¡Es mi ‘perrhijo’! ¿Qué implica considerar a un perrito como un miembro más de la familia?

[Ilustración: Iris Fupuy]

No cabe duda de que cada vez más hogares se animan a adoptar un perro y, desde el momento que lo reciben, se convierte en un integrante más de la familia. Pero, ¿se han puesto a pensar que, quizás, el considerarlos como nuestros hijos puede ser perjudicial para su salud y la nuestra?

Por: Noelia Manrique e Iris Fupuy

Lila se prepara para ir, como cada semana, al psicólogo. Su mamá, Lorena, está preocupada porque su pequeña sufre de bullying en la guardería a la que asiste. Ella es una french terrier de dos años y, desde que llegó a la casa de su dueña, se convirtió en su hija. Algo similar le sucedió a Daniela cuando adoptó a Scotty. Él llegó una semana antes de la pandemia a la vida de la joven y, desde ese momento, se transformó en su adorado bebé.

Mientras tanto, Maricarmen, administradora de la Comunidad de Perros del Parque Jorge Chávez siente un amor tan inmenso por sus “perrhijos” Buba, Vulma, Tego y Bidu. Para mantenerlos sanos y fuertes, no les puede faltar el yogur griego en su alimentación. Así como ellas, ¿cuántos de nosotros sentimos que nuestras mascotas son parte de nuestra familia?

El perro, por su lealtad y fidelidad, siempre se ha considerado como el mejor amigo del hombre. Sin embargo, con el pasar del tiempo, esta conexión se ha vuelto tan profunda que ya es común considerarlos como otro integrante del hogar. Pero, ¿hasta qué punto este es un vínculo saludable tanto para el humano como para el animalito?

Cariño vs. sobreprotección

A nuestras mascotas solemos comprarles ropa, celebrarles sus cumpleaños y, sobre todo, cuidamos su bienestar con mucha dedicación. No obstante, cuando el amor y el cariño que les tenemos sobrepasa los límites, al punto de comenzar a tratarlos como humanos, puede ser más perjudicial que beneficioso. José Miguel Lizana, veterinario especialista en clínica de animales domésticos, señala que los perritos pueden ser tan dependientes de sus dueños que, cuando ellos no están, padecen de mucho estrés. “Las personas no pueden irse de viaje o salir muchas horas porque el animal comienza a ladrar desesperadamente y, además, no quieren comer o no saben socializar”, explica.

Para Daniela, cuando terminó la pandemia y tuvo que volver a clases presenciales, fue todo un reto conseguir que Scotty se sintiera cómodo estando solo. Hasta que no la ve llegar, rasquetea y mira la puerta fijamente. “Tenemos una gran conexión, cada vez que me he sentido mal, él no se separa de mi lado y me vigila constantemente para asegurarse que estoy bien. Pero tiene una dependencia fuerte y, aunque lo considere como mi hijito, también trato de no imponerle muchos rasgos humanos”, reflexiona la joven estudiante.

Y es que, como menciona Lizana, por un lado está el compromiso que todo dueño debería asumir para satisfacer las necesidades básicas de sus perritos, tales como la alimentación y el paseo al aire libre. Pero, por otro, está la exagerada sobreprotección y el darles excesivamente más de lo que, como animales, requieren para estar bien cuidados.

El especialista en conducta animal, José Luis Díaz, esclarece que si proyectamos una crianza humana hacia los perros, especialmente mimándolos demasiado, sería un error porque los estaríamos formando como otra especie. “Pueden llegar hasta un punto de quiebre en el que no se identifiquen en algún momento de su vida como tal y eso, hoy por hoy, es una de las cosas que más problemas causa”, agrega.

Desde construir camas en miniatura hasta hacerles una rutina de skincare nocturna con mascarillas y colocarles pijamas para irse a dormir, así como llevarlos en cochecitos de bebé o teñirles el pelaje para cambiarles su outfit, estas son algunas de las tendencias que las redes sociales hacen cada vez más y más virales. Sin embargo, aplicarlas pueden afectar la salud de la mascota.

“A través de las patitas, ellos van reconociendo el medio en que se van desenvolviendo. Yo no estoy de acuerdo con que los humanicemos. Hace poco organizamos una fiesta de Halloween para todas las mascotas de la comunidad, pero siempre tenemos muy en cuenta que perrito es perrito y como tal debemos amarlos”, comenta Maricamen. En ese sentido, Díaz, acota que las familias, intentando que su mascota sea siempre feliz, no se estrese, esté protegido y tenga todas sus necesidades cubiertas, pueden encerrarlo dentro de una burbuja. “Creamos una sensación de hiperapego en ellos que, a fin de cuentas, le impide desarrollar todas sus capacidades”, menciona.

