Atrevida, irreverente, resiliente y, sobre todo, orgullosamente mexicana: así fue Frida Kahlo. Con una pintura cargada de dolor, pérdidas y sufrimiento, sus autorretratos fueron un espacio que ella utilizó para descubrirse. Pero ¿qué es lo que cautiva tanto de ella al punto de convertirse en un ícono?
Por: Noelia Manrique y Cynthia Carmen
¿Quién diría que las manchas viven y ayudan a vivir? Coyoacán alberga uno de los museos más concurridos y populares de México. Las paredes de la Casa Azul vieron nacer a la dueña de esta frase en 1907: una niña llamada Magdalena Frida Carmen Kahlo Calderón, quien más tarde sería reconocida mundialmente como Frida Kahlo.
Su pasión por el arte se desarrolló con fuerza tras un terrible accidente de tránsito que la dejó postrada en una cama, marcando un antes y después en su vida. Aunque la salud de Frida ya se había resquebrajado en los primeros años de su infancia debido a la polio que contrajo, la recuperación del accidente fue mucho más difícil.
Un caballete que su madre colocó a la altura de su cama y los conocimientos de cómo posar que le otorgó su padre le facilitaron plasmar el mundo a través de lo que percibían sus ojos y, además, autorretratarse en la cruda realidad que la acompañaba, convirtiéndose en una manifestación íntima de sus dolencias físicas.
A pesar de que ya han transcurrido 70 años desde su fallecimiento en 1954, su legado sigue manifestándose en diversas artes y ámbitos de la actualidad. Pero, ¿qué es lo que mantiene a esta artista como un ícono eterno y referente en múltiples áreas?
Símbolo eterno
Cuando la Casa Azul se abrió como museo tras el fallecimiento de la artista, Hilda Trujillo, actual directora general de cultura de la alcaldía de Coyoacán y dirigió el museo en su momento, nos relata que había innumerables objetos personales pertenecientes a Frida en el interior de la casona. Cada rincón parecía resguardar una parte de su esencia en los objetos que la habían acompañado desde su niñez.
Con la ayuda de especialistas, se fue tejiendo el hilo de lo que había sido la vida de la destacada pintora en su hogar. “Ya se habían hecho exposiciones de arte sobre Frida, pero yo tuve la suerte de descubrir no solo a la artista, sino a ella como mujer y ser humano”, relató Trujillo.
Actualmente, el mundo reconoce a Frida Kahlo no solo por su impactante arte, sino también por la cosmovisión que moldeó su vida y obra. Su legado trasciende los lienzos: su manera de ver la vida, de enfrentar la enfermedad y de abrazar la mexicanidad con orgullo, todo ello se refleja en sus frases que hoy resuenan con fuerza.
“La gente utiliza frases que Frida decía, yo me las encontraba en papelitos doblados entre sus pertenencias”, indica Trujillo con nostalgia al recordar su tiempo en la Casa Azul. La forma en que la artista se vestía, pensaba y vivía sigue inspirando a nuevas generaciones que ven en ella no solo a una artista, sino a un ícono de rebeldía, identidad y resistencia.
Para su época, Kahlo fue una mujer que no seguía los estándares sociales ni aceptaba las barreras que la sociedad le imponía; procuraba ser el ser humano que ella deseaba ser, siguiendo sus propias convicciones. “Creo que se debe a su personalidad que tantas personas, principalmente mujeres, se sienten atraídas por ella. Frida era una mujer echada para adelante que le encantaba la música y el tequila, y que era inteligente, audaz y auténtica”, mencionó Trujillo.
Asimismo, Frida reflejó a través de sus cuadros su estado emocional y la tormentosa relación amorosa que mantuvo con el también artista Diego Rivera. Ambos compartían un fuerte espíritu nacionalista, lo que se tradujo en la profunda conexión de Frida con su identidad como mujer mexicana. “Pintó su vida, sus emociones, su política y sus amores en su arte”, señala Borzello, autora del libro Frida Kahlo: Face to Face.
El arte de Frida fue, en muchos sentidos, un diario personal en el que plasmó sus deseos, sueños y sufrimientos, tal como cualquier otra persona lo haría en las páginas de un escrito. Esa transparencia en su obra nos permite conectar profundamente con ella, a pesar de su ausencia física, pues su legado sigue vivo.
Fuera de los lienzos
Una mujer tumbada en la cama rodeada de sangre y lágrimas tras haber perdido al hijo que esperaba o una jóven atravesada por clavos desde a la cabeza hasta su cintura sostenida por un tubo metálico que simula ser su columna vertebral. Estos fueron tan solo algunos de los cuadros de Frida Kahlo que están tatuados en la memoria de sus admiradores.
