Martha se mira al espejo y no lo puede creer. Hace 11 meses no deseaba salir de las cuatro paredes, sintiendo que había perdido por completo el gusto por la vida. Hoy, frente al espejo, vuelve a reconocerse y, después de mucho tiempo, sonríe por primera vez.
Por Arantxa Ríos
El impacto de la mastectomía no fue solo físico. Martha cayó en una gran tristeza tras ser diagnosticada con cáncer de mama a sus 34 años. “Ya no me veía como antes. No era solo la cicatriz, sino todo lo que representaba”, comparte. La pérdida de un seno cambió la percepción de sí misma. Antes de la enfermedad, la paciente se sentía cómoda con su cuerpo. Ahora, cada vez que se miraba al espejo, veía una versión que no reconocía.
Esta conversión también afectó sus relaciones personales, especialmente con su esposo con quien la relación se volvió tensa. “Aunque él me apoyaba, no podía evitar sentirme distante, como si ya no hubiera esa chispa”, señala. Además, comentó que la falta de confianza en su apariencia hizo que evitara la intimidad. Lo mismo pasaba con sus amistades, a pesar que la llamaban constantemente, prefería quedarse en su casa, solamente a solas.
El cielo
Fue durante uno de sus chequeos médicos que su oncólogo le mencionó la posibilidad de una reconstrucción mamaria, utilizando silicona o tejido autólogo, es decir, de otras partes de su propio cuerpo. Al inicio Martha no estaba convencida. “Pensé que no cambiaría nada. Sentía que el daño ya estaba hecho”, explicaba con algo de angustia. Sin embargo, su esposo le aconsejó conversar con un cirujano plástico. “Me habló de cómo la operación no era solo por estética, sino que podía ayudarme a recuperar esa confianza en mí”, relata.
La decisión de someterse a la reconstrucción mamaria no fue fácil, pues Martha no quería realizarse otra operación: temía el dolor y la posibilidad de que no fuera suficiente para sentirse mejor consigo misma. No obstante, con el paso del tiempo y una larga recuperación, su vida comenzó a cambiar. “Fue como un meme, la mastectomía salvó mi vida, pero la reconstrucción me dio ganas de vivirla”, detalla.
Con el tiempo, este procedimiento comenzó a tener el efecto que Martha anhelaba. “No fue un cambio de cerrar y abrir de ojos, pero poco a poco empecé a sentirme más cómoda al verme al espejo”, comenta. Su matrimonio comenzó a mejorar, ya que se sentía más segura. También volvió a salir con sus amigos y a seguir con el ritmo de vida que había dejado. “Sentí que volvía a ser yo, que el cáncer ya no era lo único que me representaba”, define con emoción.
Hoy, Martha está feliz y orgullosa de haber tomado la decisión de realizarse la reconstrucción. “Me dio algo que pensé que había perdido para siempre”.
Beneficios psicológicos
La pérdida de uno o ambos senos puede tener un impacto desolador en las mujeres, reflejándose en sentimientos de dismorfia corporal, inseguridad, vergüenza, baja autoestima y depresión. “Muchas mujeres experimentan una sensación de pérdida de identidad, ya que los senos están fuertemente vinculados a lo que significa ser mujer en la sociedad”, señala la psicóloga clínica Thais Gonzáles.
Los efectos psicológicos van más allá de la mejora de la imagen corporal. Un gran número de mujeres reportan sentir una mayor confianza en sí mismas, lo que les permite reintegrarse en sus actividades diarias. En consecuencia, este aspecto recae en la percepción de normalidad que la cirugía plástica puede brindar. “Cuando sentimos que algo nos falta, tendemos a buscar formas de llenar ese vacío para regresar a nuestra zona de confort”, destaca la especialista.
En este contexto, la reconstrucción mamaria se presenta como una opción crucial para mejorar la autoestima y bienestar emocional de aquellas mujeres que han pasado por una mastectomía. Las instituciones de salud han reconocido la importancia de este proceso, lo que ha llevado a que, hoy en día, muchos seguros médicos cubran total o parcialmente el costo de la operación. Este avance permite que más mujeres tengan acceso a una opción que antes era inaccesible de algún modo.
El apoyo familiar
Tras una larga batalla contra el cáncer y la pérdida de uno o ambos senos, la mujer debe tomar la difícil decisión de someterse o no a la cirugía de reconstrucción. Es bien sabido que el rol que juega el núcleo familiar es un factor fundamental; sin embargo, en este escenario, el cuerpo afectado solo le pertenece a la paciente. “Los familiares que han acompañado a lo largo del tratamiento cargan miedos y dolor, lo que puede nublar su juicio ante una nueva operación”, explica Gonzáles.
La historia de Martha es un claro ejemplo de resiliencia. La reconstrucción mamaria no solo le devolvió la confianza en su apariencia, sino también las ganas de vivir plenamente en este mundo. Este tratamiento brinda a las mujeres la oportunidad de recuperar su autoestima, reconstruir sus relaciones y retomar la sensación de normalidad que la enfermedad puede arrebatar. Aunque la decisión de someterse a esta cirugía es personal, su impacto psicológico es evidente, permitiendo que muchas, como Martha, vuelvan a sentirse ellas mismas frente al espejo.