¿También nos impacta a nosotros?

Asimismo, aunque no lo creas, nuestras mascotas no son las únicas a las que tanto cariño les afecta en cierto modo. A veces, sin que nos demos cuenta, todo nace y vuelve a nosotros. Según la psicóloga Patricia Gálvez, esta tendencia de considerar a los perros como nuestros hijos responde a factores emocionales, culturales y psicológicos.

Para muchos, ellos representan una fuente de afecto y apoyo emocional muy grande. Sin percatarse, quienes no tuvieron la suerte de experimentar vínculos seguros en la infancia, se refugian en sus mascotas buscando en ellas esa estabilidad emocional que, tal vez, no pudieron encontrar en sus relaciones humanas. Otros motivos guardan mucha relación con la gran compañía que estos animales pueden representar para sus dueños. La soledad y las ganas de querer llenar ese vacío provoca que la gente se sienta muy apegada a ellos. “En mi casa somos solamente mi esposo y yo, por lo que ellos son esa familia que nos llegó durante la pandemia a suplir ese espacio de la familia que hoy vive lejos”, relata Maricarmen enternecida.

Pero esto resulta más positivo que negativo. La conexión emocional entre los perros y los dueños ayuda a reducir la ansiedad y el estrés, siendo estos animales reconocidos por los psicólogos como una red de apoyo efectiva, a tal punto que son terapistas. Sin embargo, Gálvez advierte que esto puede volverse perjudicial cuando las personas comienzan a experimentar estados de frustración por no estar junto a sus mascotas en todo momento. “Cuando la dependencia se exhibe a los animales, origina que los individuos afectados sufran consecuencias graves a nivel psicológico, pues su estado de ánimo se altera regularmente y adquieren comportamientos repetitivos que no son saludables”, detalla la psicóloga. 

Además, según la especialista y el estudio de Quessep Rapag, la fuerza de las redes sociales y el auge de la vida digital genera una especie de imagen idealizada “que presenta un impacto negativo sobre la autoestima de los individuos”, recalca Gálvez. Como consecuencia, actualmente, muchas personas tratan a sus animales como “perrhijos”, asignándoles así un rol humano. No obstante, en estos casos, no se debe olvidar que el trato a las mascotas como iguales puede afectar hasta la salud mental del dueño. Por ello, uno mismo debe saber cuándo marcar los límites, sin que esto implique dejar de entregarle amor y cuidados a estos animales.

Marcando límites

Entonces, frente a este contexto es importante saber cómo entablar una relación saludable con nuestras mascotas. De acuerdo al veterinario Lizana, la mejor forma de hacerlo es no exagerando en la relación que les damos, pues aunque suene peyorativo, el perro tiene que ser lo más perro posible en sus aspectos de la vida. “Darles de comer y brindales tanto el cariño como las comodidades necesarias, sino luego va a ser tan dependiente de ti que va a sufrir si tú no estás con él. Lo justo y lo crucial, eso es lo más importante para tener un buen equilibrio”, explica el experto.

Por ejemplo, Maricarmen les cepilla los dientes a sus mascotas todas las noches, les coloca sus antipulgas mensualmente y los vacuna regularmente, pero también les enseña que deben dormir en sus propias camas y comer sus propios alimentos. En cambio, Daniela y sus hermanos les preparan pasteles de carne, vegetales y queso crema para celebrar el cumpleaños de sus perritos, aunque también son conscientes de que no deben sobrepasar los límites con ellos. 

Por tal razón, “si yo, como humano digo que amo a los animales, debo tratar de respetar al máximo la biología que ellos tienen y no ser permisivo ante un montón de situaciones”, destaca el etólogo Diaz. Mientras que, en el caso de los humanos, la psicóloga Gálvez especifica que, cuando su amor hacia su mascota ha llegado al grado de convertirse en una obsesión en la que siente ansiedad si no está junto a ella, es importante que tomen conciencia sobre sus emociones. “Hay que tener en cuenta la diferencia entre un ser humano y un animal con sus instintos y pautas naturales de comportamiento, así como determinar cuándo tus sentimientos puedan ser una patología”, destaca.

En ese sentido, el amor y el cuidado que brindamos a nuestros amigos peludos son esenciales para su bienestar, pero es fundamental establecer límites saludables que permitan que estos desarrollen sus propias capacidades. El equilibrio entre cariño, atención y respeto por su naturaleza debe guiar la relación para evitar caer en una humanización extrema.

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