Con un estilo expresionista y surrealista, sus autorretratos cargados de sufrimiento caracterizaban su fórmula estética y la diferenciaban del resto. “Ella utilizó su pintura para decir verdades muy crudas sin censura en un formato descarnado y poético. El autorrepresentarse como mujer en un contexto predominantemente masculino y estar fuera del orden social la hicieron destacar”, explica Ana Caroline Cruz, artista visual y especialista en temas culturales.
Frida resaltaba entre los demás porque supo aplicar su amplio conocimiento sobre los patrones y el arte popular para transmitir sus múltiples identidades sin ningún reparo. Una mujer bisexual, indígena, discapacitada y que se alejaba por completo de los patrones de belleza. Era una artista que le hablaba a las minorías en una época en que nadie más lo hacía. “Reconoció a las marginalidades sociales y se preocupó por el arte de su amado pueblo mexicano, su pasado prehispánico y sus culturas indígenas”, acota Cruz.
Por tal razón, no hay duda alguna de que la potencia del simbolismo en su obra sumado a su irreverencia la convirtieron en fuente de inspiración para otras ramas artísticas más allá de la pintura. La artista visual menciona que la labor de exploración de la feminidad que Frida Kahlo expresó de manera intensa no solo en sus obras en las que algunas veces se pintaba desnuda, sino también a través de las cartas desbordantes de pasión con sus amantes, influyeron en la elaboración de coreografías expresivas de la danza moderna.
Asimismo, aunque pocos lo saben, Frida también amaba leer y escribir. En su hogar, se encontraron muchas frases que redactó a lo largo de su vida y que llegaron a dejar una pequeña huella sobre la novela irónica mexicana. “Nosotros los mexicanos somos muy irónicos. Por ejemplo, esa gran frase suya que decía: ‘Quise ahogar las penas en alcohol y las canijas aprendieron a nadar’, demuestra cómo ella supo captar nuestra esencia”, relata Trujillo.
Color y folklor en los desfiles y escaparates
Morados intensos, naranja brillantes, rojos vibrantes, lilas suaves no son solo colores propios de la cultura mexicana, sino que también lo eran de las prendas que Frida elegía día a día para vestirse. Ella, con su maquillaje, vestuario y peinado, creó un estilo que celebraba la identidad de su patria. “Una moda totalmente expresiva y vanguardista, pero que, a la vez, promovía todo el folklor de México”, añade Cruz.
Por ello, no hay duda de que, gracias a la artista, se reivindicaron los estampados y las tonalidades que las mujeres indígenas siempre portaron con orgullo. En consecuencia, durante la década de los 80 y 90, existieron muchos diseñadores de alta costura que se inspiraron en Kahlo para elaborar sus prendas. Además, homenajearon tanto su condición de mujer como su discapacidad, pues la pintora no temía incluir como parte de su vestimenta el corsé metálico que debía utilizar a raíz del accidente que tuvo.
No obstante, su forma de vestir no es algo que solamente se aprecia en las grandes pasarelas, sino que también gente en su día a día trata de imitarla. Borzello relata que hace diez años, una pequeña marca en Reino Unido decidió desarrollar una colección inspirada tanto en las coloridas faldas como chales de la artista. El día del lanzamiento se dio con la sorpresa de que ya la gente lucía como ella. “Era un público femenino de mediana edad, formado por matronas maduras y abuelas, todas ataviadas con diademas de flores de colores. Se habían vestido para la ocasión”, narra emocionada.
Mientras tanto, actualmente en todo el mundo es posible encontrar marcas de maquillaje que se inspiran en los colores de la obra de Frida para crear sus productos, tiendas que diseñan sus prendas de vestir con los patrones de la ropa que usaba la artista o hasta calzados estampados con el rostro de Frida. Sin embargo, en palabras de Trujillo, esta situación ha sobrepasado los límites y se ha transformado en una excesiva comercialización consecuente del fenómeno Frida que no profundiza realmente lo que la artista deseaba transmitir con su estilo: la reivindicación de su cultura.
“Ahora entraron las ambiciones y ya es un exceso del uso de la imagen de Frida. Lamentablemente, se ha llegado a un punto en el que el mercado come y absorbe. Ya no se puede detener, ya es mundial”, exclama con pesar. En estos tiempos, es imposible negar la iconicidad de un personaje como Frida Kahlo. Más allá de sus cuadros, el ser humano detrás de la artista continúa generando curiosidad y atrayendo a todo aquel que lo descubre.
Frida no solo fue una artista, fue sinónimo de libertad, de una vida vivida sin concesiones, expresada en cada pincelada y en cada aspecto de su identidad. Su desbordante forma de ser y su cautivadora manera de presentarse ante la sociedad y sus intensas ganas de vivir quedarán para siempre en la historia.