Pérdida de apoyo de las disqueras, falta de ambición de las radioemisoras y decisiones conservadoras de los empresarios contribuyeron a la caída libre del rock nacional. Ante este contexto, una luz de esperanza ilumina a la escena independiente actual, los herederos de un trono lleno de telarañas.
Por Mauricio Berríos
Más de 40 mil personas abarrotaron el Estadio Nacional en julio por el regreso de la formación original de Libido después de casi 20 años. Esa noche se hizo historia, pues era la primera vez que una banda de rock peruano conseguía un sold out en el principal escenario del país.
Sin embargo, este acontecimiento no fue más que un oasis en una realidad actual en la que este género en el Perú ya pasó su mejor época, al menos en lo que a popularidad se refiere.
Lejos quedaron los años ochenteros, época en la que las listas radiales reflejaban que lo que más escuchaban los rockeros peruanos (que también solían ser más) eran propuestas de su tierra. Esto llevó a que una interrogante haya cogido más fuerza con el paso del tiempo: ¿El rock peruano ha muerto?
“El Amauta (ya no) lo voy a llenar”
Fernando Pinzás, músico e investigador, considera que una de las principales razones de esta pérdida de interés por dicho género en nuestro país se debe a las mismas radios, quienes no apuestan por música o artistas nuevos. “Uno puede creer que en esta época las plataformas de streaming son más importantes que la radio, pero no es así”, comenta.
Perú es un país que sigue escuchando radio y las corporaciones radiales son muy conservadoras. Ya no se da la oportunidad a talentos jóvenes o nuevos, simplemente pasan el mismo cassette con las mismas 30 canciones de siempre.
Asimismo, las disqueras también juegan un papel fundamental en dictar qué es lo que se va a escuchar y qué no. Bandas como La Liga del Sueño, Dolores Delirio o la misma Libido fueron las últimas grandes apuestas de Sony en nuestro país durante los noventas. En ese entonces la industria discográfica aún apostaba por este tipo de grupos.
“Ellos te pagaban las grabaciones, te ponían manager, productores y equipo de prensa, te posicionaban en MTV y las radios… Eso desapareció poco después”, declara Pinzás. A inicios de milenio, por la piratería y la llegada paulatina del streaming, el rock peruano tuvo que volver a ser independiente. Sin apoyo humano, comercial ni económico como en antaño, el boom ya había pasado.
Y es que ello también afectó a grandes artistas peruanos que viven por el rock peruano. Martín Choy, guitarrista de la recordada banda Los Mojarras y fundador de La Sarita, menciona que los empresarios también jugaron su papel para terminar de hundir al género durante gran parte del presente siglo. “Los conciertos masivos siempre estuvieron reservados para los mismos de siempre. No se ha invertido en los grupos nuevos. Así es difícil”, explica.
Que nadie (nos) apague la luz
El Perú nunca fue un país principalmente rockero. La cumbia, la salsa y el huayno siempre fueron géneros más populares a lo largo del territorio nacional. En el pasado, con el apoyo comercial de las radios, las disqueras y los empresarios, el rock podía dar pelea, pero hoy ha quedado relegado a espacios cada vez más pequeños.
“El rock no ha muerto, simplemente está medio dormido”, reflexiona Choy, quien hace exactamente 30 años creaba el legendario riff de Triciclo Perú y era parte de la composición de Nostalgia Provinciana, aportando elementos de la chicha y la música popular para crear un rock “que se sienta peruano”. Sin embargo, el guitarrista cree que los nuevos exponentes del género no tienen necesariamente que seguir el camino de lo hecho en el pasado para destacar.
“Hoy grupos como Río o Frágil ya no sacan nueva música porque ya lo hicieron todo y no lo necesitan, además tienen familia y están mayores. Sentarse a componer y producir ya no está en sus prioridades”, anota. Sin embargo, menciona que hay muchas nuevas bandas y talentosos artistas que están apareciendo en el circuito rockero actual, el cual no es necesariamente más reducido que en antaño pero sí menos conocido.
La escena actual no es tan rebelde ni transgresora, es más bien introspectiva. Ya no llenan el Amauta ni el Dibós, pero sí Vichama. El Perú en el que empezaron a hacer rock no atraviesa una crisis económica o se desangra por ser víctima de movimientos subversivos. Hoy los rockeros emergentes adoptan más elementos del indie, una corriente internacional con decenas de variantes más de nicho que parecen ser el futuro del género.
Indie kids: El futuro del rock peruano
Gustavo Ampuero es baterista de Cometa a la Deriva, banda que publicó su álbum debut en 2023 y que, en poco tiempo, ha conseguido hacerse un nombre. Ampuero es optimista acerca de los espacios que poco a poco va a ganando el rock contemporáneo, pero reconoce que, ante la falta de apoyo, casi todos los esfuerzos son autogestionados.
“Las redes sociales han aportado a que quienes tenemos estos gustos de nicho nos juntemos y formemos una comunidad”, explica. Además, el baterista complementa que el indie rock peruano tiene un importante espacio en las ferias independientes. Estas suelen ser gratuitas y al aire libre, permitiendo que nuevos públicos puedan conocer su música.
No son pocos los chicos menores de 18 años que acuden a las tocadas, con ganas de escuchar rock and roll como en los viejos tiempos. Por ello, Ampuero cree que el rock “está vivo o reviviendo de a pocos”, llegando incluso, dentro de la escena alternativa, a popularizarse el rock-fusión. Combinaciones de rock con cumbia, chicha, pop, bossa nova o jazz, existiendo públicos que demandan este tipo de novedades.
El futuro del género está en la adaptación y el cambio, pues siempre han querido matarlo, pero nunca han podido conseguirlo. Lo cierto es que, a puertas de cumplirse 70 años de su llegada a nuestro país, el rock vive y seguirá presente mientras aún sigan existiendo almas jóvenes con ganas de formar una banda o armar un pogo, ya sea en el gramado del Estadio Nacional o en el sótano de Casa Bagre.