La llegada de las billeteras digitales ha revolucionado las transacciones de pago, convirtiéndose en el método de pago preferido de los peruanos en nuestro día a día.
Por Catherine Quispe y Paolo Velita
¿Te ha pasado que pagas un taxi en efectivo y el conductor te dice que no tiene cambio? Echa un vistazo rápido a tu billetera, es probable que apenas la uses y quizá ya le están saliendo telarañas. Sacar dinero del banco era un hábito mensual, incluso diario, casi una rutina ineludible. Sin embargo, esa urgencia ha ido desapareciendo. Con solo sacar tu celular, puedes transferir dinero en segundos. Incluso, la magia del código QR facilita el trabajo.
En los últimos años, la forma en la que realizamos nuestros pagos ha evolucionado. La era digital no solo ha impulsado nuevos métodos de transacción, sino que también ha transformado la forma en que gestionamos nuestras finanzas. Las billeteras físicas están siendo reemplazadas por billeteras digitales, al igual que el efectivo por simples toques a la pantalla. Ya no necesitamos preocuparnos por llevar suficientes billetes o monedas, sino que con un par de pulsaciones podemos pagar desde un café hasta nuestro viaje en micro.
Del bolsillo al celular
El tránsito del efectivo a las tarjetas de crédito y a las billeteras digitales no se ha dado de un día para otro: ha sido un proceso gradual. Mientras que en otras partes del mundo el dinero virtual ya conquistaba el sector financiero, en el Perú demoró hasta la llegada del COVID-19, que fue cuando su utilización se masificó. Según Isabel Garcia Yi, ingeniera industrial y docente universitaria de economía, el avance de la tecnología y el acceso a Internet han impulsado este cambio. “La pandemia nos ha obligado a digitalizarnos más y a no tenerle miedo a la virtualización, por lo que estas herramientas dejaron de ser un concepto extraño”, menciona.
Este evento sanitario marcó un punto de inflación en la manera en que los peruanos interactuamos con el dinero, pues a pesar de que la aplicación móvil Yape fue creada por el Banco de Crédito del Perú (BCP) en 2016, su uso no alcanzó el punto máximo hasta que tuvimos que coexistir con las restricciones sanitarias. Fue en esos tiempos de distanciamiento social que los peruanos, por miedo a ser contagiados, preferían no recurrir al efectivo para evitar contacto, por lo que comenzaron a utilizar predominantemente aplicativos como Yape o Plin que permiten transferir dinero de forma veloz y gratuita solo utilizando el número celular.
Por otra parte, existe otro momento significativo para entender el auge de las billeteras digitales. Según Paola Herrera, economista senior del Instituto Peruano de Economía, se trata de la decretación de la interoperabilidad entre Yape y Plin por el BCP a mediados del 2023, la cual permitió a los peruanos enviar dinero a pesar de no utilizar la misma app. Ahora, los usuarios de Yape pueden enviar dinero a los de Plin y viceversa, facilitando las transacciones de manera más accesible.
El uso de las billeteras digitales se ha concentrado principalmente en los pagos minoristas. Ya sea en el mercado, la bodega de la esquina, o para pagar transporte —desde taxis que ahora exhiben sus códigos QR en grande, hasta los cobradores de combi—, basta con unas pocas pulsaciones para completar la transacción. Incluso, estas apps sirven para saldar deudas entre amigos. La preferencia de los monederos digitales en estas situaciones es la principal razón por la que se ven menos billetes de menor valor en circulación.
“Para pagos más duros, más grandes, se sigue recurriendo al efectivo o a las tarjetas de crédito o transferencias”, explica Herrera. No obstante, nadie puede negar que las billeteras digitales, en especial Yape en Perú, se han convertido en un verdadero fenómeno, de tal manera que se ha integrado al lenguaje cotidiano y la frase ‘te yapeo’ la escuchamos hasta en la sopa.
Amenazas latentes
A medida que algo crece, también lo hacen los problemas. Esta frase, al igual que en la vida, se aplica también para las billeteras digitales. Y es que con el abrupto auge post pandemia, estas herramientas virtuales están expuestas a numerosas amenazas, tanto para los usuarios como para la interfaz de la plataforma que en la mayoría de casos está ligada con las entidades bancarias de respaldo.
Para Herrera, una de las condiciones para mantener a salvo “este entorno que va aumentando” es el tema de la seguridad. Conforme se vayan consiguiendo muchos más usuarios, el sistema se verá vulnerable ante robos cibernéticos, hackers y suplantaciones de identidad, lo que supone un riesgo teniendo en cuenta que los clientes de estas aplicaciones normalmente vinculan sus cuentas a sus bancos de preferencia, irradiando el riesgo a gran nivel. De hecho, Yape se encuentra enfrentando un gran desafío. La creación del ‘Yape Fals’, una aplicación que simula pagos sin que el dinero llegue a su destinatario, está alimentando la ciberdelincuencia.
Otro punto a tener cuidado es el factor confianza en el ámbito financiero. De acuerdo con la economista, si bien en las ciudades más importantes del país se ha obtenido una mayor penetración de las billeteras digitales en la población, alcanzando en Lima un 25% para 2023, en regiones con poca infraestructura de telecomunicaciones y baja educación financiera, la desconfianza hacia las entidades del rubro supone aún un obstáculo para alcanzar la digitalización monetaria.
