Con el paso de los años, las conversaciones sobre salud mental se han normalizado, pero el acceso ilimitado a información sobre el tema es un arma de doble filo. Hoy, miles de jóvenes se autodiagnostican basándose solo en lo que leen o escuchan en internet, sin la opinión de un profesional.
Por Rafael Ortega y Ana Paula Arellano
En la era digital, cientos de páginas ofrecen a los usuarios información sobre sus necesidades. Videos, artículos e imágenes están disponibles sin filtros que garanticen si lo que hay detrás de la pantalla está verificado. Los jóvenes son quienes más recurren a estas herramientas para resolver rápidamente sus dudas sobre salud mental.
Sin embargo, Rossana Carlos Ríos, psicóloga y miembro del Comité Asesor de Psicología Educativa del Colegio de Psicólogos del Perú, declaró para El Comercio que el fácil acceso a la información ha traído consigo la exposición a contenidos alarmistas y ha aumentado la frecuencia de autodiagnósticos. En este contexto, surge un nuevo término: cibercondría.
¿Una nueva, pero peligrosa herramienta?
Esta palabra se refiere a la ansiedad o preocupación por la salud después de consultar información en línea. Joima Panisello, médica e investigadora, declaró para el medio elDiario de España que, cuando una persona cree en los diagnósticos que encuentra en internet, empieza a ver problemas donde no los hay. Así, la búsqueda compulsiva de información sobre síntomas de diversas enfermedades lleva a muchos a pensar que tienen padecimientos graves. Es en la juventud, señala la especialista, la cual es una etapa especialmente sensible a la exposición de contenidos variados: lo que uno ve, acaba por creerlo.
Es imprescindible no tomar en cuenta el rol que aquí llevan las redes sociales. TikTok, Instagram, YouTube; son varios perfiles en diferentes medios donde influencers hablan de enfermedades como TDAH, ansiedad o depresión, y sus palabras llegan a miles de seguidores. Ante ello, una pregunta nace en medio de esta problemática, ¿cuáles son las consecuencias de este tipo de prácticas?
“No hay filtro, entonces al acceder a cualquier tipo de información puede pasar cualquier cosa (…) la persona no tiene cómo distinguir lo que es verdadero y falso”, declaró Juan Carlos Migone, psicólogo clínico y profesor de la Universidad de Lima. Además, mencionó que estos diagnósticos erróneos pueden tener serias consecuencias y, en el peor de los casos, empeoran aún más los síntomas. En consecuencia, algunas personas buscan ayuda, mientras que otras evitan el asesoramiento profesional, a pesar de la poca fiabilidad del contenido en línea. “Siempre es bueno preguntarse: ¿cuál es el sustento de estas páginas?, añadió.
La salud como espectáculo
La masificación del contenido sobre salud mental ha transformado temas que antes eran tabú en tendencias. En redes sociales como TikTok, el hashtag #mentalhealth (salud mental en inglés) acumula millones de reproducciones, albergando videos de contenido diverso: desde testimonios personales y consejos prácticos hasta simplificaciones problemáticas y desinformación. Esta exposición masiva ha convertido las enfermedades mentales en fenómenos viralizados que, en algunos casos, se presentan casi como una moda, banalizando la seriedad de estos trastornos y diluyendo la conversación sobre su tratamiento adecuado.
“Si lo que dicen no está fundamentado científicamente, pueden tergiversar la verdad. Los jóvenes podrían recurrir a medicación no prescrita por un médico, lo que podría afectar su salud mental de manera significativa”, señaló Migone. Este punto de vista es compartido por numerosos especialistas alrededor del mundo. Martín Becerra, experto en medios de comunicación e industrias culturales, declaró en medios argentinos que muchos creadores de contenido actúan con total irresponsabilidad al tratar temas sensibles. Sin regulación ni filtros, el camino de la desinformación queda abierto para llegar incluso a quienes menos lo esperan.
Además de las redes, existen ciertas páginas en internet que ofrecen pruebas para “descubrir” si una persona tiene alguna condición médica. “Evaluación de la salud mental”, “Test online de autoevaluación” o “Cuestionarios, tests e índices” son ejemplos de lo primero que aparece al hacer una búsqueda rápida. “Hay de todo; algunos están bien hechos y son recursos que ayudan a la persona a conocerse mejor, pero también existen pruebas que carecen de lo que en la psicología se le dice confiabilidad y validez”, mencionó Migone al respecto.
¿Qué pasará mañana?
El escenario actual no parece mostrar todavía un futuro cierto. Existe una gran variedad de personas que dan contenido en internet, desde aquellos que están preparados, hasta los que difunden puro contenido falso. “Uno tiene que tener mucho cuidado, a uno no lo definen los resultados de un test ni un comentario en internet, sino su personalidad, su manera de ser, sus experiencias”, declaró Migone. Ante esta situación, es importante promover el pensamiento crítico, la psicología no es cuantitativa y no se puede reducir a respuestas rápidas.
Tal vez la única respuesta posible sea adaptarse a esta nueva realidad. El uso de redes sociales como método de consulta sobre temas de salud mental no es, en esencia, una mala elección. Sin embargo, no debemos limitarnos únicamente a esta fuente de información. “Yo diría que el uso de las redes sociales en los jóvenes está cada vez más difundida y no hay que satanizarlas. No son buenas ni malas, sino que va a depender de cómo las usamos”, explicó el psicólogo clínico.
Aunque el acceso a la información sobre salud mental en la era digital ha normalizado el diálogo en distintos espacios, también conlleva riesgos importantes. La falta de filtros en redes, así como la utilización de autopruebas, puede llevar a diagnósticos erróneos y la trivialización de condiciones serias. Hoy, más que nunca, es fundamental contar con atención profesional y personalizada. Si se necesita ayuda, no existe nada mejor que una fuente confiable.