Lo que parecía una eliminatoria tranquila cuando se aumentaron 2 cupos para la Copa del Mundo del 2026 se transformó en una de las campañas más irregulares y pobres de la selección nacional en el siglo XXI.
Por Alejandro Piña, Francisco Ríos y Fernando Delgado
Con tan solo 6 puntos, Perú se ubica en los últimos lugares de la tabla en las clasificatorias rumbo al Mundial de 2026. No cabe duda que la selección pasa por su peor momento futbolístico, pues así lo demuestra la pobre actuación de la Bicolor en su visita a Brasil donde, gracias a una mano divina, no llegó a convertirse en una goleada más abultada de lo que ya fue.
Las matemáticas indican que el conjunto peruano aún tiene posibilidades de clasificarse. Sobre todo si consideramos que nuestro próximo rival es Chile, el equipo de Ricardo Gareca, que andan incluso peor que nosotros. Pero, sinceramente, ¿es posible ilusionarse con la posibilidad de ir al mundial? ¿Es factible el hecho de ver a Perú disputando una nueva Copa del Mundo con la estancada y pobre situación de nuestro balompié?
¿Un esquema nuevo?
El 4-2-3-1 o el 4-3-3 ha sido el esquema habitual de la selección peruana desde hace una década atrás. Quién podría olvidarse del equipo que nos regresó a una Copa del Mundo luego de 36 años. Con Gallese en el arco, la defensa colosal, Ramos, Rodriguez, Trauco, Aldo Corzo fenomenal. Con Tapia y “Orejas” Flores, Cueva y Yotún; Carrillo y Paolo Guerrero, completaron una selección que hizo vivir a todo un país por la pasión futbolera.
Sin embargo, luego de 9 años, la llegada de Jorge Fossati al banquillo blanquirrojo significó un cambio radical al planteamiento de la selección nacional en sus partidos. Así como en su etapa en la “U”, el técnico charrúa apostó por un esquema de 3-5-2, el cual ameritaba una adaptación rápida y efectiva, ya que las clasificatorias se encontraban a la vuelta de la esquina.
Aunque se considera que el sistema de Fossati es nuevo para la selección, el periodista Pedro Ortiz mencionó que este planteamiento apareció a finales de los 90, coincidiendo con el tricampeonato de la “U”. Sumado a ello, y para aproximarlo a una realidad reciente, según datos de Liga 1, en 2021 Alianza Lima se coronó campeón nacional utilizando los dichosos esquemas. En ese año, los “blanquiazules” alinearon dicha táctica en 22 de sus 28 partidos, donde el 3-4-1-2 se empleó incluso en ambas finales nacionales.
De hecho, desde aquel 2021, el uso de las alineaciones con línea de 3 o de 5 ha ido en aumento. Tanto en 2021 como 2022, se utilizaron en 103 ocasiones distintas, en 2023 la cifra llegó a 131 y para este último año, que aún no termina, se ha llegado a usar 146 veces. Las estadísticas reflejan que el jugador de Liga 1 se está acostumbrando cada vez más a estos esquemas; sin embargo, esto no omite el hecho de la propia irregularidad de la formación.
Asimismo, entre 2019 y 2023, solo Alianza Lima (2021) y Universitario (2023) fueron campeones utilizando esquemas de línea de 3 o 5. Pero Ayacucho FC y Academia Cantolao, que incluso fueron el tercer equipo que más veces utilizó ese esquema en sus respectivos años, descendieron en 2022 y 2023. En total, desde 2019 hasta el presente año, se jugaron 576 partidos con línea de 3 o 5 con 216 derrotas, lo que indica que usar estas tácticas en la Liga 1 conlleva una mayor probabilidad de perder.
Jugar de esta manera sigue siendo una apuesta al aire. Las estadísticas no arrojan datos favorables. No obstante, con la experiencia de Fossati, la selección debería ser capaz de adaptarse a este nuevo esquema lo más pronto posible. Aquí juegan un papel importante los jugadores del torneo local que cada vez más se van adaptando al esquema que “revolucionó” al fútbol peruano el año pasado.
Hay que sobrevivir con lo que hay
Tras el logro de la vuelta a la escena mundialista en el 2018, el futuro del fútbol peruano parecía comenzar a encontrar una luz al final del túnel. Un equipo que era el punto álgido de una reconstrucción que generó ilusión dentro de los hinchas de la selección. Sin embargo, posterior a esa generación, el recambio generacional se hizo notar por su ausencia.
El equipo mundialista de Ricardo Gareca tenía un promedio de edad de 26.96 años, con solo cuatro jugadores mayores de la treintena. Seis años después, el promedio ha subido aproximadamente a 31, reflejando que seguimos dependiendo de una generación que ya dejó de brillar. “Nos hemos quedado atrás, hay chicos que cada vez cuentan con menos oportunidades”, señaló Luis “Cachito” Ramírez, exfutbolista y seleccionado nacional.
Si se va posición por posición, la zona más segura que se tiene dentro del plantel peruano es la que conforma el grupo de arqueros. Si bien Pedro Gallese tiene 34 años, al ser portero aún cuenta con un buen tiempo para poder tener a la blanquirroja en el pecho. Además, este puesto ha tenido un recambio generacional significativo con la consolidación de Diego Romero y en las convocatorias de Jorge Fossati, dejando claro que se le toma en cuenta como el sucesor a largo plazo para la portería peruana.
En la defensa, el envejecimiento del plantel comienza a ser más evidente. Una línea que, en su mejor versión, incluye a jugadores como Callens, Zambrano, Araujo, Advíncula y Marcos López, pero que también ha mostrado signos de desgaste, principalmente en el área de centrales. La falta de nuevos talentos que puedan reemplazar o competir a un nivel cercano con ellos ha dejado al equipo sin cambios evidentes para partidos donde no se encuentre disponible la saga predilecta por el técnico con pasado en Universitario de Deportes.
