Ecos del patriarcado: los estereotipos femeninos en la actualidad

[Imagen: Igor García / Adobe Firefly]

La imagen de la mujer ideal ha sido construida y reforzada por estereotipos que se transmiten de generación en generación desde tiempos remotos. Disfrazados de tradición, estos clichés siguen limitando la libertad de las mujeres y hasta de las niñas en la actualidad.

Por Igor García y Adamaris de la Cruz

Desde tiempos inmemoriales, niñas y mujeres han estado atrapadas en una realidad en la que se ven sometidas a estereotipos y prejuicios, impidiéndoles hacer lo que desean y expresar sus opiniones sin restricciones. Estos estereotipos de género también moldean la manera en que la sociedad percibe sus gustos y preferencias.

Desde actividades recreativas hasta elecciones profesionales, la diversidad de intereses femeninos ha sido limitada por la expectativa social, debido a la estructura patriarcal existente en el país. En conmemoración del Día Internacional de la Niña, repasamos cómo los estereotipos de género han condicionado históricamente las preferencias de las mujeres, así como destacar los esfuerzos actuales por desafiar y transformar las normas patriarcales.

La ceguera de la tradición

Tras la conquista española, el papel femenino apenas sufrió cambios en comparación con el de nuestros pasados. “Lo ideal para las mujeres criollas de altos sectores era que estén en casa, que sean doncellas muy recatadas”, afirma Maribel Arrelucea, historiadora especializada en protesta social y género. En esa época, las mujeres solo tenían dos opciones en sus vidas: ingresar a un monasterio como monjas o seguir el camino del matrimonio, sin ninguna posibilidad de elegir su propio camino. “Eran vistas como criaturas pasionales sin uso de la razón es como deciden controlarlas y protegerlas de sí mismas y la casa era el espacio por excelencia”, denota Arrelucea. 

Entre los siglos XVIII y XIX, las mujeres empezaron a desempeñar una mayor presencia en los movimientos sociales de la época. Figuras como Micaela Bastidas, reconocida como prócer de la independencia, emergieron como líderes de la lucha por el país. Posteriormente, a inicios del siglo XX, se comenzó a discutir sobre el voto femenino y libertades individuales, tales como el derecho de las mujeres a mantener a sus hijos tras separarse del esposo o poseer y administrar sus propiedades, tal cual menciona la historiadora.

Desde entonces, el Perú ha avanzado hacia lo que es hoy, con un feminismo más integrado, gracias a las grandes movilizaciones. Sin embargo, las estructuras de poder patriarcales continúan profundamente arraigadas en la sociedad. “En el Perú, el patriarcado es bastante fuerte, hay como un continuismo respecto a la época colonial, las mujeres estaban sucedidas 100% al hombre, sea al padre o al esposo”, afirma Arrelucea, lo que indica que, desde hace mucho tiempo, ha existido una presión por parte de las mujeres para ajustarse a ideales de la belleza y comportamiento impuesto por el hombre. Mujeres como Delia Zamudio, la primera sindicalista afrodescendiente, ha sido fundamental para abrir espacio de movilización y participación pública para las mujeres en los últimos años.

Sin embargo, al igual que existen mujeres que buscan liberar a todas las que aún se encuentran atrapadas en los roles tradicionales impuestos por la sociedad machista, también hay quienes creen que cumplir con esos estándares es lo adecuado, manteniéndose alineadas con las expectativas que se les han dictado históricamente. Asimismo, las mujeres continúan siendo objeto de estereotipos en el ámbito sexual. “Las mujeres son muy controladas en ese aspecto, se nos exige que en la vía pública vistamos con faldas largas, con ropa que nos cubra”, exclama la experta Arrelucea.

A pesar de algunos avances, las mujeres aún no gozan de plena libertad sobre sus cuerpos y enfrentan restricciones que limitan su derecho a vestirse como realmente desean. Si estas prácticas siguen permaneciendo en nuestra sociedad, todo apunta a un origen común: la educación, gran parte de la cual proviene del hogar, es decir, de los padres. “Los estereotipos y el machismo son promovidos por los mismos padres, quienes criamos con esas ideas a nuestros hijos, creando así un círculo vicioso”, afirma la historiadora. Este ciclo refuerza las ideas tradicionales de género y dificulta el avance hacia una sociedad más igualitaria. 

El peso de la mujer ideal

Los estereotipos de género de las mujeres influyen negativamente en el autoestima y el autoconcepto de ellas, generando inseguridades desde una edad temprana. Estos tópicos alimentan dudas sobre sus capacidades, limitando así su desarrollo profesional y personal porque interiorizan creencias sobre lo que se espera que hagan y cómo deben comportarse.

Además, la psicóloga especializada en el área de género, Ana Prado, menciona que los estándares de belleza impuestos son perpetrados por los medios de comunicación y la publicidad, siendo finalmente influencia para las pequeñas que observan diariamente estos hechos. “Dichos estereotipos afectan la toma de decisiones, el bienestar psicológico y las relaciones interpersonales. Si creces pensando que no eres buena en matemáticas, obviamente te verás como alguien que no es buena en matemáticas”, declara.

Por su parte, Arrelucea señala que estos estereotipos limitan y dificultan sus vidas, especialmente en situaciones de violencia. Estos prejuicios perpetúan la idea de que las mujeres son responsables de las agresiones que sufren, lo que complica su defensa en casos de violencia sexual. En los juicios, factores como la ropa que utilizan pueden ser empleados en su contra, como en el caso de una víctima que la experta menciona que el color de ropa interior fue nombrado para justificar la agresión.

El futuro de las mujeres

De cara al futuro, aún queda mucho trabajo por hacer para proteger los derechos de las mujeres en el Perú, especialmente en un contexto de retroceso de derechos fundamentales. Entre los principales desafíos, Arrelucea destaca la necesidad de implementar una educación sexual integral en las escuelas y de reconocer que “el cuerpo de las mujeres les pertenece exclusivamente a ellas”, pues advierte que existe un retroceso en estas áreas, influenciado por un Congreso conservador.

En complemento, la experta subraya que el Estado debe asumir un rol clave en la defensa de los derechos de las mujeres en instituciones como escuelas y hospitales. La lucha no solo implica garantizar el derecho al voto, sino también asegurar los derechos sexuales, reproductivos y educativos, así como la integridad de las mujeres en el espacio público. El acoso callejero es minimizado como “piropos,” en lugar de ser reconocido como lo que realmente es: acoso. Ello crea un entorno de vulnerabilidad constante tanto en la calle como en el hogar, sobre todo para aquellas niñas que empiezan a descubrir la gran realidad de las cosas.

A pesar de esto, la era digital nos proporciona las redes sociales, las cuales juegan un rol fundamental en la lucha contra los estereotipos en la actualidad. Incluso terminan convirtiéndose como un espacio alternativo para denunciar y educar. Aunque los estereotipos no desaparecerán por completo, su expansión está siendo frenada por las nuevas generaciones, que han encontrado en las redes sociales una forma de resistencia social. En este Día Internacional de la Niña, recordemos que el cambio empieza en la conciencia colectiva y que cada pequeña acción puede ayudar a construir un futuro libre de prejuicios para las generaciones venideras. 

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