Ilustraciones que cobran vida: el ascenso de la animación digital

[Imagen: Adobe Firefly / Igor García]

El rubro de la animación 2D y 3D en el Perú sigue creciendo a un ritmo acelerado. La destacada habilidad de los animadores, junto a su alta demanda a nivel internacional, ha abierto las puertas en proyectos de gran envergadura, impulsando el talento local hacia nuevos horizontes.   

Por Igor García

En la última década, las industrias creativas en el Perú han experimentado un ascenso exponencial, consolidándose como un amplio sector laboral destacado por su capacidad de fusionar arte y tecnología de manera innovadora, lo cual fomenta la colaboración entre artistas, diseñadores, ingenieros de sistemas e informáticos. Este auge ha dado lugar a un vasto repertorio de contenidos que no solo entretienen, sino que también educan e inspiran a diversas audiencias.

Dentro de este panorama, la animación digital ha emergido como una de las áreas más relevantes, pues extiende su influencia a diferentes industrias como la publicidad, las series, el cine, los efectos visuales (VFX) o los videojuegos. Los profesionales de este campo dan vida a mundos imaginarios y personajes cautivadores, logrando conectar emocionalmente con el público y enriquecer la experiencia visual en múltiples plataformas, un atractivo que captó la atención de numerosas empresas que buscan aprovechar el potencial de esta industria. 

Trazos digitales en expansión

En los últimos años, la animación digital en el Perú se ha visto impulsada principalmente por los avances tecnológicos y el mayor acceso a software especializado. “Actualmente existen muchas más herramientas baratas como tablets y computadores donde se puede realizar animaciones de manera más fácil”, comenta Raúl Santivañez, docente y experto en animación digital. Además, aplicaciones como Flash, Blender o After Effects han democratizado el proceso, permitiendo a los nuevos talentos desarrollar sus habilidades desde sus hogares.

Las pasiones y aficiones de la nueva generación de animadores también fueron claves. “A la mayoría de estudiantes y aficionados de la animación les encanta el anime o los cartoons como los de Cartoon Network, se criaron viendo esos contenidos y desearon hacerlo, como en mi caso”, comenta Santiago González, animador 2D. El amor por esta rama, arraigado desde la infancia, ha impulsado a muchos a profesionalizarse y explorar, haciendo lo que verdaderamente les apasiona.

Otra razón que ha motivado a más personas a dedicarse a la animación es la disminución de estigmas en torno a las carreras creativas, en comparación con años anteriores. “En Perú ya no hay tantos prejuicios como ‘te vas a morir de hambre’ al trabajar en animación. Al contrario, ahora mucha gente entiende que sí hay oportunidades laborales y los padres se han vuelto más permisivos”, indica González, confirmando que existe una mayor libertad que les permitió a los más jóvenes seguir esta vocación sin barreras. 

Asimismo, a diferencia de otros sectores, esta técnica fue de las pocas que no sufrió grandes interrupciones durante la pandemia, pues siguió produciendo al 100%, según un informe de los Premios Quirino de la Animación Iberoamericana. Este hecho se debió, en gran medida, a la naturaleza del trabajo porque se adapta fácilmente a lo remoto y al uso de tecnologías digitales.

Del Perú al mundo

Los animadores del Perú tienen la posibilidad de recibir ofertas de proyectos y estudios del extranjero gracias a la alta demanda que existe en países líderes en la animación. Aquí las empresas suelen lanzar numerosos proyectos cada año, permitiéndoles acceder a grandes producciones internacionales como películas de Hollywood, series de HBO Max, Netflix y Cartoon Network, e incluso animes.

Sin embargo, la pandemia tuvo un impacto significativo en el rubro de la animación a nivel global. Con el confinamiento afectando a todos los países, las empresas comenzaron a replantear la idea de que era imprescindible que los trabajadores estuvieran físicamente presentes en sus oficinas. Aunque el trabajo remoto ya era común entre los animadores porque podían realizar su trabajo desde casa utilizando sus propios equipos, esta nueva realidad aceleró la adopción de una mayor flexibilidad en los procesos de contratación. De esta manera, se llegó a la conclusión de que la presencialidad ya no era un requisito y así se abrieron las puertas a diferentes talentos sin importar el país de origen.

Asimismo, las empresas extranjeras no podrían haber ofrecido oportunidades a personas sobre las cuales no tenían información previa. “En la pandemia, al estar todos conectados, cualquier cosa que subías a redes sociales mucha gente lo veía y los estudios de fuera se dieron cuenta que había mucho talento acá. Ese fue un factor fundamental para que le dieran oportunidad a otras regiones”, señala González, quien pudo participar en el famoso largometraje animado Spider-Man: Across the Spider-Verse. A pesar de todo lo malo, la pandemia se convirtió en una ventana hacia otros continentes para los animadores peruanos, quienes pudieron exhibir sus trabajos y proyectos en plataformas como Instagram, Youtube y Tiktok.

Otro factor para que cada vez más peruanos aparezcan en los créditos de producciones internacionales, aunque este pueda no ser el más digno, es que “las empresas buscan generar más profit y una mano de obra más de Latinoamérica es más barata que alguien de Estados Unidos o Europa”, indica González. Si bien no todas las empresas manejan el mismo modus operandi, es un hecho que el bajo coste del talento regional permitió que el animador local sea valorado en un mercado global.

La exportación de capacidades puede ser un arma de doble filo, ya que obliga a las entidades peruanas a alzar sus propuestas económicas para competir con los estudios extranjeros. No obstante, esta situación también fomenta una mayor competitividad en la industria, elevando el valor y la habilidad de los animadores peruanos. Además, es común que estos trabajen para el extranjero, dado que en el país existe una limitada oferta de proyectos.

Un futuro animado

El futuro de la industria peruana de la animación es prometedor. El mercado laboral es cada vez más amplio, así como la cantidad de personas que se interesan en este campo. A su vez, las oportunidades educativas también están en crecimiento. Institutos como ISIL, IPAD y Toulouse ofrecen la carrera de Animación, mientras que universidades como la Universidad de Lima y la Pontificia Universidad Católica del Perú han comenzado a dictar cursos especializados de este sector.

Pero el rubro de la animación también enfrenta desafíos importantes para seguir creciendo. “La gente debe entender que la animación es bastante rentable, y es crucial dejar en claro que esta no es solo para niños. Debemos avanzar en esa dirección, algo que ya se está haciendo”, denota González, enfatizando la necesidad de eliminar totalmente los prejuicios asociados con la animación.

Asimismo, se espera un mayor respaldo por parte del Estado. “Se requiere un montón de empuje del Ministerio de Cultura para fomentar este arte, en la DAFO están reduciendo los premios de animación”, comenta Santivañez, subrayando que el crecimiento de la industria necesita un mayor apoyo económico gubernamental. 

El objetivo no debería ser simplemente que los animadores trabajen en el extranjero, sino que este proceso forme parte del desarrollo evolutivo de la industria en el país. En Perú hay talento de sobra y prueba de ello es que estudios como Apus han colaborado con marcas de renombre internacional como Marvel. Es solo cuestión de tiempo para que la producción local despegue por completo, consolidando un ecosistema en el que los animadores también puedan prosperar a nivel nacional.

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