La zona de armado de juego sufrió una pérdida significativa con la caída en el rendimiento y profesionalismo de Christian Cueva. Sin embargo, Sergio Peña, de 29 años, ha comenzado a asumir un rol más protagónico en las últimas fechas, destacando con un trabajo completo en una posición más adelantada en el mediocampo. Peña, uno de los pocos jugadores en cada convocatoria que proviene de un club europeo (el Malmö de Suecia), fue pieza vital para mantener la creación ofensiva del equipo, brindando un poco de esperanza en medio de la falta de recambio generacional en estos últimos partidos.
A pesar de todo esto, no cabe duda para el aficionado de la selección que la zona más afectada es la del delantero centro. Luis “Cachito” Ramírez, quien compartió selección con Paolo Guerrero y Claudio Pizarro, dos de los mejores 9 de la historia del fútbol peruano, lo resume bien. “Vivíamos del momento y no nos preocupamos por lo que venía atrás. Es triste que no hayamos podido enfocarnos en lo que teníamos y trabajar para el futuro”, relata. Esto se refuerza con la falta de gol de esta parcela, al ser el único equipo de Conmebol sin ningún gol por parte de los múltiples delanteros con los que se ha experimentado culminada la fecha 10
La transformación generacional más destacada ocurre en la posición de los extremos. Jugadores como Joao Grimaldo o Bryan Reyna parecían destinados a ser la nueva dupla de la blanquirroja. A pesar de ello, con el nombramiento de Juan Reynoso inicialmente y la posterior llegada de Jorge Fossati, estos nombres no han tenido casi relevancia al tener como posición natural un rol inexistente dentro del sistema 3-5-2 o 5-3-2, siendo relegados finalmente a una marcación poco usual para ellos como la de carrileros o delantero centro.
Una deuda pendiente
La última victoria de Perú fuera de territorio nacional, a nivel de competencias oficiales, fue aquel lejano 28 de enero de 2022 donde el “Orejas” se vistió de héroe y le ganamos en Barranquilla a Colombia. Casi 3 años después, no sabemos lo que es ganar lejos de casa. Rumbo a la Copa del Mundo del 2026, hemos jugado 4 partidos de visita y hemos rescatado tan solo 1 punto cuando en la primera fecha empatamos en Asunción.
En el torneo local, entre los hinchas existe el dicho “si queremos campeonar, de visita hay que ganar”. Esa misma lógica se puede trasladar a las clasificatorias. No podemos esperar un milagro si fuera de casa no se hace el trabajo. Rumbo a Catar se logró el récord de nuestra selección, donde se consiguieron 10 puntos que fueron claves para lograr el quinto lugar de aquel proceso. Fossati ahora es el encargado de siquiera igualar aquella marca.
Sin embargo, los datos no juegan a favor del técnico charrúa. Cuando entrenó a la “U” el año pasado, Fossati dirigió al cuadro crema en un total de 15 partidos fuera de la capital. Contabilizó 4 victorias, 4 empates y 7 derrotas, anotando 10 goles y recibiendo 16, es decir, el equipo del uruguayo ha sido muy vulnerable fuera de casa. Ni hablar de lo ocurrido en la Copa América y los últimos 2 partidos de eliminatorias donde no hemos podido anotar un solo gol.
Aunque todos los ojos apuntan al nombre de Jorge Fossati, “Cachito” Ramírez explica que no todo pasa por el hombre que dirige a la “bicolor”. “Cuando se juega de visita el jugador peruano debe creer en uno mismo, en cada jugador, y comenzar a confiar mucho más en el compañero que viene atrás”, destaca.
Ahora la responsabilidad no solo caerá sobre el DT, sino también para aquellos seleccionados que para la fecha doble de noviembre tendrán como objetivo rescatar puntos cuando se visite a Argentina. Se espera tal vez repetir la hazaña que hizo Fossati en abril del 2023, que con gol de Alexander Succar logró que Universitario gane un partido en tierras “albicelestes” luego de 13 años.
¿La esperanza es lo último que se pierde?
El resultado en el Estadio Nacional el pasado 11 de octubre frente a Uruguay reavivó la fe dentro del pueblo peruano. El gol de Miguel Araujo a las alturas finales del partido se sintió como una bocanada de aire fresco para un equipo que llevaba acumulados únicamente 3 puntos hasta la fecha 9. La hinchada peruana andaba en su mejor momento desde la llegada del Nono, pero tras la vapuleante goleada ante Brasil 4-0, la ilusión se vio nuevamente golpeada
Esto dejó claro que el primer resultado no era definitivo para el curso de esta fecha doble, no todo podía ser visto de manera positiva, al menos así lo ve el periodista deportivo, Pedro Eloy García. “Tenemos que centrarnos en recomponer el equipo para que el resto de la eliminatoria sea una experiencia de crecimiento, no con el objetivo de clasificar, sino de desarrollar a la selección”, reflexiona el panelista de Al Ángulo.
A pesar del triunfo ante Uruguay y la insistencia de la afición, no hay nada resuelto para la selección peruana. El desafío de encontrar el equilibrio entre los resultados inmediatos y la necesidad de un desarrollo a largo plazo sigue siendo crucial. Con un camino eliminatorio aún largo por recorrer, el enfoque debe estar tanto en mejorar los irregulares resultados fuera de casa como en el crecimiento de una nueva generación. Solo así Perú podrá aspirar no solo a este Mundial, sino a un futuro más sólido y competitivo en el panorama internacional.