En ese caso, si se desea entrar a este potencial mercado, las billeteras digitales deben replantear y formular una estrategia comercial para infundir tranquilidad en los consumidores de estas regiones. Incluyendo posibles alianzas con cajas regionales o bancos de alcance local, se podría empezar a crecer y alternar entre el dinero en efectivo y el virtual, mediante la creación de una cuenta bancaria o afiliación con DNI, tal y como lo realiza el monedero desarrollado por el Banco de Crédito del Perú.
Sin embargo, para García, estos no son los principales problemas que podrían amenazar la vigencia de estas aplicaciones, todo lo contrario, son ellas mismas las que pueden ser cómplices de un riesgo en el sector digital. La frase “calidad antes que cantidad” resumiría la postura que toma en este tema. Para ella, es inviable la continuidad de varias aplicaciones o billeteras digitales en el futuro. Si bien Yape y Plin, desde mediados de 2023, trabajan y permiten la interoperabilidad de sus movimientos mediante un decreto emitido por el Banco Central de Reserva del Perú, este panorama puede cambiar, de acuerdo a la evolución y crecimiento de cada red de usuarios, que determinará la principal billetera digital del país, que tarde o temprano terminará por englobar a los demás bancos y sus usuarios a su red virtual.
Esta acción permitirá concentrar acciones y seguimientos en un solo lugar, sin necesidad de estar al pendiente del saldo situado en otros bancos, agilizando el movimiento y giros de dinero, como también la práctica de pagos y compras que actualmente las dos principales e-wallets del Perú manejan en su interfaz. Aunque, advierte García, para conseguir ello, se requiere la implementación de normativas detalladas para los procedimientos, para el buen funcionamiento y conexión entre las cuentas interbancarias de los usuarios, como el código que cada una de estas tiene para diferenciarse de las demás.
¿El fin del efectivo?
Las billeteras digitales han sido un “boom” no solo en Latinoamérica, sino en nuestro país, siendo un alivio divino cuando no contamos con efectivo en nuestras manos para comprar algo o volver a nuestros hogares. Los pasos agigantados que su participación consigue dar anualmente Yape o Plin en la sociedad peruana hace que la pregunta caiga por su propio peso: ¿Será que las billeteras digitales serán el verdugo del dinero en efectivo, marcando el fin de esta?
“La liquidez que te da el tener dinero en efectivo no deja de existir”, sostiene García Yi, argumentando que el rol del dinero físico siempre perdurará y será útil en el uso público de la moneda. Por ejemplo, a la hora de comprar productos de baja denominación se continuará usando el efectivo como principal medio de pago, así como para el sector turismo, donde los extranjeros o excursionistas, al quedarse por tiempo limitado en el lugar, recurren a este para familiarizarse con la moneda y gastarla de manera tradicional, pero práctica.
Por otro lado, Paula Herrera considera que el efectivo no verá su fin al menos en el largo plazo, puesto que existe poco desarrollo de telecomunicaciones a lo largo del territorio nacional, siendo las zonas sierra y selva las más afectadas por la falta de integración al mundo financiero. En estas, el efectivo es el único medio por el que se ejecuta el comercio y la recepción de ganancias, ya que no poseen una entidad financiera y una pequeña tasa de acceso a internet en su zona y domicilios.
Otro de los puntos por el que el desarrollo y uso de billeteras se ve menguado se debe a la informalidad que aflora en el país, donde 3 de cada 4 peruanos son informales, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esto pareciera no tener mucha relevancia; sin embargo, el tema resuena y vuelve a tomar foco cuando esta es la principal razón por la que la población no puede optar ni calificar como apta para acceder a una tarjeta de crédito, mucho menos sacar el máximo provecho a la herramienta virtual, impidiendo su entrada al mundo financiero.
Si bien este formato de dinero continuará presente, se requiere esfuerzos tanto del sector público como privado para conseguir la aproximación responsable de los ciudadanos a métodos de pago, tal cual declaró Herrera. Mediante la construcción de infraestructuras de telecomunicaciones, los consumidores podrían alternar entre lo virtual y el efectivo de manera responsable, en una práctica que busque unificar el ahorro y la modernidad con lo simple y habitual.
El balance final
Tal y como lo sostienen las dos expertas, la armonía entre lo digital y lo físico continuará registrando más capítulos en esta historia moderna de la economía y la banca, pero es importante recalcar que el aumento periódico de las billeteras digitales continuará en alza hasta conseguir abarcar gran parte del país, como ya lo hizo en Lima.
Los avances tecnológicos están volviéndose cada vez más influyentes en nuestras vidas y siempre será un motivo para celebrar el progreso y modernidad de nuestra sociedad. No obstante, la magia que envuelve a esta reside también en su origen, como en este caso lo es el dinero físico que le da sentido y materialidad a este asunto que traspasó el plasma y las tarjetas bancarias.
Queda en manos de los organismos públicos y privados accionar en conjunto para llevar a buen puerto una perfecta organización en beneficio del consumidor y la inclusión financiera de la sociedad en general, sin omitir o dejar de lado la tradicional manera de comercializar y manejar su dinero.