Ciberbullying: Las nuevas dinámicas del acoso escolar

[Ilustración: Adobe Stock]
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Con la llegada de la era digital, el bullying se ha reinventado. Las redes sociales y plataformas digitales han abierto nuevos espacios para que el acoso colegial continúe afectando a miles de estudiantes. ¿Cómo han cambiado estas dinámicas en el entorno virtual y qué impacto tiene en la salud mental de sus víctimas?

Por: Catherine Quispe y Michelle Hemmerde 

¿Qué viene a tu mente cuando escuchas la palabra “bullying”? Quizás pienses en insultos, empujones o en la temida “ley del hielo”. Aunque estas formas de acoso escolar aún persisten, el fenómeno ha evolucionado tras el inicio de la era digital. 

La pandemia COVID-19 aceleró este cambio, impulsando un salto exponencial hacia la virtualidad que transformó la educación y la conexión en línea. Sin embargo, este avance también abrió nuevas puertas para el acoso. De acuerdo con la ONG internacional “Bullying Sin Fronteras”, los casos de bullying cibernético en América Latina incrementaron en un 33% tras el inicio de la cuarentena. El rápido crecimiento digital creó nuevos espacios que amplifican el alcance de este, afectando principalmente a los jóvenes, quienes son más vulnerables a estos ataques debido a su constante presencia en línea. 

Así, en esta era digital, el bullying se reinventa continuamente. Ya no solo se limita a lo físico o verbal; se ha convertido en un fenómeno omnipresente que explota las capacidades de las plataformas en línea para hacer visible y permanente el sufrimiento de sus víctimas. Redes sociales, aplicaciones de mensajería e incluso videojuegos se han convertido en el nuevo escenario de agresiones y maltratos, donde el dolor de las víctimas es visible y, muchas veces, inescapable. 

Más allá de las aulas 

Según una encuesta realizada por la organización Aldeas Infantiles SOS Perú en 2023, el 61% de niñas, niños y adolescentes ha experimentado ciberbullying. Hoy, el acoso escolar no se queda en las paredes de la escuela. Un solo click es suficiente para que persiga a las víctimas hasta la intimidad de sus hogares, rompiendo las barreras del tiempo y el espacio, y afectando profundamente su bienestar emocional y psicológico.

Desde la publicación de fotos de alguien sin su consentimiento hasta la creación de stickers o memes aparentemente inofensivos. ¿Recuerdas las famosas cuentas de confesiones en Instagram donde los estudiantes publican rumores y mensajes ofensivos? Estos espacios también se han convertido en herramientas para la humillación pública. “Ahora, te contactan a través de Instagram, Facebook, Linkedin, Snapchat, e incluso por mensajes de texto o correo electrónico. Todas las plataformas pueden ser utilizadas para este fin”, advierte Angie Torres, psicóloga especialista en comportamiento digital

Por otro lado, el ciberacoso también se manifiesta en formas más sutiles, como la exclusión. ¿Conoces la ley del hielo? Es exactamente esto, pero adaptado a la digitalidad. “Publican fotos diciendo ‘no agreguen a esa persona’ o envían mensajes para que se salga de los grupos”, señala la experta. Ignorar a alguien, ahora, es tan dañino como atacarlo.

Ahora bien, el ciberbullying no se limita a las redes sociales. Este fenómeno ha llegado incluso al mundo de los videojuegos, donde es más común de lo que parece. Una nota reciente publicada por la Universidad de Australia del Sur revela que casi el 95% de los jugadores profesionales de 14 países distintos han experimentado ciberacoso en los últimos 12 meses. También se descubrió que las mujeres son las principales víctimas. 

¿Hasta dónde puede llegar el acoso en línea? La suplantación de identidad y la manipulación de datos personales son las consecuencias más temidas. Las víctimas se encuentran con perfiles falsos que utilizan sus fotos y datos sin permiso, provocando fraude y difamaciones. Incluso el sexting puede convertirse en un arma para invadir la privacidad de la persona y afectar su reputación. 

La inteligencia artificial ha añadido una nueva capa a esta problemática. “Se crean imágenes y videos falsos para desinformar y desprestigiar”, advierte Torres. Estos recursos se utilizan para impulsar campañas de cancelación y fomentar el odio, sin que muchos cuestionen la veracidad de lo que se comparte. 

El impacto del ciberacoso no se queda en las pantallas. “Lo que sucede en redes no se queda en redes; trasciende al plano presencial”, asegura la psicóloga. Las víctimas pueden ser señaladas y juzgadas en la vida real, escuchando frases tan crudas como “Ah, ella es la que publicaron desnuda” mientras camina por la calle. Lo cierto es que, en la actualidad, el bullying es un fenómeno que no conoce límites

Cicatrices invisibles 

¿Cuáles son las verdaderas consecuencias del ciberacoso? Las secuelas que deja en la mente y el corazón de quienes lo sufren son profundas y, en muchos casos, imborrables. Las víctimas pueden experimentar ansiedad, vergüenza y una notable baja autoestima. “Para muchos adolescentes, la falta de “likes” en una publicación o ser objeto de burlas en línea puede impactar gravemente su sentido de pertenencia y su autoconcepto. Además, el aislamiento es otro efecto común, ya que las víctimas a menudo sienten que no pueden confiar en quienes las rodean”, señala Alejandro Raiser, psicólogo educativo.

En ese sentido, el ciberbullying tiene un impacto directo en el bienestar de las víctimas, dificultando su capacidad para interactuar de manera saludable con los demás y afrontar situaciones cotidianas. El acoso constante en línea puede generar una pérdida de confianza en sí mismos, llevándolos incluso a evitar situaciones sociales, lo que a su vez puede afectar su rendimiento académico.

Además, un estudio realizado por el King’s College de Londres ha revelado que el ciberacoso interfiere en funciones cognitivas como la memoria y el aprendizaje tanto de la víctima como del agresor. En los casos más graves, el ciberacoso puede desencadenar trastornos de ansiedad, depresión, estrés postraumático, alteraciones en la imagen corporal o pensamientos suicidas. Las víctimas se ven atrapadas en un sufrimiento emocional que, si no se trata, puede dejar cicatrices psicológicas a largo plazo.

Reescribiendo la historia

Entonces, ¿qué medidas podemos tomar frente a casos de ciberacoso? En el Perú, existen normativas legales como la Ley 29719, que promueve un ambiente de convivencia sin violencia en las escuelas. Estas leyes no se enfocan únicamente en lo que sucede dentro de las aulas, sino también se extienden al mundo digital. Según el abogado Huggo Granda, “se han implementado protocolos para prevenir, apoyar y sancionar el acoso escolar, además de exigir videovigilancia y la presencia obligatoria de psicólogos”. 

En este contexto, los padres y tutores juegan un papel crucial en la denuncia y protección de los estudiantes. Aunque el proceso legal puede ser largo, el entorno digital facilita la recolección de pruebas, la cual, junto con una acción temprana, es esencial para frenar el acoso y garantizar que la víctima reciba el apoyo necesario. Los padres deben presentar una denuncia formal ante el Ministerio Público y la Fiscalía, después de haber informado a la escuela.

Según Granda, las sanciones para el agresor pueden variar dependiendo de la gravedad del caso, desde una simple amonestación hasta medidas más severas, como servicios comunitarios o internamiento en un centro de rehabilitación. Estas leyes buscan no solo castigar a los agresores, sino también proteger a las víctimas y prevenir la continuidad del acoso. La intervención temprana y el apoyo adecuado son fundamentales para detener el ciberacoso y prevenir futuras agresiones. 

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