De esta manera, al haber tan poca demanda, se transforman en un lujo por el aumento de sus precios.

“El que compra un CD o vinilo no le importa gastar dinero en ellos. Es una persona que tiene otro modo de oír música, pero tiene una capacidad adquisitiva cómoda para permitirse comprar un objeto que hoy día no es necesario”, especifica el experto. Y es que, en un país como el Perú en el cual no existen tiendas masivas que se dediquen a la venta de estos formatos, el envío acrecienta sus costos, por lo que terminan siendo mucho más caros. “Yo creo que el vinilo y el CD en el país es costoso porque se vende poco todavía, es una cosa exclusiva”, explica Luis Alvarado, investigador musical.

Más allá de su escasa comercialización, también son productos únicos porque los artistas realizan un trabajo creativo mucho mayor que los vuelve más atractivos. Ahora, se enfocan en el packaging y los complementos que pueden ofrecerle a su público, ya sean fotografías, póster plegados y, en algunos casos, su firma. En consecuencia, conquistan a su audiencia y la persuaden de pagar los altos precios.

“Hay gente ahí, románticos como nosotros los audiófilos, que todavía podríamos sentarnos a escuchar un disco completo, apreciar la portada, la carátula y todas las cosas que incluye”, expresa con emoción Carlos Marroquín, periodista musical.

Incluso, Freddy Mendoza, dueño de la tienda de discos The Noise Music Store, señala que, recientemente, le han llegado vinilos con diseños cada vez más innovadores. Por ejemplo, discos de colores y algunos que, cuando empiezan a girar en el tocadiscos, pareciera que las imágenes están en movimiento.

Por otro lado, estos formatos siguen vigentes porque encierran una alta importancia histórica y simbólica que tanto los melómanos como fans de diferentes artistas han sabido valorar, creando así un pequeño nicho de coleccionistas. Según Mendoza, aquellos que son apasionados por la música siempre van a preferir todo lo físico porque les permite tangibilizar las melodías que escuchan y desarrollar una identidad alrededor de sus preferencias musicales.

Ser dueño del álbum tangible de un grupo o cantante no solo permite tener una copia de su trabajo, sino también expresar una identidad compartida con otros fanáticos. Quienes los recolectan suelen ser personas que ven en sus colecciones un tributo a quienes admiran. “Poseer algo es lo que diferencia al coleccionista del oyente promedio”, señala el especialista.

Es así que el futuro de los formatos físicos parece asegurado, gracias a que siempre habrá admiradores leales y melómanos. Más allá de las tendencias, perdura como un símbolo de la conexión con artistas. Sin embargo, debido a las nuevas tecnologías, entre los seguidores comienza a cambiar su percepción respecto a las formas de demostrar su apoyo a sus ídolos.

Ver la música

El videoclip no solo es un complemento visual para las canciones, sino también una herramienta esencial dentro de la estrategia musical. En un panorama donde la imagen y el sonido van de la mano, estos cortometrajes no solo cuentan historias, sino también potencian el engagement y convierten cada lanzamiento en un evento imperdible a través del cual los fanáticos demuestran su amor al artista: no importa cuánto tarde, ellos estarán listos para ser los primeros en darle play.

Impulsados por MTV a partir de la década de los ochentas, por primera vez los artistas no solo eran escuchados, sino vistos, permitiendo que su imagen y estilo se convirtieran en parte integral de su identidad artística. Canciones como “Thriller” de Michael Jackson o “Like a Prayer” de Madonna demostraron cómo este formato podía catapultar una canción y convertirla al estatus de fenómeno cultural. 

Lamentablemente, los fans de las nuevas generaciones han redireccionado su manera de demostrar apoyo y la importancia de los videoclips ha disminuido en la era de las redes sociales. Hoy se busca conectar con la audiencia a través de contenidos más breves y directos, como reels de Instagram o TikToks, incluso los challenges que se puedan viralizar. “Generar o replicar algún contenido que esté en tendencia nos puede ayudar un montón, se tiene que viralizar para que pueda tener un alcance” explicó Marroquín.

Artistas como Emilia Mernes y Doja Cat aprovecharon la frescura e inmediatez de TikTok para viralizar sus canciones usando los fragmentos más pegadizos y bailables. Así como K CAMP con “Lottery”, mejor conocida como “Renegade” por la coreografía bailada miles de veces por influencers como Charli D’Amelio, también resucitan canciones antiguas como “All I Want for Christmas Is You” de Mariah Carrey, que cada primero de noviembre da por inaugurada la temporada navideña.

Estos extractos, cuidadosamente seleccionados por su impacto emocional o pegajoso, no solo dominan la plataforma, sino que también disparan reproducciones en Spotify y YouTube, consolidando estos medios como los ejes de la promoción musical moderna con una orientación al público joven. “Tienes que saber a dónde vas a dirigir a tu público, ya que de esto va a depender el éxito de tu estrategia. No vas a promocionar contenido de Pimpinela en TikTok cuando Facebook te ayudaría más porque tu público objetivo son las personas mayores”, añadió Marroquín con destreza.

Los medios de comunicación han evolucionado y su uso depende de las preferencias del usuario. El reto para los artistas y las marcas es lograr el equilibrio perfecto entre tradición y modernidad, aprovechando cada canal disponible para construir narrativas dispuestas a conectar con todo tipo de público. “No se trata de dejar de consumir uno de los medios, sino hay que optar por una sana convivencia entre los canales y explotar todos los recursos que se tienen a la mano para lograr la tan ansiada visibilidad”, reflexionó Marroquín.

Entonces, definitivamente hay un cambio en los hábitos de consumo musical de las nuevas generaciones. Los más jóvenes de la casa ya no ven televisión como antes y no existe la expectativa de juntarse con los amigos a disfrutar de un canal a una determinada hora. Se han acostumbrado a consumir contenido de menor duración, entonces un videoclip de tres minutos rebasa el promedio. Frente a este contexto, el streaming se convierte en el nuevo rey de los formatos musicales.

Reproducción sin límites

Un par de audífonos, un celular y Spotify, esos son tres aliados inseparables en nuestra rutina diaria. Nunca antes había sido tan fácil tener la música al alcance de nuestra mano con las plataformas digitales. “El streaming cambió las reglas del juego”, afirma Hormigo, destacando cómo los servicios musicales en línea han facilitado y democratizado el acceso a la música.

De esta manera, millones de personas en todo el mundo pueden disfrutar de una vasta cantidad de contenido auditivo a un costo muy bajo o de forma gratuita. Reforzando lo mencionado por el musicólogo, Alvarado hace una comparación entre la actualidad y el pasado, señalando que antes era necesario pagar para escuchar la música de tu preferencia. En esa época, era imprescindible contar con discos, tocadiscos, CDs o reproductores del mismo, convirtiéndose en un lujo.

Aunque la radio ofrecía música, no siempre emitía los géneros o artistas que uno deseaba escuchar. La opción de percibir la música era limitada y dependía de varios factores, mientras que hoy, gracias al streaming, la accesibilidad y la variedad ha transformado por completo nuestra relación con las melodías.

No obstante, pese a que podemos escuchar música con una facilidad asombrosa, nada es gratis, todo tiene un precio, aunque no sea en términos monetarios. “Ya no se paga por escuchar música, que es aparentemente gratuita; todo ha sido transformado en una economía de la atención”, afirma Alvarado. El modelo de recomendaciones, popularmente conocido como el algoritmo, está diseñado para mantenernos enganchados a las aplicaciones. Su objetivo es que escuchemos música sin parar, cuanto más tiempo pase un usuario en ella, mayor será el beneficio para la plataforma.

En esa misma línea, como ocurre con cualquier gran cambio, el nuevo paradigma musical presenta tanto ventajas como desventajas. “La música en streaming es un arma de doble filo, ya que perjudica al pequeño artista emergente”, señala Hormigo. En el presente, cualquier persona con una computadora y un micrófono decente puede producir música, pero lograr un impacto significativo y generar ingresos es cada vez más complicado. “El modelo de monetización de los artistas más grandes se ha fortalecido, han acaparado aún más las reproducciones”, enfatiza el experto.

Por lo tanto, la evolución de los formatos musicales refleja una transformación constante en la forma en que consumimos y nos conectamos con la música. Desde la calidez analógica y el coleccionismo de los vinilos y CDs, hasta el complemento visual de los videos musicales potenciando la experiencia auditiva, cada etapa ha marcado un hito en la historia de la música.

Ahora, en plena era digital, el streaming se ha consolidado como el líder indiscutido del panorama melódico, dejando en claro que la tecnología continuará moldeando el futuro de este ámbito. Sin embargo, lo cierto es que cada formato ha aportado con una característica única que ha dejado huellas imborrables en diferentes generaciones a lo largo del tiempo, pues la música siempre ha sido y seguirá siendo nuestra más fiel compañera donde vayamos.

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